¿Asesinos a sueldo? Qué pasó con los exsoldados colombianos vinculados al magnicidio en Haití

Fue durante una reunión familiar en la primera semana de abril, es semana santa, cuando Yenni Capador se enteró del reclutamiento de su hermano por parte de una empresa de seguridad que opera en Haití.
Ella estaba visitando la granja de la familia en Armenia, en la región cafetera montañosa al oeste de Bogotá, cuando su hermano, un exsoldado de 40 años, Duberney Capador, recibió una llamada vía WhatsApp de un amigo de su época en el ejército colombiano.
"Mi hermano al recibir esa llamada tenía muchísima alegría, él estaba con ganas de salir del país para trabajar", dijo a Univision Noticias.
"'Gorda, me convocaron'", le dijo. "'Van a pagar muy bien, nos van a pagar en dólares'", dice ella que le dijo.
Así comenzó la historia de los exmilitares colombianos que viajaron a Haití en junio y terminaron acusados en el asesinato del presidente del país, Jovenel Moise, la noche del 7 de julio.
Hoy, tres están muertos y 18 de ellos se encuentran en la Penitenciaría Nacional de Haití esperando su destino mientras se lleva a cabo una investigación.
A pesar de llevar más de seis semanas retenidos, ninguno de los hombres ha sido acusado oficialmente de un delito y carecen de representación legal. Sólo se les ha permitido una comunicación limitada con sus esposas y otros familiares en su país.
Señales contradictorias
El gobierno de Colombia ha reaccionado de forma mixta a la noticia, por un lado reconociendo el papel de sus exsoldados en el asesinato, pero también ofreciendo apoyo a sus familias.
La vicepresidenta y canciller de Colombia Marta Lucía Ramírez se reunió con las familias el lunes y les manifestó "que la situación ha sido injusta con nuestro país".
Añadió que los hombres "contarán con la defensa jurídica y la repatriación de los cadáveres de sus familiares en pocos días".
Univision Noticias habló con familiares de ocho de los hombres, así como con José Espinosa, un veterano colombiano que representa a las familias de los exsoldados.
Con una sola voz afirman que son víctimas de una "trampa"; y que no tuvieron parte en el asesinato. Por el contrario, creen que fueron inculpados involuntariamente por otros que, según ellos, trabajaban con políticos - y policías - corruptos de Haití.
"Ellos fueron enganchados. No son asesinos, no son mercenarios", dijo Espinosa.
Todo empezó bien
Al principio, todo parecía estar bien, dijo Yenni Capador, que se alegraba de que su hermano hubiera encontrado por fin un trabajo bien remunerado.
Los mensajes de reclutamiento mencionaron explícitamente que el gobierno de Estados Unidos estaba detrás de la operación. "Es un proyecto con buenas garantías, bajo la ley, pensando en el bienestar de Haití", contó Capador a su hermana.
La empresa buscaba contratar a decenas de exsoldados para un proyecto a largo plazo pagando 3,000 dólares al mes, un buen sueldo para un soldado retirado con una pensión de 500 a 700 dólares al mes. Hablaron de un equipo total de hasta 400 a 500 hombres.
"Cuando una sale de las fuerzas militares no sale en las mejores condiciones ni en beneficio y reconocimientos a diferencia de los veteranos de otros países como Estados Unidos", dijo Espinosa.
El hombre que hacía el reclutamiento era un exentrenador de las fuerzas armadas colombianas que ahora vive en Estados Unidos y que se hacía llamar Arcangel Pretel, aunque Univisión ha sabido que ese no era su verdadero nombre. Dubernay Capador había trabajado con él en los años 90 como parte de una unidad de élite, el Bloque de Búsqueda que perseguía a narcotraficantes en la ciudad de Cali.
"Mi hermano se dejó llevar por la amistad, por la lealtad, la experiencia de conocerlo, la confianza", dijo Yenny Capador.
El verdadero nombre de Pretel es Gabriel Pérez, un experto en seguridad que entrenó a soldados colombianos en la década de 1990, según fuentes policíacas en Colombia. Luego se trasladó a Florida con su nueva identidad, donde ayudó a crear una empresa en la Academia Federal de la Unidad Antiterrorista de 2019, según los registros de Florida.
Su socio, Antonio 'Tony' Intriago, un estadounidense de origen venezolano, también figura en los registros de Florida como único propietario de una empresa de nombre similar, CTU Security.
Pretel tenía estrechos vínculos con el FBI, según los abogados de Intriago.
