Sabemos que como padres aspiramos a estar todo el tiempo en ese estado tipo maestro yoga, que nos permita estar en sincronía con el universo y sus seres, incluidos entre ellos por supuesto nuestros hijos. Y que luego de una extensa jornada laboral, para aquellas que trabajamos fuera del hogar, o de los inacabables quehaceres de la casa, o de ambos, en el peor de los casos; el primer cuestionamiento de nuestros hijos puede hacer que se nos ericen todos los pelos.
¿Qué hacer cuando como padres nos sentimos muy enojados?

Pero lo que se debe controlar es ese estado, que pasa de ser una molestia a ser ira, la cual puede generar una situación de inseguridad para nuestros hijos y para nosotros mismos. Veamos qué hacer cuando los padres nos sentimos enojados.
¿Qué es la ira?
La ira es el enojo fuera de control; es una mezcla de sentimientos que nos desbordan. Sentimientos que pueden tener que ver con la depresión, con el sentirse culpable, decepcionado o frustrado; incluso muchas veces no sentirse valorado. Si este sentimiento convive contigo la mayor parte del tiempo, es hora de que busques una ayuda, para averiguar de dónde procede el enfado y poder superarlo.

¿Qué hacer cuando sentimos que nos estamos por salir de control?
Primero, conoce las señales de su propio cuerpo antes de explotar. En muchos casos, puede que sientas que los "colores se le suben a la cara"; o tal vez, que te tiemblan las manos, o que tu pulso le habla. Nadie mejor que tú para conocer tu cuerpo.
También es necesario desconectarse. Cuando llegamos del trabajo, sería bueno encontrar media hora para dejar las preocupaciones laborales de lado, antes de enfrascarnos en la rutina familiar. Prueba con un baño. Mi hermana, incluso, prende velas y coloca sales en el agua de la tina; o riega el jardín, como yo, y si es verano, házlo descalza, la tierra absorbe todas las malas energías, actúa como un cable a tierra.
Si notas que todos están ansiosos o nerviosos, realiza una actividad recreativa que puedan compartir juntos: jugar un juego de mesa; realizar una caminata o descargar los nervios pedaleando en las bicicletas, que muchas veces están olvidadas en el desván.
Explícales a tus hijos que has tenido un día complicado y dígales lo que necesita de ellos. Esto evitará que te sientas desbordado y los estimulará a ellos a ayudarte. Como dije en otras oportunidades, deja de lado el traje de Wonder Woman, y permítete ser vulnerable y que tus hijos reconozcan a un ser que aún con sus limitaciones y sus poderes a un 50%, los ama y los necesita.
Siempre recuerda que los niños necesitan sentirse seguros y cuidados, así como también útiles, es decir, regálales la posibilidad de que sientan que pueden hacer una contribución.
¿Te imaginas la cara de satisfacción de tu pequeño cuando te vea salir del baño, que él mismo te preparó con todo esmero sólo por el hecho de que te sientas mejor? Haz la prueba, no hay enojo que pueda contra la sonrisa de un niño.







