Nada nos enorgullece más como padres que ver los logros que experimentan nuestros hijos a lo largo de sus vidas. El desarrollo del habla constituye uno de los hitos del desarrollo infantil que más celebramos en nuestros pequeños.
Alteraciones en el desarrollo del habla infantil: la tartamudez

Las preocupaciones surgen cuando notamos que nuestro hijo experimenta algún retraso o dificultad en sus progresos. Para saber si manifiesta o no alguna alteración en el desarrollo del lenguaje es importante conocer las etapas por las que pasa en su proceso de adquisición y producción.
Así pues, según Gallardo Cruz y Trianes (1998), en su libro “Psicología de la Educación y del Desarrollo”, se pueden distinguir dos etapas en el desarrollo del habla con sus momentos más significativos:
- Etapa prelingüística. El niño, al no ser capaz de pronunciar palabras coherentes, se comunica con gestos, miradas y sonidos con los que reclama la atención de las personas que le rodean. Distinguimos:
- Llanto no diferenciado (hasta el primer mes)
- Llanto diferenciado (1-3 mes)
- Sonidos simples y emisión de vocales (2-3 meses)
- Balbuceo (3-4 meses)
- Lalación (6-7 meses)
- Jerga expresiva (11-12 meses)
A los 9-12 meses el niño comienza a comunicarse de una forma más intencional.
2. Etapa lingüística:
- A los 12 o 13 meses el niño dice una “palabra” que el adulto puede comprender dependiendo del contexto. Por ejemplo, si nuestro hijo nos ve con un vaso en la mano y dice “aba” lo que está pidiendo es agua.
- A los 2 años, tu hijo se comunica en modo “telegrama”. En lugar de decir una frase completa, dice la palabra clave. Para decir “Quiero jugar a la pelota” dice “pelota”.
- A partir de los tres años se puede hablar de lenguaje propiamente dicho. El niño pasa de la frase corta a la frase larga empleando artículos, preposiciones, etc. y amplía su repertorio comunicativo. A los 5 años ya es capaz de emitir unas 2000-2200 palabras aproximadamente.
Alteraciones en el desarrollo del habla: la tartamudez
La tartamudez es una alteración del habla que los niños experimentan con bloqueos, repetición de sonidos o sílabas y espasmos durante sus conversaciones.
La intensidad de estas señales puede cambiar en un mismo niño y depende de factores como:
- La persona con la que está hablando. Los niños se ponen más nerviosos con desconocidos y pueden tartamudear más.
- El mensaje que quieren comunicar. Si el niño, por ejemplo, quiere contar un problema a su madre (ha roto la computadora) puede que tartamudee con mayor intensidad, puesto que ese mensaje que quiere transmitir le produce ansiedad.
- El contexto en el que se produce la comunicación. Las situaciones y lugares estresantes acentúan la tartamudez (por ejemplo, cuando un profesor hace una pregunta que el niño ha de responder y cuya respuesta no conoce bien).
- Su estado de ánimo. Si el niño está triste, asustado o enfadado quizás tartamudee más al hablar.
La tartamudez suele aparecer aproximadamente entre los 3 y 4 años, es más frecuente en niños que en niñas y se asocia a una personalidad introvertida, nerviosa e insegura.
Esta alteración del habla en la mayoría de las ocasiones forma parte del proceso de aprendizaje del lenguaje, por lo que no debemos alarmarnos por ello, pues puede remitir y desaparecer con el tiempo. Consulta más información sobre la tartamudez leyendo estas útiles guías y manuales.
¿Cuándo debemos acudir a un especialista en trastornos del lenguaje (logopedas, pedagogos terapéuticos)? Cuando tengamos alguna duda acerca del normal desarrollo del habla de nuestro hijo y veamos que su tartamudez persiste en el tiempo dificultándoles la comunicación con los demás.
¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos? Te propongo estos consejos y técnicas:
- No aumentemos el nerviosismo de nuestro hijo corrigiéndole.
- No le obliguemos a repetir una determinada palabra.
- No le digamos que acelere la velocidad a la que habla para que termine de contar sus cosas.
- No terminemos las palabras y/o frases en las que ha tenido un bloqueo o repetición de alguna sílaba.
- Dediquemos momentos relajados del día para conversar sobre temas de su interés, sin presiones.
- Propongamos juegos en los que con su voz imite sonidos (ladrido, piar, ronquido, el motor de un coche).
- Invitémosle a que cante o memorice poesías, adivinanzas, etc. para después decirlas con un tono de voz triste, alegre, enfadado o sorprendido.
- Hagamos juegos de respiración en los que infle o desinfle globos, haga pompas de jabón, etc.
- Realicemos juntos gimnasia con la boca y los músculos de la cara: dando besos, apretando los labios, sacando la lengua.
- Leámosle o que él lea (si sabe) el cuento “Pedro, el niño tartamudo” (creado por Luis Castejón Fernández). Le ayudará a comprender la tartamudez y a reducir su ansiedad.
Si crees que tu hijo presenta alguna alteración en el desarrollo del habla, acude a un especialista del área del lenguaje y quédate tranquila. Estarás en buenas manos.