'Primer Vuelo'
Crearon un grupo de avanzada líderado por Capador, el sargento Mauricio Romero y el excapitán Germán Rivera, alias 'Colonel Mike', y luego un grupo más grande, denominado 'Primer Vuelo', al que seguirían otros.
Al final, sólo 24 personas hicieron el viaje, ya que varios abandonaron y otros se enfermaron de covid-19.
La mayoría de los hombres salieron de Bogotá el 4 de junio en un vuelo de Avianca hacia la República Dominicana antes de cruzar la frontera en auto dos días después. Algunos de los hombres enviaron fotos de su estancia en Santo Domingo a sus familias.
Si se trataba de un escuadrón clandestino "no se hubieran mostrado públicamente", dijo Naty Guerrero, la esposa del soldado detenido Carlos Guerrero.
Sus días en Haití lo pasaron haciendo ejercicio y tomando clases de idiomas en una casa con piscina en la capital, Puerto Príncipe. "Estaban contentos, mandaban fotos. En ningún momento se escondieron", dijo Irene Gómez, la madre de dos hermanos que fueron reclutados.
El 22 de junio, la CTU hizo una presentación a su equipo de colombianos, explicando que iban a trabajar con el gobierno para ayudar a proporcionar seguridad a una serie de proyectos respaldados por inversores. La empresa mostró videos de dos proyectos de energías renovables del tipo que podrían tener que proteger, según el audio grabado por uno de los exsoldados y remitido a Univisión.
Construir un
"
nuevo Haití"
El proyecto también estaba respaldado por otra empresa de préstamos del sur de Florida, Worldwide Capital, que, según Intriago, era un gran conglomerado de 200 empresas.
Intriago dijo al grupo que la CTU tenía una gran experiencia trabajando con gobiernos extranjeros y el Departamento de Justicia de Estados Unidos para ayudar a llevar a los criminales internacionales ante la justicia. Había realizado operaciones en todo el mundo, desde Irak y Somalia hasta Brasil, dijo Intriago.
Pero, sobre todo, habló de ayudar a construir "un nuevo Haití", entrenando a la policía y proporcionando seguridad a proyectos de infraestructura, desde aeropuertos hasta plantas hidroeléctricas. "Los inversores no vendrán aquí sin seguridad", dijo.
Al final de la presentación, un recluta colombiano, claramente impresionado por lo que acababa de escuchar, declaró: "Vamos a estar con todo nuestro profesionalismo y entusiasmo".
En ninguna de esas reuniones se habló de un derrocamiento violento del gobierno, dicen las mujeres. "Ellos hacían seguridad, eso era lo que sabían. Quedó muy claro", dijo Naty Guerrero.
El predicador
La CTU dijo que había sido contratada por un haitiano-estadounidense, el pastor evangélico Christian Sanon, que llevaba años predicando la necesidad de un gobierno de transición para Haití que erradicara la corrupción.
Pero Sanon era casi desconocido políticamente en Haití. Radicado en Florida, Sanon tiene un historial empresarial complicado, con numerosas empresas de corta duración y sin éxito, y una bancarrota.
Sin embargo, se jactó de que la operación estaba financiada por un grupo de ricos e influyentes patrocinadores y por los ingresos de la venta de varias propiedades de lujo frente al mar en Haití.
El pastor dijo a otros que estaba en una misión médica para construir un hospital moderno en Haití. Aceptó comprar una propiedad de 3.8 millones de dólares y se instaló en un hotel lujoso en Petionville, aunque nunca llegó a hacer el pago inicial, según el propietario.
Al mismo tiempo, Sanon se reunía con un grupo de políticos de la oposición. Las fotos lo muestran en una sala con una bandera haitiana y otra estadounidense, junto a Intriago y el exsenador John Joel Joseph, ahora detenido. También estaban presentes Capador y Rivera, el exsoldado colombiano conocido por el grupo como 'Coronel Mike'.
Hubo otras reuniones, incluida una en la casa del propietario de una empresa de seguridad haitiana el 8 de junio, en la que se discutió un extraño plan para detener a 34 empresarios y funcionarios gubernamentales haitianos implicados en el tráfico de drogas y el blanqueo de dinero.
Aunque Sanon no asistió, entre los participantes se encontraban el ex senador Joseph, un narcotraficante haitiano, Rodolphe Jaar, que salió de la cárcel en Estados Unidos en 2016, y Joseph Badio, un ex funcionario del Ministerio de Justicia que fue despedido unos meses antes por presunta corrupción.
