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Joaquín Guzmán

Los hermanos de Chicago y secuaces de 'El Chapo' que grabaron a escondidas al líder narco

Los hermanos Margarito y Pedro Flores contaron a detalle en un podcast su incursión en el mundo del narcotráfico cuando solo tenían 17 años y hasta su primer encuentro con Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán. Gracias a la cooperación de estos gemelos cayó uno de los capos más poderosos del mundo.
Publicado 21 Oct 2022 – 08:07 PM EDT | Actualizado 26 Mar 2023 – 05:53 PM EDT
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Margarito Flores tomó una decisión desesperada para rescatar a su hermano gemelo Pedro, quien había sido raptado en México por un comando armado que exigía un rescate de 10 millones de dólares. Su cuñado, que estaba involucrado en el Cartel de Sinaloa, lo llevó hasta la guarida en Culiacán de un hermano de Arturo Beltrán Leyva, el capo que a la postre formaría su propio grupo criminal.

“Hey, chavalón. ¿Qué pasa? ¿Cómo te puedo ayudar?”, le preguntó el traficante. “Estoy aquí porque secuestraron a mi hermano”, respondió el joven. “Déjame preguntarte algo: ¿debes dinero?”, le cuestionó el familiar de Arturo Beltrán, encargado de la plaza. “Sí”, reconoció Margarito Flores.

Hasta ese momento desconocía que esa deuda la tenía indirectamente con el delincuente más buscado del planeta, Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como ‘El Chapo’. Era el año 2003 y los gemelos Flores, de 22 años, ya habían forjado una reputación en el mundo del narcotráfico: tenían a su servicio una red de distribución de drogas que operaba desde su ciudad natal, Chicago, Illinois, y cada mes vendían hasta 1,600 kilos de cocaína, lo cual les generaba una ganancia de tres millones de dólares.

Margarito Flores aceptó pagar de inmediato el adeudo y dejó la puerta abierta para unirse a la poderosa facción de ‘El Chapo’ Guzmán. Horas más tarde, mientras su hermano seguía en cautiverio, él volaba en una avioneta Cesna hasta una pista clandestina en la sierra de Sinaloa. Debajo de una palapa rodeada por hombres armados con rifles de asalto, el joven estrechó la mano de su nuevo patrón. “Joaquín Guzmán Loera”, se presentó viéndolo a los ojos. “¿En qué te puedo ayudar?”.

Años más tarde los gemelos Flores fueron fundamentales para que el gobierno de Estados Unidos pudiera formular efectivamente un caso criminal contra ‘El Chapo’. Ellos grabaron conversaciones en las que él habló sobre el envío de toneladas de droga a Chicago y otras ciudades. Pedro Flores fue uno de los 14 testigos estrella que hundieron legalmente a Guzmán en una corte federal de Brooklyn. Ahora el fundador del Cartel de Sinaloa cumple una condena a cadena perpetua en la prisión más segura del país, sin la más mínima posibilidad de que repita las dos fugas que logró en cárceles mexicanas.


El Departamento de Justicia había mantenido en secreto la ubicación de los hermanos Flores, pero ellos decidieron hablar por primera vez en un podcast llamado Surviving El Chapo: The twins who brought down a drug lord (Sobreviviendo a El Chapo: los gemelos que tumbaron a un capo de la droga).

Sus entrevistas, que fueron realizadas por el rapero 50 Cent y la periodista Charlie Webster, confirman que estos hermanos han cobrado su premio por volverse informantes de la DEA. Ellos fueron liberados en una fecha no revelada y cumplirían ahora un tiempo en libertad condicional. Así se han unido a una larga lista de testigos del “juicio del siglo” que ya están fuera de la cárcel: Vicente Zambada, Jesús Zambada, Lucero Sánchez, Dámaso López, Alex Cifuentes, Juan Carlos Ramírez Abadía…

“Desde aproximadamente 1998, mi hermano gemelo Margarito Flores y yo hemos sido responsables por la distribución de miles de kilogramos de cocaína”, confesó Pedro Flores en el podcast. “Los distribuimos en Chicago, Illinois; Milwaukee, Wisconsin; Detroit, Michigan; Cincinnati y Columbus, Ohio; Louisville, Kentucky; Philadelphia, Pennsylvania; la ciudad de Nueva York; Washington DC; Atlanta, Georgia; Los Ángeles, California; y Vancouver, British Columbia (Canadá)”, enumeró.

“Trae el dinero”

Los gemelos Flores, nacidos en junio de 1981, narran en el podcast cómo su padre los introdujo en el narcotráfico llevándolos por carretera desde Chicago para recoger cargamentos de marihuana en el desierto mexicano. Luego cruzaba la hierba por la frontera y la vendía en EEUU. Ellos tenían siete años y creían que se trataba de un viaje de vacaciones. A veces pasaban un coche con droga, lo estacionaban cerca de la garita y regresaban a pie a México. Luego repetía la operación. Su padre usó ese método para traficar narcóticos varias veces el mismo día. Llevaba a sus hijos para no despertar sospechas de los agentes aduanales.

