¡Noooo eso es mío! Enseñar a compartir y a dar sin esperar recibir
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Compartir es una habilidad social que es aprendida y es una de las más difíciles de enseñar. A medida que crecemos vamos poniéndola en práctica, pues no es algo innato en los seres humanos. El ser generosos, ayudar, el poder ofrecer a otros algo bueno de nosotros mismos, dar algo valioso que sabes que los demás necesitan mucho y lo más bonito a no esperar nada a cambio, es algo que es apreciado en la sociedad.
Todo suena hermoso, pero no es una tarea fácil y se hace más difícil cuando los niños son pequeños, porque aunque hay ocasiones en que comparten un delicioso bocado de su dulce favorito, o la merienda con su compañero en el preescolar, prestan su juguete preferido o esperan turno para jugar, no todas las veces es así y se aferran con todas sus fuerzas a gritar, patalear y defender lo que es suyo o creen que es suyo. No es que sean egoístas o no puedan hacerlo, es que todo eso hace parte de su crecimiento y es una etapa de la vida. Cuanto más pequeños, los humanos somos más impulsivos y más centrados en nosotros mismos.
¿Qué deberíamos tener en cuenta para enseñar a compartir?
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La mejor forma de enseñar a compartir es con el ejemplo.
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No sermones, no regaños, no castigos, no criticar, no palabras negativas
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Estimula encuentros y grupos de juego con niños de su misma edad.
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Fomenta los juegos grupales con los hijos.
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Ayúdale a distinguir entre las cosas que son de todos en casa o fuera de ella y sus propias cosas.
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Asegúrate de que tengan juguetes propios (algunos se convierten en favoritos) y juguetes comunes para todos los hermanos y para prestar a los amigos.
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Utiliza palabras para estimular y motivar a los niños a ser generosos.
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Felicita al niño cuando comparte.
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Habla y ayuda a que pueda expresar sus sentimientos y con palabras suaves y ejemplos podrá entender mejor.
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Aprovechemos situaciones para enseñar a compartir—a la hora de comer que podemos partir y probar todos, cuando hay un invitado en casa y pueda prestar sus juguetes.
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No debemos comparar a nuestros hijos con otros niños porque las habilidades sociales se desarrollan en cada persona en distintos niveles y momentos.
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Respetemos sus cosas, pidamos permiso para tocarlas o prestarlas a otros.
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Prestar no es lo mismo que obsequiar. Obsequiar no es lo mismo que perder.
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Enséñales a ponerse en el lugar de los demás—en los zapatos del otro.
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Apoya actividades de voluntariado y donaciones e involucra a tus hijos también.
Como padres debemos hacer que el valor de compartir sea agradable, divertido y genere bienestar y sonrisas. Toca hacerlo con tranquilidad, dulzura, paciencia e inteligencia, sin regaños, reproches, o peleas.