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¡Cuidado! Criar hijos perfectos conlleva estos riesgos

Una exigencia difícil de cumplir que conlleva gran frustración.

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Los niños que por algún motivo persiguen el perfeccionismo, no pueden ser felices porque de forma constante, se están planteando retos inalcanzables y si no los cumplen, se sienten indignos de amor por parte de sus progenitores y se castigan a ellos mismos.

La idea y puesta en práctica de educar a niños perfectos, puede implicar que estos sufran durante su infancia y en otras etapas de la vida, problemas como depresión, ansiedad, trastornos alimentarios, abusos de sustancias, suicidio. ¿Es para alarmarse? Es para preocuparse.

La locura de la perfección

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Los hijos perfeccionistas pueden serlo en varios ámbitos de la vida, sobre todo suelen destacar en aquellos que realmente son de su interés, aunque no en todos. Es decir, puede ser que el niño sea une excelente estudiante pero, a la hora de ordenar su habitación, esta siempre esté patas arriba y no pueda hacerlo de forma eficiente.

El sistema y la sociedad en general promueven la perfección. Ya hemos visto en las últimas décadas los graves trastornos de alimentación que puede ocasionar ir detrás del cuerpo, y a esto se le suma que para ser exitoso y perfecto, hay que tener un buen coche, una casa espléndida, una buena relación de pareja, etc.

El culto a la perfección está cada vez más presente en diferentes áreas de nuestras vidas, parece como si nunca fuera suficiente.

La sensación de una negativa como decepción

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Los niños perfeccionistas llevan muy mal el fracaso y por eso, lo evitan a toda costa. En este sentido, muchas veces prefieren quedarse con lo conocido a tomar riesgos cuyo resultado desconocen por el profundo miedo que tienen, no toleran la frustración y el tener que pasar por la situación de sentir que lo hicieron mal porque además, les hace sentir que son inútiles y no merecedores de amor.

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Cuando estos niños atraviesan una circunstancia que conlleva pérdida, entonces se vuelven muy destructivos con ellos mismos, a tal punto que no se sienten decepcionados sino desbastados. Y cuando consiguen lo que se propusieron, ni tan siquiera lo ven como un éxito sino como un alivio porque han evitado el fracaso.

¿El perfeccionismo se aprende?

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Puede que los padres de los niños perfeccionistas también lo sean, o que con sus actitudes empujen a sus hijos a convertirse en personas perfeccionistas. Lo hacen a través de por ejemplo, recompensarle cada vez que hace algo bien y quitarle el premio, e incluso las demostraciones de afecto, cuando no consiguen un objetivo propuesto. 

También aprenden a ser perfeccionistas cuando, sus propios padres persiguen la perfección y se autocastigan u odian a sí mismos cuando no alcanzan determinadas metas.

Otro tipo de padres, los que no se consideran así mismo perfectos, se proponen lograr que sus hijos sí lo sean y los educan en función de ello.

Una forma de evitar caer en la insalubre perfección, es adoptar la palabra excelencia, lo cual significa hacer siempre lo mejor y máximo posible.