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Tratar la ansiedad sin medicamentos es posible: el secreto está en cambiar tu punto de vista

Las presiones diarias de la vida pueden convertirnos en un manojo de nervios, sin duda. Y si bien la ansiedad es un sentimiento natural y frecuente, puede tornarse en una enfermedad mental cuando existe dentro de un trastorno: la obsesión de tu cerebro por permanecer en un estado de preocupación constante.

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Si tienes algún trastorno de ansiedad, seguramente hayas transitado varios caminos como el de la medicación, pero los síntomas vuelven cuando la dejas. Esto sucede porque, aunque este es un tema muy discutido, varios médicos creen que la ansiedad no puede curarse para siempre y que debería tratarse como una enfermedad crónica con la que hay que aprender a vivir.

La ansiedad puede venir en forma de miedo, incapacidad de concentrarse en el trabajo o en clase, dificultades para dormir o irritabilidad, entre muchas otras, de acuerdo a Olivia Remes, investigadora de Cambridge, para The Conversation.

Cómo enfrentar la ansiedad sin medicamentos

Los sentimientos que la ansiedad provoca —náuseas o dolor de estómago, enrojecimiento del rostro, sentir que otros te están juzgando— no son nada placenteros, por lo que es comprensible que muchas personas quieran recurrir a medicación o sus psiquiatras consideren que es lo necesario.

Sin embargo, si bien se ha avanzado muchísimo en el tratamiento de la ansiedad con medicamentos, los pacientes todavía no se benefician de efectos a largo plazo. De acuerdo a Remes, muchas personas sienten que después de dejar la medicación los síntomas vuelven y tienen que comenzar de nuevo.

Además, los medicamentos para la ansiedad no vienen sin un precio que pagar, en forma de efectos secundarios: dificultades para dormir, menor deseo sexual y mayor apetito son algunos de los inconvenientes más comunes del tratamiento farmacológico de la ansiedad, de acuerdo a Healthline.

Hay formas de convivir con tu mente de manera positiva. Para la mayoría de las personas, es posible tratar la ansiedad sin medicación a través de las estrategias de adaptación. Estas pueden ser cambios en el estilo de vida o cambios conscientes en la manera en que decides ver las cosas.

Cambia tu estilo de vida

Una manera de salir de la parálisis mental que la ansiedad provoca es mover tu cuerpo. Como tu mente no puede concentrarse en dos cosas a la vez, el ejercicio la distraerá de los problemas. La actividad física, al levantar los niveles de serotonina y endorfinas, te hará sentir mejor emocionalmente a largo plazo si mantienes esta rutina. Cuando comienzas a cuidarte, toda tu forma de pensar mejora. Puedes hacer el ejercicio que quieras, incluso bailar sola en tu casa cuenta.

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Además, puedes mejorar las estrategias con las que lidias con tu cansancio. Por ejemplo, si bien para las personas con ansiedad el café puede parecer el elixir de la vida, en realidad, la cafeína puede tener un efecto demasiado exagerado en ellas. Sin duda da un estímulo de energía, pero también altera la respuesta del sistema nervioso. Esto puede inducir un estado de ansiedad acrecentado o incluso un ataque de ansiedad.

Quizá pienses que puedes vivir con menos de seis horas de sueño por día, o que estás demasiado ocupada para dormir, pero en realidad puede ser la falta de sueño la que esté interviniendo en tu calidad de vida y agravando la ansiedad. Los efectos de no dormir bien o lo suficiente están hace tiempo estudiados: cambios de humor, dificultades para concentrarse o para pensar y problemas de memoria.

Muchas personas con ansiedad sufren insomnio. La mejor manera de superarlo es enfrentar la hora de dormir con dedicación: apagar todos los dispositivos (celular y computadora) al menos una hora antes, e ir creando un ambiente para dormir. Dejar de usar la cama para actividades que no impliquen dormir, como por ejemplo leer, también es una buena idea. Cuando te acuestes y no te logres dormir tras veinte minutos, levántate, siéntate en el sofá y lee un poco, hasta que te dé sueño. Sé paciente.

