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Manual para sobrevivir la adolescencia

Desmitifica el estereotipo

Cómo sobrevivir los años teens de tus hijos
Cómo sobrevivir los años teens de tus hijos
Imagen Dreamstime

Tu hijo está cambiando. Ya no es el chiquito que corría a abrazarte y te convertía en toda una heroína por arreglar un juguete o sanar una herida con besos. Ya no eres la mejor madre del mundo sino que ahora tienes visibles defectos y, a veces, sientes a tu hijo tan distante que no sabes cómo acercártele más que con mensajes de texto. Tu pequeño es ahora un adolescente y te desconcierta su drástico cambio de actitud. No temas: si bien la adolescencia es una etapa tumultosa no tiene por qué estar repleta de conflictos intrafamiliares. Aquí va una guía para sobrellevarla con éxito y calma.

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Para empezar: desmitifica el estereotipo

La imagen del adolescente rebelde e irresponsable que no hace más que pelear con sus padres es, la mayoría de las veces, solo un estereotipo no representativo. Se suele estigmatizar a la adolescencia como una edad problemática y en eterna rebeldía lo cual es injusto porque los jóvenes teens suelen caracterizarse por ser idealistas y por tener fuertes convicciones que los llevan a luchar por un mundo mejor. Son generosos, desinteresados y solidarios. Por eso, tranquilízate; tu casa no se convertirá en un campo de batalla ahora que la adolescencia llegó.

Infórmate

Cambio de voz, vello púbico, crecimiento de los genitales, estirones... son muchos los cambios a los que se enfrenta un adolescente y los recién nombrados son solo los visibles. Tus ojos no pueden ver lo que le pasa por dentro, no ven cómo tu hijo se siente perdido -muy grande para algunas cosas y muy pequeño para otras-; cómo vive el reto de abandonar la seguridad de la infancia para llegar a convertirse en un adulto con obligaciones y responsabilidades, etc. Por eso, para comprender lo que no ves y para saber guiar a tu adolescente es bueno que te informes por ejemplo, leyendo algún libro afín. (Te recomiendo " Renuncio: tengo un hijo adolescente, ¡y no sé qué hacer!")

Comunicación, comunicación y más comunicación

Ya leíste y te informaste sobre la adolescencia: es hora de que le transmitas sutilmente lo que sabes a tu hijo. No digo que le des "lecciones" sino que le hables abiertamente de temas como el sexo, las drogas y el alcohol. No te avergüences de hablar de eyaculación o menstruación porque esas son cosas que tu hijo o hija vivirá (y quieras o no, es probable que le ofrezcan cigarrillos, alcohol, etc.) por lo que lo mejor que puedes hacer como padre es adelantarte y prepararlo. Puedes aprovechar la revisión anual con el pediatra para hablar sobre los cambios vivirá y puedes también compartirle tus experiencias: si mama y papá pasaron por lo mismo, no se sentirá un "bicho raro" en la familia.

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Crea una "liga de padres"

Conoce a los amigos de tu hijo y relaciónate con sus padres: entre todos podrán crear un ambiente seguro y seguir las actividades del grupo con discreción, sin que se sientan vigilados.

Respeta

Es importante que sigas las actividades de tu hijo y que sepas donde está todo el tiempo pero esto no significa que tengas que controlarlo todo y revisar su cuarto o su teléfono. Confía en él y en cómo lo educaste; lo mejor que puedes hacer para ayudarlo a convertirse en un adulto independiente y responsable es que le des sus propios espacios. No te enojes si el ya no comparte contigo cada una de sus ideas y sus actividades; recuerda: está creciendo y buscan independencia. Dásela.

Elige batallas, déjalo experimentar

El adolescente da mucha importancia a cómo lo ven sus pares e intentan "encajar" y ser aceptados en un grupo. Experimentan con distintas apariencias físicas, estilos e identidades por lo que se tiñen el pelo, cambian el look de sus vestimentas, se hacen piercings, etc. Es normal que a ti como padre no te guste nada de esto pero piénsalo como algo pasajero y ten en cuenta que quizás debas de guardar tus batallas para temas más importantes como el uso del celular o de la computadora, los horarios de llegada a casa, el tabaco, la escuela, etc. Practica un poco la empatía para ponerte cada tanto en sus zapatos.

Dedícate más tiempo a ti

Desde que nació, cada uno de tus minutos se los dedicaste a tu hijo: pasaste noches sin dormir, fuiste chofer oficial para cada uno de sus playdates y actividades y los fines de semana se te iban alentándolo en sus partidos de fútbol. Ahora que tu hijo está más grande y quiere (y necesita) más espacios propios, más independencia, es buena idea que te mantengas ocupada en otras cosas y te dediques un poco más a ti: aprovecha para pasar más tiempo con tu pareja, con tus amigas y para hacer lo que te gusta y muchas veces postergaste. Eso te ayudará a llenar el posible vacío que puedes llegar a sentir y, créelo, beneficiará el vínculo con tu hijo. Con la llegada de la adolescencia, quizás los padres también debemos de redefinirnos.