Un moderador amable y preguntas fáciles: así fue el ensayo de Trump para el segundo debate

El candidato preparó la cita de St. Louis en New Hampshire rodeado de incondicionales y volvió a mezclar delincuencia e inmigración.

Video Trump ensaya para su próximo debate, durante su plática en New Hampshire

Cuatro días antes del segundo debate presidencial, el entorno de Donald Trump preparó este jueves un evento especial en un pueblo de New Hampshire. Llenó una sala pequeña con un puñado de seguidores, escogió un moderador favorable y organizó una especie de ensayo de lo que el candidato se encontrará este domingo en St. Louis.

Trump se sometió a lo que aquí se conoce como un town hall: un evento en el que el candidato responde preguntas de los votantes sin apenas intervención del moderador. Ese será el formato del debate de este domingo.

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Pero al llegar el candidato negó que se tratara de un ensayo general. “Esto no tiene nada que ver con lo del domingo”, dijo con una sonrisa pícara. “No estoy aquí para preparar el debate. Hillary dice que está descansando pero en realidad está preparando el debate. Yo quería estar con la gente de New Hampshire. Ella sólo quiere descansar”.

Muchas pistas apuntaban justo lo contrario: que el evento era una fórmula que había ideado su entorno para hacer ensayar a Trump. En New Hampshire estaba el gobernador Chris Christie, al que la campaña recurrió después del fiasco del primer debate.

El candidato se movía por la sala con el micrófono como hará en St. Louis y el moderador recordó que el cronómetro marcaría dos minutos para cada respuesta. “Avísame cuando pase el tiempo sólo si lo estoy haciendo mal”, bromeó Trump.

El evento lo moderó Howie Carr, un locutor cuyo programa tiene una audiencia notable entre los conservadores de New Hampshire. Carr advirtió al principio que el acto duraría una hora y que incluiría unas 20 preguntas escogidas entre quienes las escribieran de antemano en unas tarjetas. Es decir, a ninguno de los presentes le dejarían el micrófono para hacer una pregunta a Trump.

Hillary Clinton adoptó una estrategia similar durante su evento con estudiantes en Bedford el miércoles pasado. Al igual que entonces, el objetivo de los republicanos ahora era controlar cada detalle unas horas antes del segundo debate presidencial. Pero el efecto no fue el mejor para la campaña en un estado donde este tipo de eventos con preguntas son una tradición muy especial.

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Asambleas ciudadanas

Durante las primarias de este año, todos los aspirantes hicieron town halls o asambleas ciudadanas y en los eventos siempre se formulaban preguntas originales y reflexivas que obligaban a los aspiran a los candidatos a abandonar por unos minutos sus eslóganes y reflexionar en voz alta sobre los problemas del país.

El evento de Trump en New Hampshire no fue así. Trump empezó recitando las pocas encuestas favorables de las últimas horas y el moderador fue formulando preguntas de los incondicionales del candidato, que estaban en la sala pero no pudieron hablar.

Un vecino de Bedford quería saber si Trump se había contenido durante el primer debate contra Clinton. “Así es, me contuve”, dijo el candidato antes de quejarse de nuevo del micrófono y de añadir que esta vez “preferiría hablar de políticas públicas en lugar de llevarla al barro personal”.

No parece probable que Trump escuche en St. Louis preguntas como las que le formularon este jueves en New Hampshire.

Una mujer le dijo qué le diría “a los hispanos que no le apoyan engañados por los medios progresistas”. Un vecino le preguntó cuáles eran “los peores fracasos de Barack Obama en política exterior” y otro qué consejo les daría a los jóvenes para alcanzar el sueño americano. “Les diría que no se rindan”, dijo Trump. “Uno tiene que hacer lo que le gusta. No deben hacer caso si sus padres les dicen que hagan otra cosa. Pero sobre todo no deben rendirse. Los tipos más exitosos que conozco no se rinden nunca y no toman un no por respuesta”.

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Sin preguntas incómodas

No hubo una sola pregunta incómoda para el candidato, que respondió entre risas a sus seguidores y regurgitó eslóganes familiares como el retorno de los empleos a Estados Unidos o la falsa relación entre delincuencia, muertes por heroína e inmigración.

Al final el moderador leyó la pregunta de una mujer que quería saber cuál era el mejor recuerdo de su infancia. Trump recordó una escena de su padre: “Le oía negociando por teléfono con un electricista o con un fontanero. Siempre estaba negociando y aquello se me quedó. Eso es lo que necesitamos ahora: alguien capaz de negociar porque están estafando a nuestro país”.

En St. Louis el candidato se enfrentará a un evento mucho más difícil. Tendrá enfrente a su adversaria demócrata y no preguntarán sus seguidores sino un grupo de indecisos seleccionados por la firma Gallup y dos moderadores tan incisivos como Martha Raddatz y Anderson Cooper.

Esta vez ha escuchado los consejos de los asesores que le pedían que preparara el debate. Este domingo quedará claro si sirvió este ensayo general.