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El síndrome de Anna Karenina

Leon Tolstoi, dejó para la posteridad una novela que no solamente es uno de los mayores clásicos de la literatura mundial, sino que es el reflejo una pasión amorosa, tan intensa, tan peligrosa, y aveces tan trágica. Hablamos de Ana Karenina.

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Cuando evocamos el síndrome de Anna Karenina, no nos referimos al desenlace trágico que eligió la protagonista femenina del libro, sino más bien a la pasión, a la unión efectiva que vivió, y a la que llevó sus límites más allá de sus posibilidades.

Hoy vamos a hablar de los peligros de estas relaciones obsesivas peligrosas para la salud, de las que solemos salir heridos.

El amor apasionado y sus peligros

Aquel o aquella que ha vivido un amor apasionado en el pasado, continúa buscando esta sensación brutal, a pesar del mal que ha podido hacerle la pérdida de este amor. Las relaciones obsesivas nos hacen sentir vivos, llenos de emociones cada vez más potentes, como la atracción física, la unión emocional, el compromiso mutuo, y la obsesión, esta sensación capaz de hacer del tú y del yo la cosa más importante del universo.

Sin embargo, existen una serie de peligros inherentes a este tipo de relaciones, que conviene tener en cuenta.

El síndrome de Anna Karenina es resentido por personas que están en un estado diferente del que podemos calificar de simple amor. En realidad sufren lo que se llama un desarreglo afectivo obsesivo, que se caracteriza por una pérdida del control sobre uno mismo, y por una dependencia absoluta donde los límites de la persona son cada vez superados. Se es capaz de abandonar a la familia por la persona amada, renunciar a lo que define a la persona, y someterse al control del otro para conservarlo.

Este amor se centra en la vida que rodea a la persona que se ama, de manera tan obsesiva que se pierde un poco de la propia existencia. Se trata de una pasión totalmente destructiva.

Imagen Thinkstock

¿Cómo controlar el amor apasionado?

Todos sabemos que en las primeras fases del amor, es habitual sentir esta pasión tan intensa y tan indescriptible. Sin embargo, hay una serie de factores que debemos tener en cuenta para evitar caer en la trampa del peligroso síndrome de Anna Karenina. 

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Os invitamos a reflexionar sobre los siguientes puntos:

Nunca buscar a colmar los vacíos cuando se comienza una relación. La busca de la otra mitad puede ser una trampa. Toda nuestra vida hemos escuchado que el único objetivo que vale la pena es encontrar la otra mitad de uno mismo. Pero antes de esto, conviene realizarse individualmente, convertirse en una persona equilibrada y madura, capaz de ser feliz por uno mismo, y ofrecer la felicidad a los demás. Nunca buscar a alguien para colmar los vacíos y los miedos personales. El amor y la pareja se fundan en el enriquecimiento mutuo.

Cuidado con no establecer con la pareja una relación que os quite libertad, que os impida realizaros, y que os haga perder todo lo que os caracteriza hasta el momento. Amar es ganar y creer, y no perder y limitarse. Las obsesiones nunca son buenas, porque es como poner límites a la vida. Cuando la gran prioridad de la vida es una sola y única persona, se pierden muchas cosas, porque se dejan de lado las pasiones, los amigos, y los valores. Recordad por último que la pasión absoluta por el conde Vronsky de Ana Karenina, la llevó incluso a abandonar a su propio hijo.

Más información: Amelioretasante