Badio buscaba un equipo de seguridad para ayudar a realizar las detenciones, con el supuesto respaldo del gobierno de Estados Unidos. Los participantes obtendrían una parte de los bienes incautados, dijo, según un documento legal proporcionado a Univision.
Cuando Badio no pudo presentar ninguna orden de arresto, la reunión se dio por terminada.
El plan se desmorona
El 5 de julio, Yenny Capador describió haber recibido un video de su hermano en una barbacoa en un patio. "Estaban felices, asando la carne", dijo.
El soldado retirado se quejó después de que había comido demasiado. Su hermana se burló de él: "'Eso te pasa por ser tragón'", dijo.
Pero, el plan ya había empezado a desbaratarse. Los colombianos dicen que nunca recibieron los cheques de pago prometidos. Dos de los colombianos incluso renunciaron y regresaron a su país.
Los abogados de Intriago afirman que "se hicieron pequeños pagos a los contratistas de seguridad colombianos, como se había acordado". Intriago también utilizó parte del dinero para pagar sus billetes de avión desde Colombia.
Pero, Intriago estaba cada vez más preocupado por el aumento de las facturas que ascendían a unos 172,000 dólares.
Sanon e Intriago discutieron sobre quién debía pagar los diferentes elementos del proyecto. Según los abogados de Intriago, Sanon debía hacer un pago por el salario de los colombianos, previsto para el 6 de julio, que nunca se efectuó. "Tony no estaba contento con Sanon", dijo uno de sus abogados, Joseph Tesmond.
El 3 de julio, Sanon y su equipo fueron expulsados de su hotel, ya que no habían pagado su factura, según el proprietario.
Sanon hizo una llamada frenética a un amigo de confianza en Florida diciendo que había sido abandonado por sus guardaespaldas colombianos después de no poder pagarles, según The Miami Herald.
Orden de arresto
Pocos días despues, los abogados de Intriago dicen que recibió la noticia de que su equipo de seguridad colombiano estaba siendo solicitado para cumplir una orden de arresto contra el presidente Moïse por asesinato.
Los abogados dicen que Intriago no tenía idea de por qué había cambiado el plan o qué vendría después. Era "víctima de un elaborado plan de individuos haitianos para asumir el poder mediante una agenda y unas acciones que el señor Intriago desconocía".
El asesinato y 4 "confesiones"
Un día antes de la operación del 7 de julio, Badio, el exfuncionario del Ministerio de Justicia haitiano, dio la orden al excapitán Rivera, alias 'Colonel Mike', que el nuevo plan era asesinar al presidente, según las pruebas contenidas en un detallado informe de la policía haitiana, con el apoyo del FBI y autoridades colombianas.
Para convencerlos, les proporcionaron información sobre un supuesto gran alijo de dinero en efectivo en la casa, parte del cual se les permitiría conservar como recompensa, según revelo a la Unidad Investigativa del periodico colombiano El Tiempo, que obtuvo una copia del informe.
Cuatro miembros del equipo de asesinos han confesado a las autoridades sobre la operación, según 15 horas de audios de interrogatorios filtrados al medio colombiano Noticias Caracol.
Rivera avisó al resto del grupo "que había que matar a todo el mundo... a la policía, a la seguridad del presidente, a todos los que estaban dentro de la casa", de acuerdo con uno de los audios revelados por Caracol.
"Mike nos dijo que nos tocaba 'pelar' al presidente", dijo el subteniente (r) Jheyner Carmona Flórez. Tenían tres tareas: la primera era capturar al presidente, la segunda era llevar todo el sistema de cámaras y la tercera eran unas maletas con dinero, constató en su 'confesión'.
El día del ataque los exsoldados colombianos recibieron armas de Jaar, el narcotraficante haitiano, según las grabaciones.
El informe de Caracol no aclara cuánto dinero encontraron y dónde fue a parar. Tampoco dice cómo Caracol obtuvo los audios o si las 'confesiones' fueron legalmente grabadas en la presencia de un abogado.
El plan original de brindar seguridad a Sanon fue abandonado aparentemente cuando los colombianos descubrieron que Sanon no tenía seguidores políticos en Haití.
A los exmilitares se les entregó una orden de arresto fraudulenta para Moise, con la que pretendían justificar la operación. Horas después la orden fue encontrada tirada en la calle mojada y arrugada.
Según el informe policial, los colombianos se dividieron en diferentes grupos. Un grupo llamado 'Delta', formado por los mejores soldados, exmiembros del comando especial antinarcóticos del Ejército, entre ellos Capador y el sargento Romero, se les asignó la tarea de matar al presidente y apoderarse del dinero.
