“Antiestadounidense” y “traidor” son palabras fuertes que endilgarle a un ciudadano, sobre todo en un país en el que históricamente han estado vinculadas a cacerías de brujas, como la que encabezó en los años 50 el senador Joseph McCarthy, para quien todo izquierdista era sospechoso de ser comunista y por tanto un “enemigo de la patria”.
Para Trump los demócratas que no lo aplauden son “antiestadounidenses” y “traidores”
A menos de una semana de haber convocado a la oposición a trabajar conjuntamente con los republicanos en el Congreso, el presidente los descalifica por no haber celebrado durante el discurso del Estado de la Unión lo que describe como los logros de su gobierno.


Pero para el presidente Donald Trump parece ser suficiente no aplaudir su discurso del Estado de la Unión ante el Congreso para atribuirle a la oposición demócrata esos calificativos, de acuerdo con lo que dijo la tarde del lunes en un discurso ante los trabajadores de una fábrica de bombas hidráulicas a las afueras de Cincinnati, Ohio.
Trump les habló del mensaje que ofreció la semana pasada y recordó que pese a los “logros” de su gobierno (descenso del desempleo, crecimiento de los mercados, repunte de la manufactura) los demócratas no lo aplaudieron nunca.
“Incluso durante noticias positivas, realmente positivas, como que… ellos estaban como muertos y antiestadoundienses. Antiestadounidense. Alguien dijo traicionero. Sí, creo. ¿Por qué no? ¿Podemos llamar eso traición? ¿Por qué no? Ciertamente ellos no parecían querer mucho nuestro país”, dijo el presidente, quien agregó que “ellos prefieren ver a Trump mal que a nuestro país le vaya bien”.
El sistema legal estadounidense no lo respalda, porque de acuerdo con el Artículo III de la Constitución de EEUU, “traición contra EEUU consistirá solo en hacer la guerra contra ellos, o en unirse a sus enemigos, dándoles ayuda y confort. Ninguna persona será condenada por traición salvo por el testimonio de dos testigos del acto, o por confesión en corte abierta”.
Y lo de "antiestadounidense" ("unamerican", fue la palabra exacta usada por el presidente) remite al famoso Comité de Actividades Antiestadounidenses que por aquellos mismos años de McCarthy investigaba a los sospechosos de simpatizar con el comunismo, una cruzada que destruyó la vida de muchas personas al convertirlas en parias en su propio país, sobre todo entre la burocracia y la clase intelectual.
El espíritu herido del bipartidismo
En aquel primer discurso sobre el Estado de la Unión fueron muy sonoros, por inusuales, los aplausos que Trump se dio a él mismo cada vez que nombraba algún “logro”. Por lo general, los presidentes se aplauden en sus propios mensajes cuando se trata de convocar valores supremos de la nacionalidad o destacar la gesta heroica de algún ciudadano invitado al evento.
Pero más allá de las imprecisiones legales o las veleidades ególatras (o totalitarias) que se pueden interpretar de las declaraciones, aparentemente casuales, del presidente, lo notable es que se producen en momentos en que republicanos y demócratas están enfrascados en delicadas negociaciones en el Congreso para lograr una solución bipartidista a las leyes de inmigración.
Pese a esos llamados bipartidistas de días atrás, la mañana del lunes Trump rechazó, sin nombrarlo, una propuesta que se esperaba que presentarán al Senado los senadores John McCain (republicano por Arizona) y Chris Coons (demócrata por Delaware) en el que se ofrece un arreglo para los dreamers sin incluir fondos para el muro con México.
Aunque se trata de un proyecto patrocinado por senadores de ambos partidos, Trump pidió a los demócratas que se sentaran a negociar y dejó claro que cualquier idea que no incluya el reforzamiento de la seguridad fronteriza, sobre todo el muro con México, era una “total pérdida de tiempo”.
Día de furia tuitera
El evento en Cincinnati fue el corolario de una jornada en la que el presidente amaneció combativo, tras pasar el fin de semana en su resort de Mar-a-Lago, en Florida.
Temprano en la mañana, Trump había cuestionado la voluntad de los demócratas de lograr un acuerdo para arreglar la situación de los dreamers, calificó de “mentiroso” al demócrata de mayor rango en el comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Adam Schiff, y agradeció a Fox News por “exponer la verdad” ante los demás “mentirosos” medios de comunicación.
Incluso, el mandatario cazó una fugaz pelea con el gobierno de Reino Unido, el “aliado especial” de Washington, cuando criticó su sistema de salud pública al decir que los demócratas aspiraban algo similar en EEUU mientras los británicos están en las calles protestando contra el sistema (cuando lo cierto es que unas manifestaciones del fin de semana exigían al gobierno dotarlo de más fondos para que funcione mejor, no deshacerse de él)
El ministro de Salud británico Jeremy Hunt respondió en Twitter a Trump diciéndole que estaba orgulloso de vivir en un país “en el que todos tienen cuidados de salud, sin importar el tamaño de su chequera” y aseguró que esos mismos que se manifiestan en Londres no querrían vivir en un país en el que 25 millones de personas no tiene seguros de salud, en clara referencia a EEUU, única nación desarrollada que no tiene un sistema de cobertura de salud que ampare a todos los ciudadanos.
Es notable que ese evento en Ohio, que estaba marcado como un acto de gobierno para promover la reforma de impuestos terminó teniendo el típico tono de un acto de campaña electoral, con el presidente pidiendo a la población apoyar a los candidatos republicanos a las elecciones parlamentarias de medio término que se realizarán en noviembre.
Así que, menos de una semana después de un discurso que muchos alabaron por pausado y hasta “presidenciable” (al menos para los estándares de Trump) el político díscolo vuelve a aparecer.



































