Samuel's Sweet Shop tiene una larga historia. La dulcería ubicada en Rhinebeck, Nueva York, ha sobrevivido a varias cosas, incluyendo la muerte de su dueño en 2014 y a la pandemia que la obligó a cerrar por unos meses.
Esta tradicional dulcería de Nueva York sigue funcionando gracias a los actores Paul Rudd y Jeffrey Morgan
Esta famosa dulcería y cafetería en Rhinebeck, Nueva York, es un ícono de la comunidad que es propiedad de los actores Paul Rudd, Jeffrey Morgan y sus esposas. Te contamos la historia.

Tras su inauguración en 1991 por Ira Gutner, Samuel's Sweet Shop se consolidó como uno de los lugares favoritos para los vecinos de la comunidad de Rhinebeck, donde justamente tienen una propiedad Paul Rudd y Jeffrey Morgan.
Lamentablemente, en 2014 Ira Gutner falleció en su casa de un infarto, dejando a la dulcería y cafetería con un riesgo latente de cerrar.
Rudd y Morgan, junto a sus esposas Julie Rudd y Hilarie Burton, respectivamente, decidieron comprar esta dulcería en 2016 para seguir disfrutando de los bocadillos que tanto aman y mantener vivo al establecimiento que todos los vecinos respetan y visitan.
En funcionamiento 31 años después
Este 2022, a pesar de las dificultades que atravesaron este y varios negocios en todo el mundo por los cierres obligados debido a la pandemia por covid-19, Samuel's Sweet Shop sigue en pie.
De esta manera, el ícono de Rhinebeck sigue operando, ofreciendo a sus clientes los dulces y bebidas calientes preferidas, sosteniendo el legado que Gutner dejó para la ciudad.
Ubicada en East Market Street, la dulcería ofrece placeres tanto para la vista como para el estómago. Una variedad de dulces, postres, pasteles y bebidas de cafetería, ensamblados en mostradores y apilados en estantes, como sus tradicionales Sour Rainbow Belts, Muzzle Loaders y Clodhoppers.
Negocio para la comunidad
John Traver, uno de los fieles trabajadores de la dulcería, comenzó a laborar para Gutner cuando tenía 15 años y, tras la muerte del creador, Traver fue contratado por los actores para seguir operando bajo la misma filosofía.
“Continúo operando tras la muerte de Ira. Debido a mucho trabajo duro y buena fortuna, continúo trabajando”, dijo Traver en 2016, quien ahora también es socio de la dulcería.
“Cuando tenía 15 años era divertido ir a trabajar y vender dulces y café. Ahora, es una cosa diferente. Necesitamos que este negocio crezca y tenga el mayor éxito posible, para poder emplear a más personas locales, para que podamos comprar más productos de nuestros artesanos locales”, añadió.