Los acompañaban Badio, cuatro policías locales y James Solages un estadounidense de origen haitiano que trabajaba con el equipo de seguridad CTU Security.
Llegaron a la residencia del presidente en las colinas de la capital alrededor de la 1:30 de la madrugada e irrumpieron en ella bajo una lluvia de disparos. Sorprendentemente, apenas encontraron resistencia por parte del equipo de seguridad del presidente, que normalmente cuenta con 30-40 personas fuertemente armadas.
Un miembro del equipo de seguridad se escondió bajo su vehículo en el patio, sin poder alcanzar su arma en el interior. "No podía moverse. Hicieron disparos supresivos. Fue intenso", dijo más tarde a un amigo que habló con Univision.
A la 1:34 de la madrugada, Moïse marcó a Jean Laguel Civil, coordinador de la seguridad presidencial. "Su excelencia, ¿qué está pasando?". dijo Civil que preguntó, en una entrevista con The Wall St Journal .
"Envíen refuerzos", dijo que pidió Moïse. "Vengan, sálvenme".
En el exterior, una de las unidades colombianas pidió a la policía haitiana que se mantuviera alejada. En un video tomado por testigos se oye a alguien con acento estadounidense hablar en inglés por un megáfono: "Todo el mundo retírese. Operación de la DEA".
Las pruebas del informe policial indican que quien hablaba era James Solage, de CTU Security. Junto a él estaba otro haitiano-estadounidense, James Vincent, un expolicía de Haití que trabajó durante más de una década para la DEA como informante encubierto de gran confianza, según su abogado.
La DEA ha reconocido que uno de sus informantes estaba involucrado en la operación y recomendó inmediatamente que se entregara a las autoridades.
Al mismo tiempo, la DEA ha negado cualquier vínculo directo con en complot del asesinato. "Estos individuos no actuaban en nombre de la DEA", dijo en un comunicado.
Según los audios, el exsoldado Víctor Pineda fue quien disparó al presidente, según sus compañeros, aunque Caracol no dijo si había confesado. Pineda entró en la habitación con un fusil M4. Moïse recibió 12 disparos.
Antes de abandonar la residencia, uno de los colombianos supuestamente tomó una foto con su teléfono móvil del presidente muerto en el suelo de su habitación. La autopsia demostró posteriormente que tenía 12 heridas de bala. Su esposa, Martine Moïse que presenció el tiroteo, ha declarado que fue abatido a sangre fría, al estilo sicario. Dijo a The New York Times que oyó a los asesinos hablar en español.
Unos minutos más tarde, los asesinos salieron supuestamente de la casa cargando bolsas y cajas de dinero y se marcharon en las furgonetas en las que llegaron, según el informe policial.
Pero su huida fracasó. Badio y los cómplices de la policía haitiana desaparecieron y los contratistas decidieron ir al Palacio Presidencial para la jura de un nuevo presidente, con la esperanza de ser protegidos.
Pero la policía haitiana les bloqueó el paso, y tuvieron que refugiarse en una casa, esperando un rescate que nunca llegó.
"Te voy a prender una velita"
Yenny Capador dice que lo primero que supo de lo ocurrido fue cuando su hermano la llamó. La caza de los que participaron en el magnicidio estaba en pleno apogeo en Puerto Príncipe.
"Sólo me dijo que mirara las noticias. Que habían llegado tarde donde iban a ir y que él no había sido", dijo. "Los tenían acorralados en una casa y que la policía les estaba disparando", añadió.
Capador rogó a su hermana que no dijera nada a su madre, para evitarle los nervios. "Sólo me quedaba rezar, pedirle a Dios que todo se iba a mejorar. Me dijo que tuviera calma, que ellos iban a tratar de organizar su salida", dijo.
"Yo le dije 'te voy a prender una velita de la Virgen del Carmen para que te cuide, te proteja'", añadió.
La última vez que hablaron eran las 17:46 en Haití, una hora más tarde en Bogotá. "Me dijo que estaba bien. Me mandó unas manitos 🙌 y de allí nunca recibí más información de él".
Ahora se sabe que 11 de los colombianos huyeron a la embajada de Taiwán, donde luego se entregaron a la policía haitiana. Pero el misterio rodea lo que ocurrió con Capador, que fue encontrado muerto tras un supuesto tiroteo, junto con Romero y otro colombiano de nombre Miguel Garzón.
El informe de la policía dice que Capador y Romero fueron encontrados con varias armas, unos 50,000 dólares en efectivo, así como algo de moneda haitiana.
