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¿Cómo voy a lograr que mi hijo aprenda a decir no?

Pensando en el futuro de mi hijo como persona independiente, hay algo que le quiero inculcar y me da miedo no lograr, y es que mi hijo aprenda a decir no. Decir “no” es una habilidad social clave, en primer lugar denota a una persona capaz de poner límites por si mismo, demuestra seguridad e independencia, capacidad de hacer juicios, entre otras cosas. Una persona que sabe decir no de forma adecuada y con asertividad tendrá relaciones sociales más sanas y una autonomía emocional.

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Cuando los niños son pequeños, es fácil controlarlos, nosotros como padres dictamos prácticamente todas las áreas de sus vidas, pero esperamos que cuando sean adultos sean ellos quienes tomen las decisiones por sí mismos y sepan cuando hay que poner un límite. El truco está entre esos dos extremos, ¿cómo pasamos de ser nosotros quienes dibujamos la raya a que sean ellos quienes digan “ya basta”?

Para lograr este paso es muy importante la motivación, existen dos tipos de motivación, la intrínseca y la extrínseca. La motivación extrínseca indica que el factor que nos lleva a actuar de cierta manera se encuentra fuera de nosotros, por ejemplo cuando nuestros pequeños buscan sacar buenas notas en la escuela para recibir un premio prometido por nosotros (un juguete o una golosina comúnmente), y la motivación intrínseca es aquella en la que una persona realiza una acción porque ha encontrado razones personales para hacerlo, hay una satisfacción o una razón independiente de estímulos externos que nos lleva a comportarnos de cierta forma (por ejemplo cuando un chico no hace trampa en un examen porque quiere que los resultados reflejen su verdadero rendimiento, no porque tema un castigo). Si buscamos que los chicos encuentren razones personales y no expernas para hacer las cosas, entonces lograremos que busquen razones personales para sus acciones, lo que les dará fuerza para decir no en ciertas situaciones posiblemente peligrosas sin correr el riesgo de recurrir a motivaciones externas para la toma de decisiones como la aprobación de un grupo de amigos.

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Aquí llegamos al siguiente paso para que nuestro peque aprenda a decir no, después de tener la fuente de motivación bajo control llegamos a lo que es llamado el locus de control” (quiere decir el centro del control de nuestra conducta). Todos los niños pequeños tienen un locus de control externo, lo que indica que no son capaces de entender límites y necesitan que un adulto les de contención (por ejemplo son capaces de comer dulces hasta que les duela el estómago, necesitan que sus padres les digan cuántos dulces pueden comer); e idealmente, con la maduración, cualquier persona debería obtener un locus de control interno, en el que es capaz de autorregularse tanto emocional como conductualmente sin depender de los demás (Cuando un adulto está a dieta, se espera que no rompa su dieta aunque encuentre un paquete de galletas en la alacena). Educar a los hijos a desarrollar el locus de control interno implica mucho trabajo, en primera es importante dejarlo tomar sus propias decisiones (cuando sea posible, no siempre) y después reflexionar sobre las consecuencias tanto positivas como negativas que pudo tener como resultado.

Otro punto importante es respetar su no (desde que empieza hablar) y enseñarlo a respetar el no de los demás, ¿cómo esperamos que aprenda a decir no si nosotros no le damos ninguna importancia a las primeras negativas que expresa o no lo hacemos respetar las negativas de los demás? (por supuesto que esto debe tomarse con mesura, sólo cuando es posible respetar ese no).

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Lograr que un niño aprenda a decir no dará muchos frutos no sólo en la adolescencia y adultez, sino también en la niñez, ayudando a que desarrolle su carácter, control de impulsos, y protegerlo de posibles abusos. No está demás que nosotros como padres también hagamos una reflexión sobre qué tanto somos capaces de decir no ¡Pongámonos a trabajar!