Giorgio Armani, el diseñador italiano que convirtió el concepto de la elegancia discreta en un imperio de la moda valorado en miles de millones, falleció a los 91 años en su casa, según informó su casa de moda.
Muere a los 91 años el diseñador italiano Giorgio Armani
Armani había construido un imperio valorado en más de 10,000 millones de dólares que, además de ropa, incluía accesorios, mobiliario del hogar, perfumes, cosméticos, libros, flores e incluso chocolates, lo que lo situaba entre los 200 mayores multimillonarios del mundo, según Forbes.

Armani, uno de los nombres y rostros más reconocibles de la industria global de la moda, se perdió por primera vez la Semana de la Moda de Milán en junio de 2025, durante las presentaciones de la moda masculina primavera-verano 2026, para recuperarse de una dolencia no revelada. Planeaba un gran evento para celebrar los 50 años de su firma homónima, Giorgio Armani, durante la Semana de la Moda de Milán este mes.
A partir de una chaqueta sin forro, un sencillo pantalón y una paleta urbana de colores, Armani situó el prêt-à-porter italiano en el mapa internacional a finales de los años setenta, creando una silueta relajada e inmediatamente reconocible que ha impulsado a la casa durante medio siglo.
De la oficina ejecutiva a la pantalla de Hollywood, Armani vistió a ricos y famosos con estilos clásicos a medida, confeccionados en tejidos ultrasuaves y tonos apagados. Sus impecables esmóquines y deslumbrantes vestidos de noche solían acaparar las miradas en las alfombras rojas de la temporada de premios.
En el momento de su muerte, Armani había construido un imperio valorado en más de 10,000 millones de dólares que, además de ropa, incluía accesorios, mobiliario del hogar, perfumes, cosméticos, libros, flores e incluso chocolates, lo que lo situaba entre los 200 mayores multimillonarios del mundo, según Forbes.
El diseñador también era propietario de varios bares, clubes, restaurantes y de su propio equipo de baloncesto, EA7 Emporio Armani Milan, más conocido como Olimpia Milano. Desde 1998 abrió más de 20 restaurantes entre Milán y Tokio, así como dos hoteles: uno en Dubái en 2009 y otro en Milán en 2010.
Armani, él mismo como fundamento de su estilo
El estilo Armani comenzaba por el propio Giorgio Armani: sus penetrantes ojos azules enmarcados en un bronceado permanente y un temprano mechón plateado, sus inseparables vaqueros y camiseta como uniforme de trabajo, y la decoración minimalista de sus residencias privadas.
Su visión de la moda era la de una elegancia relajada, donde la atención al detalle marcaba la diferencia.
“ Diseño para la gente real. No hay ninguna virtud en crear ropa y accesorios que no sean prácticos”, solía decir cuando le preguntaban por su clientela.
En la conversación, la sonrisa desarmante y los modales suaves del diseñador ocultaban al duro hombre de negocios capaz de convertir su talento creativo en un imperio de moda valorado en más de 10,000 millones de dólares. Nunca hubo fusiones ni ventas: Re Giorgio ('Rey Jorge'), como lo llamaban los italianos, siempre fue su propio jefe.
Nacido el 11 de julio de 1934 en Piacenza, una pequeña ciudad al sur de Milán, Armani soñó con ser médico antes de que un trabajo a tiempo parcial como escaparatista en unos grandes almacenes de Milán le abriera los ojos al mundo de la moda.
En 1975, Armani y su socio Sergio Galeotti vendieron su Volkswagen por 10,000 dólares para lanzar su propia marca de moda masculina prêt-à-porter, una expresión francesa que significa literalmente “listo para usar". La línea femenina llegó un año después.
El símbolo de su nuevo estilo fue la chaqueta deportiva sin forro, lanzada a finales de los setenta, que se convirtió de inmediato en un éxito desde Hollywood hasta Wall Street. El diseñador la combinó con una camiseta sencilla, prenda que denominaba “ el alfa y el omega del alfabeto de la moda”.
