Nadie nace sabiendo cómo ser una buena madre o un buen padre. Tampoco existen cursos que nos indiquen los pasos a seguir para lograrlo. Cada relación entre padre, madre e hijo es única y por eso no hay reglas básicas, sin embargo, sí es cierto que debemos llevar a cabo una maternidad y paternidad responsable.
Maternidad y paternidad responsable

Principios básicos de la maternidad y paternidad
Primero que nada, debemos tener claro el efecto que nuestras palabras hacen en nuestros hijos, para saber así como expresarnos mejor para lograr los efectos deseados. No debemos quedarnos cortos en afecto pensando que así malcriaremos a nuestros hijos: nunca sobra amor y cariño. En cambio, sí son las cosas materiales las que los hacen malcriados.
Ser padre es un trabajo a tiempo completo que lleva un montón de esfuerzo. Debemos estar para nuestros hijos física y mentalmente, y haremos de la crianza una serie de etapas que van creciendo con nuestro hijo.
Al tiempo, debemos fomentar su independencia dentro de esas normas para conseguir que sean personas exitosas en un futuro.
Sin embargo, no debemos excedernos en la disciplina, los traumas físicos y emocionales que pueden quedar de una crianza muy dura no los harán mejores adultos en el futuro, sino más bien todo lo contrario. A veces es mucho más fácil explicar nuestras normas y decisiones con tranquilidad y respeto: nuestros hijos entienden, razonan y son seres humanos con dignidad.
Expresar interés por lo que nuestros hijos tienen para contarnos es un punto clave en la comunicación. Ser una guía y un modelo a seguir en una etapa en que los niños son como esponjas que absorben todo ayudarán a que su hijo sea una mejor persona en el futuro.
No debemos sobreproteger a nuestros hijos: es necesario que se equivoquen y vean las consecuencias de sus actos. Su hijo necesita vivir su propia vida: usted es una guía, pero él debe tomar sus decisiones a medida que va creciendo.
La maternidad y paternidad responsable es posible. No necesitamos ser unos padres perfectos sino, principalmente, sentir un gran amor por nuestros hijos.







