Una mujer de 57 años murió durante su turno laboral en un call center al sufrir un infarto, y sus compañeros supuestamente fueron obligados a seguir trabajando durante tres horas más junto al cadáver tapado con una manta blanca.
Una operadora de call center fallece de un infarto durante su turno y sus compañeros trabajaron más de dos horas junto a su cadáver
Una mujer de 57 años se desplomó al estar atendiendo una llamada y su cuerpo quedó inerte bajo una manta después de que los servicios de emergencia no pudieron salvarle la vida. El suceso ha provocado diversas críticas en sindicatos de trabajadores al asegurar que los compañeros de la víctima tuvieron que seguir trabajando junto al cuerpo, el cual fue levantado más de tres horas después del fallecimiento.

Inmaculada llevaba 15 años trabajando en la multinacional española Konecta, cuyas instalaciones están unas oficinas amplias de Madrid donde laboran unas 70 personas atendiendo llamadas de averías eléctricas, explicó La Vanguardia.
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Siguieron trabajando por ser un “servicio esencial”
La veterana y querida Inma, como le decían todos sus compañeros, comenzó a sentirse mal alrededor de las 12:30 p.m. del pasado martes 13 de junio y de pronto levantó la mano desde su cubículo para pedir ayuda.
Creyendo que se trataba de alguna duda para atender a un cliente, la coordinadora del turno se acercó para auxiliar a Inmaculada, quien en realidad quería atención médica urgente.
Momentos después, la mujer se desplomó y quedó tirada en el suelo, mientras los servicios de emergencias eran llamados hasta esa oficina, ante la incredulidad de todos los presentes.
El personal del Servicio de Asistencia Municipal de Urgencia y Rescate (SAMUR) arribó unos 20 minutos después y, aunque realizaron todas las maniobras necesarias de primeros auxilios, Inmaculada fue declarada muerta en el lugar y taparon el cadáver con una manta, con dos policías custodiándolo.
Aunque muchos trabajadores se habían levantado de sus cubículos, muchos otros no sabían qué hacer e incluso varios continuando sus llamadas de rutina.
Fue en ese momento cuando tras compañeros de la fallecida preguntaron si podían irse a casa al sentirse indispuestos y supuestamente recibieron la orden de seguir trabajando porque su labor era “un servicio esencial”.
Tres horas y media para levantar el cadáver
Sin embargo, Konecta asegura que un responsable de prevención de riesgos laborales de la compañía arribó hasta el lugar cerca de las 02:00 p.m. para dar la orden de que todos los empleados se marcharan a casa de una manera ordenada.
Una versión que es desmentida por Miguel Ángel Salinas, delegado de prevención de riesgos laborales de la Confederación General del Trabajo (CGT), quien le dijo a El País que llegó a las instalaciones a las 03:10 p.m. y todavía había cuatro trabajadores en sus puestos, atendiendo llamadas.
“Me encontré el cadáver ya cubierto. Jamás en mi vida había visto un cuerpo de esa manera”, dijo Salinas, quien aseguró haberse acercado a una trabajadora que le dijo no estar bien y que solo esperaba terminar con una llamada para irse a casa.
El último trabajador abandono el recinto alrededor de las 03:45 p.m. y, unos 15 minutos después, fue levantado el cadáver de la fallecida.
Un trabajo “deshumanizado”
Desde que se dio a conocer el caso, la indignación y conmoción se apoderado del discurso en redes sociales en donde no se ha dejado de denunciar las precarias condiciones en las que estos trabajadores de call center se desempeñan todos los días.
Además del constante griterío y quejas de clientes desesperados por resolver sus inconvenientes, los operadores tienen pausas medidas, mientras sus supervisores los vigilan constantemente para no perder el ritmo de trabajo deseado.
Debido a estas condiciones estresantes, y aunque varios operadores se levantaron consternados tras lo ocurrido con Inmaculada, el resto no sabía si podía dejar sin atender sus llamadas.
Y aunque solo algunos recibieron la orden de continuar por tratarse de un servicio esencial para la ciudadanía y a otros les dieron la opción de irse a su casa, la CGT aseguró que varios trabajadores siguieron por la inercia impuesta por un sistema de trabajo “automatizado y deshumanizado”.
Tras el trágico suceso, desde las entrañas del sindicato han vuelto a reclamar un trato digno para teleoperadores, quienes aseguran solo tener cinco minutos de descanso cada hora y 23 segundos para rellenar la ficha del cliente que acababan de atender, luego de que un robot supuestamente tardó el mismo tiempo en hacer lo mismo.
Más sindicatos se unen a los reclamos
La precariedad es tal que la CGT recordó que apenas hace dos años se reconoció en la Audiencia Nacional que ir al baño es un derecho que ninguna empresa les puede negar a los operadores.
La presión contra la empresa se ha incrementado bastante, gracias a los reclamos que han llegado desde otras fuerzas sindicales como la Confederación Sindical de Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT).
Gracias a ello, y a su preciso reclamo sobre la carencia de protocolo ante este tipo de sucesos, se habría logrado que la compañía haya reconocido el incidente como un accidente laboral, por lo que la familia de la víctima recibirá una indemnización.
Solicitan investigación de oficio
Ante la presión mediática y social a la que ha sido expuesta, la compañía precisó en un comunicado que "se cumplieron todos los protocolos de emergencias" y que ha permitido que muchos trabajen a distancia, además de poner a disposición asistencia psicológica a quien lo requiera.
Además, un portavoz le dijo al rotativo que ningún operador fue “obligado a trabajar junto al cadáver” y que la empresa está enfocada en atender las necesidades de los familiares de Inmaculada.
Por su parte, la Asociación el Defensor del Paciente ha pedido a la Fiscalía Superior de Madrid que realice una investigación de oficio sobre el caso, debido a que consideran que se trata de un “delito impronunciable” que provocó “un daño psicológico difícil de olvidar”, gracias a la “mala actuación de quienes podían evitarlo".
El cubículo de Inmaculada sigue desocupado y sus compañeros han puesto un altar con fotos, flores y un “hasta siempre, Inma” escrito en un sentido mensaje.
