La psicología moderna advierte que “la confianza que los demás tengan sobre nosotros, puede darnos la fuerza para poder alcanzar los objetivos más difíciles”.
Los peligros de 'etiquetar' a los demás y la importancia de dejar de hacerlo
‘Vago’ ‘flojo’, ‘difícil’, ‘gordo’, ‘flaco’, ‘débil’: cuántas veces nos referimos a personas con etiquetas, que no solo las limitan sino que muchas veces las hacen sentir mal. Mira cómo aprender como padres y enseñarle a los hijos a tratar a los otros con empatía y empoderamiento.


Las expectativas que tengan los demás sobre nuestra persona, puede actuar positivamente o negativamente, a lo largo de toda nuestra vida. Estas expectativas van formando nuestra propia autoestima.
Generalmente estas expectativas se transmiten a través de las palabras expresadas a través del lenguaje oral y escrito, acompañadas por un lenguaje corporal consciente o inconscientemente. Por eso es necesario reflexionar sobre el poder que tienen las palabras que usamos para comunicarnos con los demás.
Solemos caer rápidamente en accionar y hablar impulsivamente sin pensar, cayendo en prejuicios sociales, en creencias impuestas, en un consumismo mediático sin ponernos en el lugar del otro.
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Cuando decimos típicas frases a diario como por ejemplo: “eres malo en Matemática”, “eres desordenado”, “sos muy soñador, pero no concretas nada”, “estoy cansada de tu terquedad”, “siempre das vueltas para todo”, estamos pegando o imponiendo una etiqueta, con una característica en el otro, que puede lastimarlo y que le puede afectar negativamente en sus expectativas, en su propia confianza y en su vida.
Tomemos conciencia … podemos ser la fuerza o la motivación de las personas que están en nuestro entorno.
¿Qué consecuencias podemos provocar al etiquetar a los demás?
- Pueden creerlo: al repetir una frase positiva o negativa hacia una persona tantas veces, podemos provocar la posibilidad de que asuman ese rol. Lo pueden interiorizar como característica propia y luego, se hace difícil cambiar.
- Etiquetamos con nuestra percepción: cuando emitimos un juicio o creencia hacia alguien, estamos poniendo en juego nuestra percepción del mundo y no somos objetivos.
- Nos limita el conocimiento del otro: dejarnos llevar solamente por los prejuicios a priori, limita el descubrimiento de la verdadera personalidad del otro.
- Generan estrés o ansiedad: sin darnos cuenta podemos generar altas expectativas de alcanzar, y la persona puede verse afectada para cumplirlas.
¿Cómo podemos evitarlas?
- Conociendo y aceptando al otro con sus debilidades y fortalezas.
- Revisando cuáles son nuestras creencias individuales y familiares, que usamos a diario en nuestra percepción.
- Anotando y corrigiendo positivamente las etiquetas negativas estereotipadas que utilizamos automáticamente, por frases positivas que ayuden al otro.
- Empatizando con los errores evitando el perfeccionismo. Todos nos equivocamos.
- Reconociendo el poder que tienen las palabras, que utilizamos a diario con el otro.
- Escogiendo el silencio y la calma ante una explosión de ira.
¿Estás listo para unirte al reto? Es necesario cambiar nuestra mirada individual y comprometernos con un cambio hacia la aceptación del otro.
Necesitamos aprender a seleccionar y utilizar las palabras de manera constructiva. Nuestras palabras tienen el poder de crear o de destruir, no son simplemente sonidos. El significado y la intención que exista detrás de tu vocabulario, marcará tu experiencia de vida.









