El ejercicio físico es fundamental para una buena salud, para prevenir enfermedades y e incluso también para ayudar a la recuperación del organismo.
Cáncer de mama: razones por las que deberías hacer ejercicio

En el caso del cáncer de mama, uno de los más frecuentes en las mujeres, el ejercicio físico es importante tanto para la prevención como para el tratamiento y el después de la enfermedad.
Ejercicio físico y cáncer de mama

Además de ayudar a prevenir la enfermedad, el ejercicio físico ayuda a las mujeres en tratamiento por cáncer de mama tanto a nivel físico como a nivel mental.
Desde el punto de vista físico, ayuda a lidiar con algunos efectos del tratamiento como lo son el aumento de peso y la pérdida de masa muscular y densidad ósea. También ayuda a recuperar flexibilidad y rango de movimiento en brazos y hombros. Reduciendo, además, el riesgo de linfoedema (hinchazón de brazos y/o manos).
A nivel emocional, ayuda a reducir el dolor y la fatiga, mejora el ánimo, el descanso y restaura la capacidad física, logrando impactar de forma positiva en la salud emocional y la calidad de vida. Asimismo, previene y reduce el riesgo de recurrencia del cáncer. Estudios científicos han demostrado que el riesgo de cáncer de mama era 25 % más bajo en las mujeres físicamente activas.
Evitar que el cáncer vuelva

Una vez que se ha tenido cáncer de mama, es posible que pueda regresar. El ejercicio es una de las formas más poderosas de reducir ese riesgo.
Incluso un estudio publicado en Breast Cancer Research, reveló que 150 minutos de ejercicio moderado a intenso por semana y dos o tres sesiones semanales de fuerza, disminuten las muertes relacionados con este tipo de cáncer y mejoran la calidad de vida de las sobrevivientes.
Las mujeres en tratamiento por cáncer de mama pueden comenzar la práctica de ejercicio al comienzo o en cualquier momento del tratamiento. Incluso pueden también hacerlo posteriormente al tratamiento como modo de recuperación y de prevención. Se recomiendan ejercicios como caminatas, natación, clases aérobicas, yoga, pilates y ejercicios para los brazos.
Aliviar el estrés psicológico

Cuando se diagnostica a una persona con cáncer de mama, debe someterse a tratamientos como quimioterapia, cirugía o radiación. Esos tratamientos implican un gran desafío psicológico.
El ejercicio físico ayuda en ese proceso, al liberar sustancias químicas cerebrales como la serotonina y reduciendo las señales inflamatorias del sistema inmunológico que pueden contribuir a la depresión.
El ejercicio logra también reducir la ansiedad y otorgan una sensación de control en la vida de los pacientes.
Aliviar los efectos secundarios del tratamiento

Además del aspecto psicológico, el ejercicio también logra tener un impacto en los efectos secundarios que genera el tratamiento del cáncer de mama.
Si bien no es fácil pensar en hacer ejercicio en medio de un tratamiento de este tipo, estudios han demostrado que el ejercicio puede ayudar a prevenir las náuseas y la fatiga generadas por la quimioterapia o la radiación.
Además, de acuerdo a especialistas, en el caso de las mujeres que reciben tratamiento con adriamicina y otros medicamentos de quimioterapia que pueden ser potencialmente dañinos para el corazón, el beneficio cardiovascular asociado con el ejercicio, es clave.
A su vez, la obesidad y el sobrepeso pueden aumentar el riesgo de aparición de la enfermedad e incluso disminuir las posibilidades de supervivencia. Esto se debe a que la obesidad resulta en altos niveles de múltiples hormonas que promueven el crecimiento de células cancerígenas.
No cabe duda que el ejercicio es muy importante para la prevención, el tratamiento y para evitar la reincidencia del cáncer de mama. No necesitas esforzarte demasiado, simplemente hacer algo que te guste y mantenerte activa físicamente para mejorar tu salud.
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