Esta no es la primera tormenta que desata Michael Wolff por algo que él escribió y que lo termina enfrentando a quienes le dieron la bienvenida y usó como fuente para su relato. Pero nunca había estado enfrentado al hombre más poderoso del país y al equipo de la Casa Blanca en un pulso que promete aumentar notablemente su cuenta bancaria y su fama de autor controversial.
Qué tan confiable es Michael Wolff, el autor del libro 'Fuego y furia' que tanto perturba a la Casa Blanca de Donald Trump
El periodista desató una tormenta política en Washington DC con los adelantos de su libro sobre el primer año de la presidencia de Trump, pero algunos advierten (y él reconoce) que su obra no es la de un investigador tradicional.

La bomba mediática que hizo estallar Wolff esta semana con los adelantos del libro “Fuego y furia, dentro de la Casa Blanca de Trump” lo puso en la mira del presidente y en el radar de sus abogados, quienes intentaron impedir que la obra se publicara con una amenaza de demanda por difamación.
La editorial no solo siguió con sus planes, sino que adelantó una semana la publicación del libro, que con toda la polémica generada desde el miércoles pasado se convirtió en el mayor best seller de la temporada en la tienda online Amazon y en librerías, en gran medida gracias al presidente, justamente la persona que no quería que la obra saliera a la venta.
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El libro, que Wolff describe como el producto de varios meses inmerso en la Casa Blanca y entrevistas con 200 personas, presenta un cuadro poco halagüeño de la presidencia de Trump y hasta del propio presidente, quien es descrito a partir de los testimonios recogidos por el periodista como “infantil” y “mal preparado” para ejercer el cargo para el que, supuestamente, no esperaba ser elegido.
Se trata de un compendio de cosas que ya se han dicho desde que Trump se presentó como candidato a la nominación republicana en 2015: sobre su ego desmedido o la manera a veces grosera de conducirse, su inexperiencia política o su volatilidad a la hora de reaccionar ante lo que percibe como ataques personales.
La Casa Blanca asegura que es un relato “chismoso tipo tabloide” y niega que Wolff haya tenido el acceso que asegura haber tenido, enfrascándose en un pulso con el autor que por ahora ha tenido el efecto de catapultar el interés en un libro que en otras circunstancias habría sido uno más sobre minucias indemostrables de la política de los muchos que se acumulan en los anaqueles de las librerías.
Reportero particular
Wolff, de 64 años, es un hombre polémico, cuyo estilo y procedimientos a la hora de hacer sus reportajes le ha generado algunas críticas. Aunque él no se define como un periodista investigador clásico, defiende la profundidad de su trabajo -como hizo la mañana del viernes en una entrevista con la cadena NBC-.
“Muchos de los relatos sobre lo que ha pasado en la Casa Blanca entran en conflicto. Muchas, con estilo ‘trumpista’, son groseramente falsas”, escribe Wolff en la introducción del libro, en lo que puede funcionar como advertencia y hasta disculpa por lo que se leerá a continuación.
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“Esos conflictos y esa soltura con la verdad, incluso con la misma realidad, son un hilo fundamental del libro. A veces he dejado a los entrevistados ofrecer sus versiones para que sean los lectores quienes juzguen. En otras, por la consistencia de los relatos y las fuentes en las que confío, opté por una versión de los eventos que creía cierta”.
Incluso, Wolff advierte que el caos del primer año de la presidencia de Trump, caracterizado por la inexperiencia e ignorancia en los más elementales procedimientos de quienes le acompañaban, hizo que muchas conversaciones privadas fueran después hechas públicas (Incluso dijo a NBC que sí habló con el presidente, aunque aceptó que no podría decir si sabía que estaba siendo entrevistado).
Wolff se ha especializado como cronista de los poderosos que hacen vida en Nueva York y en el pasado ha enfrentado acusaciones de ser laxo con los hechos en sus reportajes y de violar las condiciones pactadas con sus fuentes, algo que le ha generado críticas entre muchos de sus colegas.
Algunos aseguran que a la hora de escribir a veces falta a la rigurosidad y la precisión.
