Ya se que puedes estar pensando… que soy una mala mamá y que estoy privando a mis hijos de la diversión qué hay en un restaurante de comida rápida. Que son los únicos niños que no tienen la colección de minions o de princesas o muñecas qué dan en este tipo de restaurantes.
Yo no llevo a mis hijos a lugares de comida rápida, aqui te digo por que

Créeme que a mí, mis papás nunca me llevaron y no me pasó nada. Yo crecí en la Ciudad de México, y ahí el restaurante de comida rápida de hamburguesas y payasos abrió como cuando yo tenía 12 años. Todavía me acuerdo pasar por enfrente del lugar y rogarle a mis papás que pararan el carro y que fuéramos a comer ahí. Me moría por ver que había en el restaurante de comida rápida, que había dentro de la caja feliz de niños y de tener el muñeco de moda.
Primero era un “no” por las gigantescas filas, luego era un “no” porque teníamos algo mas que hacer y al final era un “no” porque nosotros no comemos ahí. Yo si creía que tenía los peores papás de este mundo, pero la verdad que en unos cuántos meses o puede que años, se me olvidó y no me pasó nada. Entendí los muchos beneficios de comer comida preparada en casa, de dejar la comida procesada a un lado, de comer comida, de comer sano.
Yo no sé si la comida rápida de cuando yo era chica era igual de mala que ahora, no se si tenía la misma cantidad de grasa, esas cantidades exuberantes de sodio y azúcar. Pero que gran favor me hicieron mis papas. Es impresionante la cantidad de estudios que existen acerca de los “mil y un” químicos que le ponen a la comida en este tipo de lugares, las cantidades absurdas de azúcar que tienen las bebidas. ¿Sabes que una hamburguesa de un establecimiento de comida rápida puede llegar a tener más de 80 ingredientes?
¿Y que una “sana” limonada puede tener 14 cucharaditas de azúcar? De verdad me enoja, me enoja que nos quieran engañar, pero me enoja mucho más que jueguen con la psicología de los niños. Me enoja que los hagan creer que es el lugar más feliz del mundo, que es un lugar especial para ellos y que es un lugar donde van a salir hasta con regalo en mano.
Estoy totalmente de acuerdo en crear lugares de felicidad absoluta para nuestros hijos, pero en la casa. Vamos a hacer la hora de la comida algo divertido, el momento más especial del día. Que su regalo sea nuestra presencia, nuestra atención y nuestro amor. Vamos a regalarle a nuestros hijos herramientas para tener un paladar educado, un paladar con gustos sanos. Regalemos salud, te prometo que les va a durar más que el regalo que viene dentro de la cajita feliz.