El traje Armani pronto se convirtió en imprescindible en el armario del hombre adinerado. Y para las mujeres, la introducción del pantalón de vestir en los despachos ejecutivos fue poco menos que revolucionaria. Apodado ' power suit', con su chaqueta de hombros marcados y pantalones de corte masculino, se convirtió en el sello de la clase emergente de mujeres de negocios en los años ochenta.
Con los años, Armani suavizaría el look con detalles delicados, tejidos lujosos y tonos más luminosos sobre su base de beiges y grises. Su insistencia en pantalones y chaquetas llevó a algunos críticos a calificar su moda de “andrógina”.
Armani conquista Hollywood
El clásico del cine de 1980 ' American Gigolo' lanzó a Armani y al actor Richard Gere en sus carreras en Hollywood. Vestido de Armani, Gere se convirtió en el nuevo galán de Estados Unidos, y 'Geeorgeeo', como lo apodaban, en el diseñador favorito de la élite glamorosa.
La conexión con Hollywood le valió créditos de vestuario en más de 200 películas y, en 2003, un lugar en el 'Walk of Fame' de Rodeo Drive.
Las noches de los Óscar siempre brillaban: trajes impecables para ellos y vestidos deslumbrantes para ellas. El ganador a mejor actor en 2009, Sean Penn, recogió su estatuilla con un conjunto negro sobre negro de Armani, mientras la candidata a mejor actriz Anne Hathaway desfiló con un vestido blanco palabra de honor de la colección de alta costura Armani Privé de esa temporada.
Otros devotos de larga data incluyeron a Jodie Foster, George Clooney, Sophia Loren y Brad Pitt. David y Victoria Beckham fueron la imagen de su campaña de ropa interior en 2009.
Tan significativo fue el impacto del estilo Armani —no solo en la forma de vestir, sino en la manera de entender la moda— que en el año 2000 el Museo Guggenheim de Nueva York presentó una retrospectiva de sus primeros 25 años de carrera.
“Me encantan las cosas que envejecen bien, las que no se quedan anticuadas y se convierten en ejemplos vivos de lo absoluto mejor”, dijo Armani sobre su búsqueda creativa.
Armani, más más allá de la moda
Hoy, el imperio Armani cuenta con más de 9,000 empleados, con mujeres ocupando la mitad de los puestos ejecutivos, además de siete centros industriales y más de 600 tiendas en todo el mundo, según cifras de 2023. Además de ropa y accesorios, la empresa produce perfumes, cosméticos y mobiliario del hogar, y también vende sus propios dulces, flores e incluso libros. En febrero de 2009, el diseñador abrió su quinto multimarcas en la lujosa Quinta Avenida de Nueva York.
En el terreno de las aficiones vinculadas a la moda, Armani era dueño de varios bares, restaurantes y clubes, así como del equipo de baloncesto. Pasaba su tiempo libre en retiros en Broni (en el campo cerca de Milán), en la isla de Pantelleria (frente a Sicilia) y en Saint-Tropez (en la Riviera francesa). Cada casa llevaba el sello Armani: paredes desnudas, piezas clave, pocos adornos.
Como muchos de sus colegas, Armani trató de devolver parte de la fama y la fortuna acumuladas durante la edad de oro de la “moda milanesa”. Participó personalmente en varias organizaciones benéficas dedicadas a los niños y fue un firme defensor de la lucha contra el VIH/sida. En 2002 fue nombrado embajador de buena voluntad de la ONU para los refugiados.
Su socio Galeotti murió en 1985. Armani no tuvo hijos, pero mantuvo una gran cercanía con su sobrina Roberta, hija de su difunto hermano Sergio. Ella abandonó una incipiente carrera cinematográfica para convertirse en su directora de relaciones públicas, y a menudo representaba a su tío, que no era muy dado a las fiestas, en actos sociales. En años posteriores fue una figura clave de enlace con el mundo de las celebridades.
En 2006, orquestó la boda de alto perfil de los actores Tom Cruise y Katie Holmes en un castillo medieval a las afueras de Roma, mientras el tío Giorgio diseñaba los atuendos de la novia y el novio.
Armani había señalado que, al considerar la sucesión, pensaba en su jefe de moda masculina de larga trayectoria, Leo Dell’Orco, y en su sobrina Silvana Armani, responsable de la moda femenina.
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