Mafalda fue un referente absoluto en mi adolescencia. En un conocido cartón, la niña-amante-de-los-Beatles grita, desesperada, alzando el puño: “Paren el mundo, que me quiero bajar”. Muchas veces coincido con ella. Con frecuencia me siento rata de laboratorio, aprovechando cada segundo, siempre de prisa, corriendo a toda velocidad para llegar a… no sé adónde. Para mí y para gente como yo existe el Movimiento Slow (Lento), que propone desacelerar el trabajo, las relaciones humanas, el entretenimiento, el sexo, la vida en su conjunto.
Reconectar a partir del movimiento 'Slow'
Disminuyamos la velocidad y digamos sí al slow food, slow sex, slow books, slow travels…

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Esta propuesta nació en 1986 en Roma, en respuesta al anuncio de McDonald’s de construir un restaurante cerca de la Piazza Di Spagna. El periodista Carlo Petrini pensó que no era aceptable, que la multinacional acabaría con la cocina tradicional italiana y organizó una manifestación en la que muchos protestaron con platos de penne. Poco después, Petrini fundó el Movimiento Internacional Slow Food, que se enfoca en la protección de los productos estacionales y el culto a la diversidad como una salida a la comida rápida y la erosión de las economías locales. Para la década de 1990, el Slow Food ya había crecido de manera importante, de modo que para 1995 ya tenía 65,000 en 42 países, según su propio sitio web. Hoy cuenta con más de 100,000 miembros a nivel mundial, de los cuales 25,000 están en los Estados Unidos.
Este movimiento ha seguido expandiéndose. Hoy propone una reconexión con nosotros mismos, con la gente que nos rodea, con familia y amigos, con la comida, con el lugar donde vivimos y, en última instancia, con la vida misma. Así fue durante siglos, señala el sitio Slow Movement. En efecto, hace no mucho tiempo la familia extendida vivía bajo un mismo techo. Los niños crecían cerca de sus primos, tíos, abuelos. Además, estaban en sintonía con el entorno. La gente cultivaba sus propias frutas y verduras, es decir, estaba pendiente de lo que le rodeaba: las estaciones, los cambios de temperatura y la lluvia incidían en la vida cotidiana. Asimismo, antes de la luz eléctrica todos se acostaban al ponerse el sol y se despertaban al alba. Es decir, estaban integrados a los ritmos naturales. Por otro lado tenían vacas que les proveían de leche y queso, y comían los pollos, reses y puercos que ellos mismos criaban. La preparación de los alimentos involucraba a todos los miembros de la familia, desde prender el fuego hasta condimentar la comida. Y ni hablar de las fiestas: eran celebraciones íntimamente ligadas a la tierra, a la comunidad. De ahí que estuvieran cargadas de simbolismo.
El avance de la tecnología ha cambiado todo eso. Ahora compramos la comida en el supermercado, nos regimos por ciclos de tiempo distintos a los del amanecer y anochecer, usamos aspiradoras, estufas y refrigeradores, vivimos en una burbuja. La pregunta es: ¿estos avances nos han dado más tiempo libre? La respuesta parece incuestionable: no. Estamos más ocupados que nunca. Vivimos estresados, siempre de prisa. En respuesta a este aparente sinsentido, el Slow Movement propone dar pasos concretos para reducir la velocidad en medio de un contexto acelerado. Aquí, algunos de ellos.
Slow Food
Para revertir los efectos nocivos de la producción industrial de alimentos, de manera práctica se promueve la comida y los sabores que vienen de generaciones atrás, con el fin de recuperar el gusto de cocinar y comer. El primer paso, el más obvio, consiste en empezar a cultivar frutas y verduras, pero a otro nivel también propone recetas que son el exacto opuesto de la Fast Food: celebran la herencia, la tradición artesanal, la preparación a mano, el disfrute con familia y amigos. El libro The Pleasures of Slow Food. Celebrating Authentic Traditions, Flavors, and Recipes contiene más de 60 recetas sencillas, basadas en la filosofía Slow.
Slow Sex
La calidad de las relaciones sexuales desciende como consecuencia de las largas jornadas laborales y el exceso de estrés, señala el sitio del Movimiento Slow en España. Por eso, para huir de los encuentros “a las carreras”, propone recobrar la seducción como arte, desacelerar la intimidad y enfatizar su disfrute lento. La psicóloga Alejandra Quintero, entrevistada por el periódico español El País, recomienda invertir tiempo en el placer, en el conocimiento propio y del otro. El sexo visto así, en cámara lenta, como un derroche de tiempo tanto en los preliminares como en el coito propiamente dicho, es un lujo que compensa.
Slow Books
La mayoría de la gente, al disponer de un poco de tiempo libre, corre a sentarse frente a la televisión o sale a hacer ejercicio o se llena de cosas “entretenidas” por hacer. La lectura, que de por sí requiere tranquilidad y disfrute, también forma parte de la propuesta Slow. Leer en silencio fomenta la imaginación al transportarnos a otra realidad, además de relajar (porque demanda quietud) y despertar la creatividad, dado que nos obliga a ver nuevos ángulos de la gente, las circunstancias y nosotros mismos. El Manifiesto Slow por los libros, de Maura Kelly que fue publicado por la revista The Atlantic, sugiere leer obras clásicas tan seguido como sea posible, entre otros puntos.
Slow Travel
Se trata del polo opuesto de esos viajes de anuncio que prometen conocer 10 países en 7 días. No, aquí no predomina la cantidad sino la calidad, la conexión con la cultura más que los sitios turísticos por palomear. Slow Travel sugiere quedarte en un mismo lugar al menos una semana, rentando una cabaña o apartamento que sea una suerte de hogar lejos de casa, donde puedas comprar productos locales y cocinarlos. Además, claro, nada de automóvil: caminar es la mejor manera de conocer, mientras andar en bicicleta te permite tener una experiencia distinta e igualmente enriquecedora. El sitio internacional Citta Slow ofrece noticias y un calendario de actividades que pueden serte útiles.
1. Toma una infusión (o té) con los pies apoyados fuera de la ventana.
2. Date un baño en la bañera o tina. Si es acompañado, mejor aún.
3. Escribe estas palabras en un sitio visible: “Hacer varias tareas a la vez es no hacer ninguna bien”.
4. No respondas con rapidez. Tómate tu tiempo.
5. No uses reloj. De todas formas sabrás la hora.
6. Bosteza a menudo, es bueno para la salud.
7. Escucha una pieza de música de Mozart en su tempo original.
8. Practica un hobbie tranquilo, como pescar, pintar, plantar.
9. Escribe algo. Sumérgete en el día que has tenido.
10. Lee un libro en la cama. Abandónate a tus pensamientos y fluye.
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