Cambia tu punto de vista

Además de cambiar tu manera de vivir por fuera, algunas estrategias de adaptación tienen que venir desde dentro. Estas son las más importantes para motivarte a mantenerte fuerte en el largo plazo.

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Una de las estrategias mentales que Remes propone es «hazlo mal». ¿Qué significa esto? Ella cita a un reconocido poeta inglés, G. K. Chesterton, que decía: «Todo lo que valga la pena hacer, vale la pena hacerlo mal». Si no te animas a hacer algo por miedo a que salga mal, piensa: ¿realmente valdría la pena hacerlo? Si lo vale, entonces vale hacerlo mal, o no de la manera que tú esperabas. Si no lo haces, podrías pasar horas evaluando tus posibilidades, algo que te llevará mucho tiempo y te dejará exhausta.

A veces, queremos hacer algo de manera perfecta o esperar al momento adecuado. Esto, en realidad, es procrastinación enmascarada, y puede demorar, si no obstaculizar permanentemente, la llegada a nuestros objetivos.

Comienza por «hacerlo mal», sin pensar en cómo va a resultar. Esta mentalidad hará que no solo sea más fácil comenzar la tarea, sino que la completes más rápido. Remes anima a las personas a probar esta estrategia porque «con frecuencia, descubrirás que no lo estás haciendo tan mal, después de todo». En esta estrategia de adaptación, todo se trata de liberarte.

Otra estrategia de la que habla la experta es perdonarte. Seguramente pasas mucho tiempo revisando una y otra vez tus acciones, señalando todo lo que está mal contigo y con tu vida. Imagínate si tuvieras un amigo que hiciera eso. ¿Querrías seguir teniendo esa compañía? Piensa en un niño o en un perrito con el que desquitaras tu furia cada vez que se equivoca. ¿Cómo se comportaría luego? ¿No sería más fácil perdonarlo?

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Sé amable contigo misma. En lugar de reaccionar mal ante tus equivocaciones, reconoce que tienes el impulso de tratarte mal, de culparte, y luego deja ir el pensamiento negativo para concentrarte en algo más importante. Esto es más fácil dicho que hecho, pero en realidad te da una oportunidad de pensar de manera realista y calmada sobre ti misma, en lugar de reaccionar con ira. No se trata de pensar que eres perfecta, se trata de aceptar que no lo eres.

Imagen Shutterstock

Remes también aconseja que esperes para preocuparte. Si un tema te preocupa ahora, espera hasta algún momento del día en que puedas pasar 10 a 20 minutos preocupándote tranquila (aunque parezca una ironía). Preocuparte con límites te hará sentir que tienes control, y verás cómo se te ocurren ideas para solucionar los problemas sin necesidad de volver a pensar en lo mismo.

Lo último de lo que habla la experta es del cambio necesario en el punto de vista que necesitan las personas con ansiedad. Generalmente, las personas que sufren de ansiedad tienen el foco en sí mismas. Cuando te comuniques con alguien más, trata de observar cómo se siente, pero no respecto a ti; obsérvalo actuar respecto a lo que se está diciendo en la conversación o a estímulos externos.

«Sin importar cuánto trabajemos o cuánto dinero consigamos, no podremos ser verdaderamente felices hasta que sepamos que alguien más nos necesita y depende de nuestra productividad o de nuestro amor», explica Remes, cuyas ideas toma del neurólogo Viktor Frankl, autor de El hombre en busca de sentido, un libro sobre cómo su experiencia en un campo de concentración lo ayudó a entender qué lo hacía feliz: ayudar a otros.

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Esto no quiere decir que ayudes a los demás solo por la satisfacción de sentirte necesitada. Más bien, hacer cosas por los demás aleja el foco de nosotras y lo pone en ellos, y, agrega Remes, en la diferencia que significamos para ellos.

Todas estas estrategias implican un esfuerzo mental permanente. Superar la ansiedad significa hacer un esfuerzo consciente todos los días por estar bien y levantarte cada vez que caigas en este intento.

Algo que no deja de ser importante: si te prescribieron medicación contra la ansiedad, habla con tu médico antes de dejarla. Tu caso particular es único.

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