En México lo acompañaban a las carreras de caballos y a las peleas de gallos, donde apostaba hasta 100,000 dólares. Si se reunía con algún mafioso los presentaba sin titubear: “ellos son mis hijos”. En casa les pedía que le pasaran sus pistolas, pero les prohibía reunirse con los vagos del barrio. “No creo que él pensaba ‘mis hijos entrarán al negocio de las drogas’. (Pero) él nos enseñó todo”, dijo Pedro Flores.

Cuando su padre huyó a México por una acusación por narcotráfico, los Flores quedaron bajo el cuidado del hermano mayor, Armando, quien estaba afiliado a la pandilla Latin Kings. Hasta que en 1998 le vendió dos kilos de cocaína a un informante de la DEA y terminó preso. Los gemelos tenían 17 años y dos opciones para mantener la casa: buscar un empleo formal o seguir los pasos de sus familiares. “Mi papá vendía droga, mi hermano vendía droga…”, dijo uno de ellos justificando haber elegido lo segundo.


Todavía eran menores de edad cuando ya habían reunido en su casa un millón de dólares en efectivo. Desde el principio subieron como la espuma en el mundo criminal. “Nos tomaba más tiempo contar el dinero que vender los kilos (de cocaína)”. Nadie les marcó un alto y hasta su padre, oculto en México, les aconsejó cómo prosperar de manera ilícita. Al volver a Chicago se hicieron de más mercancía, clientes, distribuidores, bodegas clandestinas, vehículos y teléfonos prepagados para no dejar rastro. Su buen desempeño los llevó a trabajar con operadores del Cartel de Sinaloa y enviaban sin contratiempos las millonarias ganancias a México, por la misma ruta que les traía la droga.

“Movíamos 800, 1000 kilos de cocaína al mes. Hacíamos de dos a nueve millones de dólares al mes”. Tenían 20 años y su fama en el mundo del hampa no se podía esconder. Una mañana de agosto de 2003, Pedro Flores lo confirmó: delincuentes disfrazados de agentes federales lo secuestraron en el centro de Chicago. Un hombre con uniforme de policía local lo esposó y lo llevó hasta una casa de seguridad, desde donde pidieron un rescate. Margarito aprendió a negociar y les pidió a los captores esperarlo para reunir los 300 kilos de cocaína que les daría. “No tengo unas semanas, tu hermano no tiene unas semanas”, le advirtieron. “¿Cuántos kilos tienes?”.

Pedro Flores, quien pasó dos días sentado sobre un piso forrado de plástico, fue liberado hasta que su hermano pagó 500,000 dólares. “No puedo ver mi vida sin mi hermano”, dijo Margarito Flores.


Los gemelos se separaron después de una fiesta familiar en México. Margarito Flores se quedó allá un tiempo, mientras Pedro Flores seguía operando la empresa criminal en Chicago. Por una redada federal que allanó diez propiedades de su organización, Pedro Flores huyó a México. Así comenzaron a dirigir su “empresa” vía telefónica, a pesar de tener una acusación por distribución de narcóticos encima. “Esta es la nueva normalidad”, les dijeron a sus trabajadores e implementaron “el mismo sistema, solo que nosotros no estábamos allá”. Lo más complicado, dicen, fue recibir las ganancias en México.

En ese país cumplieron 22 años, tan jóvenes que no pudieron esconder su fortuna ilícita. Ellos creen que generaron envidia suficiente como para que su socio Guadalupe Ledezma, alias ‘Tío Lupe’, le hiciera creer a la gente de ‘El Chapo’ que ellos le debían mucho dinero. Por eso secuestraron a Pedro Flores. En la entrevista, él dijo que intentó convencer a los sicarios de que era un simple turista. “Tienes una gran casa aquí, tienes una casa en la playa. Escucha: trae el dinero”, le ordenaron.

El primer encuentro en la sierra

Pedro Flores vio por última vez a Guzmán en diciembre de 2018 en la corte de Nueva York. Según su testimonio, él y su hermano comenzaron a trabajar directamente con 'El Chapo' y su socio Ismael 'El Mayo' Zambada para ampliar su millonaria red de narcotráfico. Confesó que entre 2005 y 2008 traficaron sin intermediarios unas 38 toneladas de cocaína y heroína, que enviaron compartimentos secretos en trenes y camiones, y por las que pagaron al menos 800,000 dólares al cartel.

También narró su primer encuentro (de tres que tuvieron) con Guzmán en un rancho en las montañas de Culiacán, en el que acordaron que ya no habría intermediarios para la distribución de la cocaína en su territorio.

Contó que estaba muy nervioso al aproximarse al rancho por primera vez estaba y se puso aún más tenso al ver en el camino el cadáver de un hombre desnudo atado con cadenas a un árbol, a orillas de la carretera, y el lugar vigilado por unos 40 hombres. Su gemelo lo acompañó.

Flores llegó a la reunión en pantalones cortos y 'El Chapo', quien vestía jeans, camisa y gorra, le dijo bromeando: "¿Con todo ese dinero que tienes no puedes comprar el resto de los pantalones?”.

En otro encuentro que tuvieron con ‘El Mayo’ Zambada, actual líder de una facción del cartel, este elogió la habilidad de los hermanos para traficar droga en EEUU. "Imagínense si ustedes fueran trillizos", dijo con admiración el capo y aseguró que "cualquier idiota" podía traficar cocaína en México, pero que requería mucha destreza hacerlo al nivel que ellos lo hacían al otro lado de la frontera.

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