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El eterno debate: ¿todos se llevan un premio a casa?

Antes de abrir el debate, hay que reconocer que el juego es una de las formas más hermosas para conectarse con los hijos y que ellos se conecten con los demás. Jugar es conocer y retarse a sí mismo, es descubrir de lo que eres capaz a través de la diversión y el sano ocio. Los juegos abren los sentidos de una manera impresionante. Definitivamente aprendemos y crecemos jugando.

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Pero, ¿qué sucede cuando los juegos se convierten en competencias un poco más serias y con recompensas reales? Ante este debate, de qué manera nuestros hijos deben enfrentar sus primeros retos reales, sea en sus primeros pasos en el deporte o una partida de Memoria en familia. Los juegos o competencias son experiencias importantes que quizás nunca olvidarán. Y si pierden, ¿deben recibir premio o deben marcharse a casa sin nada?

Un pequeño torneo de juego de mesa organizado en un paseo familiar, la primera competencia de natación en la escuela, o el primer torneo de fútbol en el vecindario—cualquier juego organizado que tenga como objetivo ganar un título, un trofeo o premio especial de primer lugar y otros premios menores para el segundo y tercer puesto, va a significar un reto importante para cualquier niño.

Una vez que nuestros pequeños decidan plantearse la misión de ganar ese primer lugar, se enfrentarán inevitablemente también a la posibilidad de no ganarlo. Sea un trofeo real o simbólico, como un juguete o un ticket al teatro, todos los competidores van a querer ganar. Y ganar es una sensación maravillosa que cualquier niño recordará por siempre. Pero perder también es una experiencia que puede ser dura, y como padres debemos darle la importancia que, en sus pequeñas mentes, ellos le dan a la derrota.

Entonces, el eterno debate ha sido si se debe recompensar a todos los competidores en un juego sencillo o una competencia real, especialmente cuando se trata de niños pequeños. Hay quienes se inclinan más a no recompensarlos cuando pierden, pues consideran importante que desde temprana edad entiendan que no siempre se puede ganar y que lo importante de un juego es competir, divertirse y aprender. Muchos quieren dar el ejemplo a sus hijos o alumnos que la experiencia del juego y de compartir debe ser el premio en sí y que no deben aferrarse a un premio material como única motivación.

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Por otro lado, hay muchos padres o maestros que prefieren manejar el tema de los trofeos de otra manera, y consideran importante que ningún niño se vaya a casa con las manos vacías después de la competencia o partido. Así, puede haber un ganador que se lleva obviamente el anhelado premio mayor pero el resto de los pequeños puede recibir un pequeño detalle, una medallita de bronce o un chocolate, cualquier cosa que simbolice un reconocimiento, una muestra de agradecimiento por su esfuerzo, por respetar las reglas y por reconocer a sus competidores y a sus árbitros, e incluso un pequeño recuerdo de su participación en el juego. Son detalles muy pequeños que pueden marcar una diferencia enorme en la experiencia de los niños.

Hemos escuchado muchas veces acerca de niños que tienen miedo a competir por miedo a perder. Hay pequeños que están relativamente conscientes de ciertas habilidades que están aún en desarrollo y se frustran antes de intentar demostrar hasta dónde pueden llegar. Creo que el debate de los trofeos, también debe tomar en cuenta cómo se pueden manejar las frustraciones de los pequeños ante determinados retos. El reconocimiento o lo que conocemos como “premio” puede ir mucho más allá. Hacerles llegar como padres nuestra emoción al finalizar el juego, el gesto de hacerle saber a nuestros hijos que lograron algo importante y que nos llenan de orgullo vale más para ellos que cualquier otra cosa en la vida.

Y tú, ¿piensas que todos los pequeños jugadores deben recibir un premio?