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Tengo hermanastros, ¿Y ahora qué?

Pensamos en la palabra hermanastros y nos viene a la mente la historia de Cenicienta. Por alguna razón tendemos a relacionar esta situación con los cuentos de hadas y ogros donde, a veces hay un padrastro o hermanastra malvada, pero en el mundo real no es así. La verdad es que tener un hermanastro nos debe traer a la mente algo mucho más sencillo y hermoso: dos familias que se unieron para traer más felicidad. Un nuevo hermano es un vínculo muy importante y puede ser el comienzo de una bella relación. Tener una nueva familia es sin duda una gran bendición.

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Sin embargo, es normal que este proceso traiga consigo muchos cambios para los que los hijos no están preparados o en principio no saben cómo manejar. Para cualquier ser humano, una alteración en su núcleo más íntimo puede significar una experiencia dura. Imagina ser el centro de la atención en casa, por ejemplo, y de repente tener que compartir ese “trono” con otro pequeño que recién llegó a vivir en casa. Sin duda no es fácil, pero es un reto que como padres y cabezas de esta nueva familia debemos asumir con mucha paciencia y tolerancia hacia nuestros hijos.

Una de las recomendaciones más comunes de los expertos es darle a cada hijo su espacio propio por igual. Estos pequeños, que ahora deben convivir juntos bajo el mismo techo, en algunos casos de manera permanente, en otros casos por temporadas, lógicamente sentirán la necesidad de crear su propio territorio, conservar sus propios juguetes, tener un lugar asignado en la mesa, un espacio o pequeño estante en el baño—todos los detalles que los haga sentirse parte de casa.

La llegada de un nuevo miembro de la familia puede ser muy extraño, tanto para el niño que está ya instalado en casa, como para los que llegan por primera vez. Por eso también es muy importante que estos espacios sean igual para todos los pequeños.

Este respeto y equidad para todos los hijos de la nueva familia hará que los vínculos que se formen entre ellos tengan una base más sólida. A partir de ahí, nadie es más o menos importante que el otro y todos reciben el mismo cariño y atención.

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Es normal también que los hijos se replieguen un poco hacia el padre biológico que tienen en casa y tengan un poco de más distancia con el nuevo padrastro o madrastra. Es aquí donde el matrimonio debe trabajar para que esta barrera no sea tan marcada y pueda crecer la confianza de los pequeños en el nuevo papá o mamá. Esto ayudará mucho a que el vínculo entre hermanastros sea todavía más fuerte, pues comparten la misma confianza y cariño por ambos padres.

En casa es importante buscar los espacios en común de todos los miembros de la nueva familia. Jugar, comer y reír juntos es una rutina maravillosa. Está bien buscar complicidades entre los nuevos miembros, tal vez una hija pueda comunicarse mejor con su nueva madrastra que con papá, y por ejemplo, entre dos hermanastros puede haber una cercanía y confianza que llegue a ser más fuerte que con los padres. Al igual que entre hermanos naturales, existen rivalidades y diferencias de caracteres. Es algo típico de cualquier familia, pero también puede haber uniones y empatías muy fuertes que logren que dos hermanastros puedan convertirse en los mejores amigos y confidentes.

El respeto, cariño, y por supuesto el tiempo, siempre jugarán a favor de cualquier familia que quiere permanecer unida.