Otros siete colombianos fueron arrestados en la casa, al parecer sin intentar escapar relajados y aparentemente imperturbables a los acontecimientos del día anterior.
La policía sigue buscando a uno de los presuntos asesinos, el exsoldado Mario Palacios, que desapareció sin dejar rastro.
Pruebas contaminadas
Las familias de los veteranos colombianos siguen convencidas de que los soldados no fueron responsables del asesinato. Alegan que las pruebas en el lugar de los hechos indican que los cuerpos de Capador y Romero fueron trasladados antes de que llegaran los investigadores.
"Todo lo que ha salido está bajo presión y tortura", dijó Espinosa.
Algunos de los detalles del asesinato en el informe de Caracol eran "ilógicos", insistió. En particular, dijo que las heridas de bala en el cuerpo del presidente no parecían ser consistentes con una rafaga de un potente rifle M4.
Además, los profesionales no gastan balas en sus víctimas, dijo Espinosa, señalando que Romero y Palacios eran francotiradores de alta precisión. "Con dos disparos hubiesen dado de baja al presidente", dijo.
Los expertos en derechos humanos advierten que la escena del crimen está tan contaminada por los retrasos en la recogida de pruebas, que no se puede confiar en los informes policiales. Los investigadores de la escena del crimen han denunciado que a la policía no se les permitió entrar en la residencia del presidente durante varias horas y, al parecer, ni uno solo de los guardias del presidente estaba presente cuando finalmente se les permitió entrar.
Si los testimonios fueron grabados sin la presencia de un abogado, podrían invalidarse como prueba en un juicio futuro.
Hay dudas también sobre el botín de dólares. Salvo el dinero encontrado con los cuerpos de Capador y Romero, no hay evidencia de dólares, tampoco en las imágenes de las capturas a los soldados.
Y la primera dama en sus dos entrevistas concedidas a CNN y The New York Times, tampoco lo mencionó.
Encima de todo, varios funcionarios judiciales implicados en la investigación han denunciado haber recibido amenazas de muerte. Uno de ellos fue asesinado el miércoles por la noche, y fue encontrado degollado. El juez del caso renunció el viernes pasado por "razones personales" y la falta de seguridad.
Mensajes
Los familiares de los exsoldados colombianos exigen que se les permita hablar con ellos. Hasta ahora lo único que se ha permitido son cartas y algunos mensajes de voz, enviados a través de la Cancillería.
"Solicitamos una llamada telefónica o una videollamada, o algo que nos pudiera expresar su estado de salud real, su estado físico, pero no fue posible", dijo Naty Guererro.
Las cartas no revelan mucha información, pero llevan un mensaje coherente, según Guerrero. "Son sencillas. Dicen 'No somos asesinos, no somos mercenarios'", dijo.
Traicionado
Lo que han conocido de la investigación en la prensa colombiana hasta ahora deja "más preguntas que respuestas", dijo Guerrero. "Toda la información está fragmentada, es a la escondida, incógnita. Este señor (Moïse) estaba solo, no tenía un esquema de seguridad que respaldara su seguridad y su familia", agregó.
El empleador de los colombianos, CTU Security, está de acuerdo. "Los contratistas de seguridad no tuvieron nada que ver con la muerte del presidente", insistieron los abogados de Intriago en un
Varios altos cargos de la policía, entre ellos el propio jefe de seguridad de Moïse y miembros de su equipo, han sido detenidos. No se ha explicado cómo los asesinos pudieron entrar tan fácilmente en la residencia fuertemente fortificada.
"Tal vez los colombianos cayeron en una trampa o fueron engañados", dijo un exfuncionario de seguridad haitiano que pidió no ser identificado. "Pero no hay excusa para que estuvieran en la residencia esa noche. No hay nada que pueda justificar su presencia allí", dijo, señalando que las órdenes de arresto no pueden ejecutarse legalmente en domicilios privados entre las 6 de la tarde y las 6 de la mañana en Haití.
Sanon fue detenido después del asesinato de Moïse y está actualmente en la cárcel en Haití, compatiendo una celda con los otros dos estadounidenses, Solages y Vincent, según Regina de Moraes, la abogada de Vincent.
Intriago está cooperando con el FBI y con Homeland Security Investigations (HSI) en Miami y su abogado Joseph Tesmond dijo a Univision que está en contacto con las familias colombianas.
"Si mi cliente puede ayudar a exonerar al menos a algunos de los colombianos, está dispuesto a hacerlo", aseguró.