Son muchas las veces que como padres las preocupaciones vienen cuando los hijos enferman. Ya sea por un simple catarro y un ¿empeorará? O por si le sube la fiebre... ¿Y si es algo más serio lo que le ocurre a mi niño?
¿Debo llevar a mi bebé al hospital si tiene fiebre?

No siempre es necesario acudir al hospital o a la sala de urgencias cuando el bebé o el niño tienen fiebre. Pero es totalmente normal (y necesario) que los padres se alarmen para poder descubrir qué sucede.
Muchos papás deciden acudir al doctor de urgencias para descubrir qué sucede y así salir de dudas rápido sobre qué le ocurre al pequeño. Esto es totalmente aconsejable sobre todo si se trata de un bebé de menos de tres meses.
¿Qué es la fiebre?
La fiebre es un mecanismo de defensa que tenemos en nuestro cuerpo contra las infecciones. La fiebre no siempre debe ser tratada, pero siempre hay que buscar qué es lo que lo origina, además de buscar la forma de bajar la temperatura.
Cuando tenemos fiebre es porque nuestro cuerpo nos está alertando que algo no anda bien, que hay algún problema que debe mirarse. Durante los tres primeros años de un niño es normal que tengan fiebre puesto que es algo bueno que le suceda puesto que le ayuda a fortalecer su sistema inmune.
¿Cuándo debo acudir a urgencias con mi bebé?
Hay algunos síntomas que son muy importantes tenerlos en cuenta para que sí le lleves al hospital o a urgencias para que le puedan observar, ya que estamos hablando de un cuadro de riesgo:
- Si tu hijo tiene la fiebre excesivamente alta.
- Si no le baja la fiebre.
- Está afectado de forma general y le encuentras diferente (no juega, no ríe, no come...)
- Si ves que se encuentra somnoliento.
- Si ves que tiene rareas cutáneas o dificultad respiratoria.
¿Cuándo no es necesario correr al médico?
No será necesario que te preocupes en exceso porque seguramente no será nada grave si notas a tu hijo que está alegre, que juega y ríe, es decir, que está activo.
Aun así es conveniente que si tiene fiebre le lleves al pediatra para que le hagan una valoración y le pongan un tratamiento si es necesario. Además, es el profesional de la salud infantil quien deberá orientarte en las dosis adecuadas.
Nunca mediques a tu hijo, ni a ti, ni a nadie, sin consultar primero al doctor.







