Por qué el gas lacrimógeno para reprimir protestas puede propagar aún más el coronavirus

Más allá del simple hecho de que haya muchas personas congregadas a pocos metros de distancia gritando consignas, el hecho de que las autoridades recurran al gas lacrimógeno aumenta aun más el riesgo del contagio.

Autoridades dispersan a los manifestantes en Louisville, Kentucky.
Autoridades dispersan a los manifestantes en Louisville, Kentucky.
Imagen Brett Carlsen/Getty Images

Las protestas por la muerte de George Floyd podrían traer una temida segunda ola del coronavirus. Y a la razón más evidente -congregación de muchas personas a pocos metros de distancia en un solo lugar vociferando consignas- se le suma otro factor añadido que podría evitarse: el gas lacrimógeno que están usando las autoridades para reprimir las protestas.

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Este compuesto no letal usado en Estados Unidos desde hace décadas para disipar disturbios civiles causa irritación en los ojos, boca, garganta, pulmones y piel, ocasionando síntomas como lagrimeo, congestión nasal, dificultad para respirar y tos entre otros, que hacen que -de estar infectada la persona- esta desprenda potencialmente aun más las temidas gotículas a través del las que se transmite el nuevo coronavirus.

Al quitarse la máscara para poder respirar o tocarse la cara por la irritación que causan las bombas lacrimógenas, las personas quedan aun más expuestas al contagio.

“Particularmente cruel”

Sven Eric Jordt, investigador de la Universidad de Duke que ha estudiado los efectos de los agentes de las bombas lacrimógenas, dijo al diario The New York Times que está sorprendido de ver cuánto han recurrido las autoridades a este método en días recientes. “Estoy muy preocupado de que esto pueda catalizar una segunda ola de covid-19”.


“Es una intervención particularmente cruel en este tiempo en el que el país lucha contra un virus respiratorio”, coincide en declaraciones al Mercury News Ayesha App, médico especializado en enfermedades infecciosas de la Universidad de California en San Francisco.

“Hay cierta culpabilidad de la policía por usar este método que aumenta los estornudos y la tos y en consecuencia la propagación”, indica a la página web LAist David Eisenman, profesor de salud pública de la UCLA.

Secuelas que perduran

Los efectos del gas lacrimógeno pueden ir más allá. Una investigación del ejército de EEUU que revisó el impacto del gas lacrimógeno encontró que los reclutas que quedaban expuestos a él durante su entrenamiento tenían mayor riesgo de desarrollar una enfermedad respiratoria aguda en los días posteriores, indica The New York Times.

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Aunque los efectos más molestos del gas duran de 15 a 30 minutos después de que la persona ha sido expuesta, hay evidencia de que los daños pueden perdurar si la exposición es excesiva y/o prolongada. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades puede generar problemas respiratorios a largo plazo como asma, así como daños oculares permanentes.

Entre los pasos que pueden tomar quienes asistan a las manifestaciones para reducir un poco el riesgo de exposición al nuevo coronavirus están usar máscara en todo momento, lentes protectores para los ojos, evitar gritar y usar más bien carteles, quedarse siempre junto al mismo grupo, llevar sanitizador de manos e intentar guardar distancia en la medida de lo posible.

En el caso de las bombas lacrimógenas, la recomendación es alejarse del área de inmediato para limitar la exposición a los compuestos irritantes. De haber sido expuesto, los CDC sugieren que la persona se quite las prendas de vestir que hayan quedado expuestas al gas, se lave el cuerpo con agua y jabón y reciba atención médica tan pronto como sea posible.

La agencia sanitaria explica en su web que el tratamiento suele incluir broncodilatadores y esteroides para ayudar a la persona a respirar y lavados oculares con agua.

Algunos expertos recomiendan que quienes asistan a las protestas se hagan la prueba del coronavirus dentro de los cinco días siguientes de haber protestado y que se aíslen durante las próximas tres semanas. Si esto último no es viable, la persona debe usar la máscara de forma estricta siempre que esté rodeado de alguien más.