Los hijos de inmigrantes que viven en Estados Unidos pesan casi lo mismo que sus madres. Esto, sin embargo, no ocurre con sus nietos, ni bisnietos, quienes se integran mejor al país y como consecuencia, empiezan a pesar igual que los nativos. Es decir: mucho más.
Ser inmigrante en Estados Unidos engorda
Los niños inmigrantes de tercera generación tienden a ser más pesados, más altos, tienen un mayor índice de masa corporal y son más propensos a tener asma que los niños inmigrantes de primera y segunda generación, según un estudio reciente.


Los niños estadounidenses no inmigrantes tienden a tener más sobrepeso y problemas de salud derivados de malos hábitos alimenticios que los recién llegados.
A esta conclusión llegó la profesora de políticas públicas de la Georgetown University Adriana Kugler, coautora del estudio: 'La persistencia intergeneracional de la salud: ¿Los inmigrantes se vuelven más saludables mientras más generaciones se mantienen Estados Unidos?', publicado en días recientes.
"Desafortunadamente, mientras más generaciones permanecen las familias inmigrantes en el país, sus hijos tienden a asemejarse más en términos de obesidad a los nativos”, comentó Kuglerb a Univision Noticias. “Tendemos a pensar que una mayor asimilación a la sociedad es una cosa buena y en realidad lo es si estás pensando en términos de educación, en la capacidad de dominar el idioma, en el tipo de trabajo al que se aspira después en la vida, pero en términos de salud curiosamente los niños nativos tienden a tener un peor desempeño”, añadió.
En la investigación Kugler y su colega Mevlude Akbulut-Yuksel utilizaron una base de datos de la Oficina de Estadísticas Laborales para estudiar a mujeres nacidas en 1979, a sus hijos y a sus nietos.
“Vimos lo que pesaban las madres cuando tenían 20 años y luego lo que pesaron sus hijos a la misma edad. En familias de inmigrantes 70% del peso de los niños se puede predecir, comparado con 50% en familias nativas”, señaló Kuglerb.
En el estudio también evaluaron qué tan hereditarios son la depresión, el asma, el peso y la altura, y encontraron que, aunque no tanto como en el peso, los niños empezaban pareciéndose a sus madres y con el paso de las generaciones más a sus pares.
Es decir, al llegar al país los inmigrantes tenían menor peso, altura e índice de masa corporal, pero esto fue cambiando con el paso de los años. “Los niños inmigrantes de tercera generación son más pesados, más altos, tienen un mayor índice de masa corporal y son más propensos a tener asma que los niños inmigrantes de primera y segunda generación”, escribieron en el estudio.
Las implicaciones
Kuglerb narra que la investigación nació de una preocupación muy personal. De origen chileno y casada con un colombiano cuando se mudó hace unos años a Houston, Texas, conocida informalmente según la investigadora como la ciudad “más gorda” del país, notó que sus hábitos alimenticios empezaron a cambiar dramáticamente.
“Veníamos de España donde se come mucho pescado, muchos vegetales y llevábamos una dieta muy saludable. En Houston empezamos a comer mucha carne y comida procesada, por ejemplo. Yo tengo hijos y eso me preocupaba enormemente”, narra Kuglerb, quien fue economista jefe en el Ministerio de Trabajo, durante la administración de Obama entre 2011 y 2012.

Los resultados de la investigación, según la investigadora, deberían motivar políticas públicas que enseñen a los inmigrantes que es positivo mantener los hábitos alimenticios de su lugar de origen. También a crear conciencia de que los niños descendientes de familias de inmigrantes, así sean de segunda y tercera generación, deben ser sometidos a evaluaciones regulares para vigilar que no tengan sobrepeso, antes de que sea más difícil corregir el problema.
Una limitación del estudio, comentó Kuglerb, es que la base de datos escogida no es lo suficientemente grande como para saber cómo cambian estos resultados según el país de origen de las madres, algo en lo que quisieran ahondar en el futuro. También quisieran estudiar qué ocurre en los hijos de las parejas de distintos orígenes raciales.
“En este momento no podemos saber qué pasa si una persona viene de México, si viene de China o si viene Pakistán. Nos interesa muchísimo en el futuro poder distinguir entre diferentes grupos de origen, diferentes países, inclusive entre regiones de Latinoamérica, donde pueden haber diferencias grandes”, agregó Kugler, quien se encuentra actualmente en el Center for American Progress.








