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¿Cómo es que la ansiedad afecta tu olor corporal?

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Todos hemos pasado alguna vez por situaciones de estrés. Algunos las viven bien, con calma y serenidad. Otros, tienden a ponerse nerviosos y a sudar bastante. La ciencia ya ha comprobado que cuando estamos ansiosos el cuerpo libera un sudor distinto al que vemos cuando vamos al gimnasio. Esta sudoración demuestra que la ansiedad afecta nuestro olor corporal… y no exactamente para bien. Descubre las razones a continuación:

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El sudor al ejercitar

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Cuando vamos al gimnasio, a una sesión de yoga o a una clase de baile nuestro cuerpo puede moverse de una forma distinta, trabajar ciertos músculos y hacer cierto esfuerzo. Como resultado de este tipo de movimiento es probable que el cuerpo libere sudor. Pero este sudor contiene sobre todo agua y no tiene casi olor desagradable. Ahora, cuando sudamos en una situación de estrés porque estamos ansiosos el panorama cambia.

El sudor y la ansiedad

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Cuando estamos ansiosos, nuestro organismo aumenta el ritmo cardíaco, se dilatan las pupilas e incluso puede generar ciertos problemas para respirar. Todo nuestro cuerpo se pone en estado de alerta porque le estamos enviando una señal de que «debe cuidarse» porque «hay un peligro».

El hipotálamo se activa, le avisa a las glándulas suprarrenales y ellas se encargan de liberar adrenalina, epinefrina y cortisol (la «hormona del estrés»). Es así que nuestro cuerpo produce un líquido que expulsa por los poros de la piel.

Pero, a diferencia del sudor que liberamos al hacer gimnasia, esta clase de sudor está compuesto por un 80% de agua y un 20% de proteínas y grasas que, en contacto con las bacterias de la piel, generan el mal olor. Y, como si fuera poco, cuando nos avergonzamos por el mal olor, ¡producimos más sudor!

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Es así que la ansiedad representa un factor clave para entender el porqué de mal olor corporal. No te preocupes, existen diversas formas de derrotar la ansiedad para que puedas disfrutar de cada situación que acontece sin tener que sufrir un estrés excesivo.

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Aunque sea una reacción natural de nuestro cuerpo, no debemos negar, está allí para hacernos notar que estamos sintiendo un peligro. Nuestra mirada debería virar entonces del «comprar un nuevo desodorante» a pensar si estábamos en una situación de peligro real. Encontrar el origen de ese miedo puede minimizar o hacer desaparecer ese olor desagradable.