“Me pregunto cuántos empleados (de la Casa Blanca) le dijeron cosas a Wolff fuera de micrófono y luego él las usó abiertamente. Él nunca se ha cuidado mucho de ‘quemar’ sus fuentes. Me puedo imaginar que muchas de esas declaraciones no hayan sido dadas con la intención de ser publicadas”, escribió en su cuenta Twitter Joe Nocera, columnista de Bloomberg.
Fuego cruzado
Más de uno ha acusado a Wolff de poner palabras en su boca, como el columnista Andrew Sullivan de quien en 2001 escribió que “él cree ser el intelectual gay más importante en EEUU hoy”, algo que el ‘citado’ asegura que nunca dijo.
En un trabajo publicado en 2004 en New Republic luego de que Wolff ganara dos Premios Nacionales de Revistas por sus columnas, Michelle Cottle escribe que “las escenas en sus columnas no son tanto recreadas como creadas, nacidas de la imaginación de Wolff más que de un real conocimiento de los eventos. Incluso Wolff reconoce que el reportaje convencional no es lo suyo”.
Pero el autor tiene sus defensores, como la copresidenta de la revista Hollywood Reporter Janice Min, quien da fe de la exactitud de una conversación entre Steve Bannon y el fallecido presidente de Fox News Roger Ailes durante una cena en Manhattan.
O uno de sus antiguos editores, Jonathan Weber, quien aseguró en un mensaje en su cuenta Twitter que “nada me llevó nunca a dudar del reporte de Wolff”.
I once had the pleasure of editing @MichaelWolffNYC columns at the Industry Standard. I hired him partly because the first chapter Burn Rate, which had just come out, was a dead-on portrait of an event I had actually attended. Nothing ever led me to doubt his reporting.
— Jonathan Weber (@WeberWest) January 4, 2018
El jueves en la rueda de prensa diaria, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, insistió en las imprecisiones y falsedades del libro, aunque solo presentó una de esas supuestas muchas que hay como muestra: la idea de que Trump no sabía quién era el expresidente del Congreso John Boehner cuando se le sugirió para jefe de su gabinete.
La portavoz explicó que el presidente sabía quién era Boehner porque había jugado golf con él y había tuiteado comentarios sobre su trabajo en el Capitolio.
Pero considerando que esa no es la parte más dañina de cuantas cosas se dicen en el libro, es notable que no hayan negado lo que se le atribuye a Bannon respecto a la “traicionera” y “antipatriótica” reunión de Trump Jr. y su cuñado Jared Kushner en la Torre Trump de Nueva York en julio de 2016 para recibir información lesiva para Hillary Clinton.
La (mala) experiencia Murdoch
‘Burn rate, cómo sobreviví los años de la fiebre del oro de internet' un libro publicado en 1998 en el que Wolff cuenta su fallida experiencia como empresario de internet, ha sido cuestionado por al menos una docena de personas que niegan haber dicho lo que se les atribuye en esas páginas.
Además, muchos dudaron de la exactitud de largas conversaciones plasmadas en el libro sobre las que el periodista reconoce que no grabó o tomó notas.
Diez años después, en 2008, Wolff escribió una biografía de Rupert Murdoch, el dueño de News Corp (empresa a la que pertenece Fox News) para la que contó con la cooperación del magnate, pero quien terminó cuestionado la manera como se describían algunos pasajes que no dejan bien parado al empresario.
Wolff asegura en la introducción de ‘El hombre dueño de las noticias’ que la abierta comunicación de Murdoch con él se debió a que compartían el mismo desprecio por enemigos comunes, sobre todo los “santurrones del periodismo” y que eso pudo hacerle pensar al australiano que tendría un perfil favorable.
Algo similar pudo haber pasado en la Casa Blanca de Donald Trump. Acá llegaba un periodista independiente que no escatimaba críticas a sus colegas por lo implacable (y hasta “ridículos”) que eran en la cobertura del nuevo presidente que prometía ser un narrador más comprensivo a la hora de retratar a los nuevos amos del poder en Washington DC.
Pero si le hubieran preguntado a Murdoch (a lo mejor pudo haberlo hecho Jared Kushner, de quien se dice que habla con el magnate frecuentemente) quizá este les habría aconsejado no abrirle las puertas de la residencia presidencial a Wolff y evitarse así los sobresaltos que les ha traído en forma de libro este nuevo año.





















