“Voy a ser padre” es la frase mágica que abre el portal en el que tus amigos y familiares entrarán inmediatamente para compartir contigo esa inmensa alegría, pero sobretodo para darte muchos consejos. No hay reunión entre primerizos y experimentados que no se convierta en una clase abierta de “no vas a dormir”, “no le dejes chupar el dedo”, “prepárate para…”.
5 cosas que nadie te dijo sobre ser padre

Todos los consejos que recibimos son maravillosos y se dan con la mejor intención de ayudar, pero la verdad es que ser padre es la experiencia más grande que cualquier ser humano pueda imaginar. Así que cualquier consejo se quedará corto para todo lo que estás a punto de vivir. Sin embargo te dejo 5 cosas que seguramente nadie te advierte cuando estás a punto de convertirte en padre.
1. Claro que tendrás tiempo libre para ti. No es tan cierto que no queda tiempo para dedicar a uno mismo, o que no tendrás chance ni de mirarte al espejo. Aunque una vez me pasó que vestí a mi bebé hermoso para su cita con el pediatra, y cuando me subí al auto me di cuenta de que yo seguía en pijamas. Ciertamente ser padre demanda toda nuestra atención 24 horas, desde que nacen hasta que son adultos y seguramente por siempre. Pero por supuesto que queda tiempo para cuidarse, y vivir una vida social activa. Trabajar y salir de fiesta seguirán siendo parte de tu vida si así lo deseas. La cosa es que tendrás un poco menos de energía que antes y seguramente, preferirás quedarte en casa, pedir comida y descansar de los días ajetreados. No es que nos hayamos puesto más viejos, sino que invertimos mucha más energía en la rutina con los niños.
2. Te conviertes inevitablemente en tus padres. Mis primeras experiencias como mamá me hacían recordar automáticamente a la mía. Desde que tu hijo nace, crece una especie de sentido de entendimiento, en el que comienzas a comprender y recordar a tus padres y todo lo que ellos pasaron contigo. Y ciertamente nuestros hijos heredan cosas nuestras, así que veremos como, sin quererlo, empezamos a responderle y hablarle a nuestros hijos de la misma manera que nos hablaban a nosotros. Es parte de la herencia y los valores de la familia que pasarán a las siguientes generaciones.
3. No vale la pena meterse en peleas entre niños. Nadie nos enseña cómo lanzarlos al mundo allá afuera y no morir en el intento. Hace poco vi una obra excelente en la que los padres de 2 niños vecinos se reúnen para conversar sobre un altercado de sus hijos en el parque, en el que uno de ellos le rompió accidentalmente la boca al otro. La discusión dura casi toda la obra, pero al final los padres terminan enemistados entre ellos y los niños regresaron al parque a jugar juntos de nuevo. Debemos motivar a nuestros hijos desde pequeños para que puedan defenderse por sí mismos y esforzarnos por educarlos en casa pero no es nuestra tarea educar hijos ajenos. Recordemos que no podemos aislarlos del mundo real, así este mundo resulte a veces un poco cruel.
4. Con el segundo hijo te das cuenta que te angustiaste de más la primera vez. Esto le ha pasado a muchos padres que conozco. Y sucede que luego del segundo bebé, sientes que si pudieras echar el tiempo atrás, te preocuparías mucho menos y disfrutarías mucho más cuando son pequeñitos. Nadie te advierte que no debes preocuparte tanto, pues ser padre primerizo implica vivir esas experiencias propias. Además dicen que con los hijos todas las precauciones son pocas y realmente uno debe cuidarlos al máximo. Salir corriendo a la clínica por un poco de fiebre, o esterilizar demasiado seguido los teteros, son decisiones muy personales de cada padre, y sólo uno mismo se da cuenta cuando pasa el tiempo que algunas angustias fueron más imaginarias que reales.
5. Perder la paciencia está bien. Cuenta hasta 10 y sigue. Todos te dicen que ser padre es una montaña rusa de experiencias increíbles, pero pocos te alertan lo sensible que uno puede ser en ciertos momentos. Realmente la paciencia de un padre es una pequeña bomba de tiempo haciendo tick tock, pues nuestra labor no se detiene nunca y nuestra tolerancia puede verse vulnerada. Así que en cualquier momento podemos estallar. Esto pasa y está bien que nuestra paciencia haga BOOM, sólo que debemos estar al tanto que esto nunca pase frente a nuestros hijos. Entremos al baño, contemos hasta diez, o tal vez podamos desahogarnos aparte con amigos y la familia, pero jamás debemos perder nuestra tolerancia y paciencia frente a ellos, pues nuestro rol de padres es básicamente ser pacientes con estos pequeños seres que están creciendo, aprendiendo y recibiendo amor día y noche.









