La vida no es un camino recto ni plano. Nos desviamos, tenemos momentos en que caminamos más alto y otros, más bajo. Sin embargo, en todo instante debemos recordar que nunca es tarde para aprender algunas lecciones. Quizás ya las hemos escuchado, pero comprenderlas y aplicarlas es lo que hará la gran diferencia:
5 lecciones que nunca es tarde para aprender

5. No dejes que las cosas se desvirtúen
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La mente humana es increíble. No solo tiene la capacidad de resolver ecuaciones sumamente complejas, sino que también puede enredarse en situaciones innecesarias.
Cuando estamos en una situación que nos disgusta, nuestra mente puede comenzar a jugar en nuestra contra, generando mayor estrés, ansiedad y aportando pensamiento negativos. Por esta razón, muchas veces terminamos creando en nuestra mente un problema mucho mayor al inicial.
Ni bien se presenta un problema, suele suceder que estemos seguros de que es imposible de superar. Un tiempo después, nos damos cuenta de que esta imposibilidad no era más que una ilusión.
La próxima vez que te suceda de sentirte bajo estrés y sometido a pensamientos muy negativos en referencia a un problema que comenzó siendo simple, toma un tiempo para reflexionar sobre la problemática en sí. Considera si la recordarás en una semana, un mes o un año. Si la respuesta es «no», entonces ya sabes qué hacer con este problema.
4. Enfrenta tus miedos, más a menudo

Todos tenemos miedos: miedo a la muerte, miedo a envejecer, miedo a estar solos, miedo a fracasar...
Pero debes tomar conciencia de que muchos de estos miedos tienen un efecto paralizante sobre nuestras vidas. Aunque lo intentemos, si el miedo está constantemente presente en nuestros pensamientos, no lograremos avanzar. El miedo a fracasar es una de las principales razones por las cuales miles de personas no se arriesgan a seguir sus sueños y continúan viviendo una vida que no quieren.
Pero lo que debemos recordar es que muchos de estos miedos son producto de nuestra mente tan activa y de la sociedad. Cuando comenzamos a darnos cuenta de que no debemos tener miedo a ciertas cosas es que finalmente podemos liberarnos. Y vivir se vuelve más fácil y emocionante.
3. Camina lento, pero seguro

Nadie nos garantiza que, corriendo y apresurándonos, logramos grandes cosas. De hecho, la historia ha demostrado todo lo contrario. Quienes perseveran triunfan, porque no hay nada mejor que ir lento hacia un objetivo, para realizar los ajustes necesarios durante el camino.
Cuando somos jóvenes queremos todo rápido, porque creemos que cuanto antes consigamos la vida «ideal», antes seremos felices. Con los años, comenzamos a entender que esta vida perfecta no existe, y que lo ideal es seguir siempre rumbo a nuestros objetivos.
2. Deja de asumir

El ser humano es comunicativo, pero mucho veces sucede que la comunicación con otra persona no es del todo efectiva o satisfactoria. En estos casos, elegimos asumir. El problema con asumir lo que otra persona está pensando es que casi siempre nos equivocamos.
Recuerda que no eres el centro del mundo, por lo que no necesariamente todas las personas estarán pensando algo negativo sobre tu persona -quizás ni siquiera estén pensando en ti-.
1. Vive el presente

Nos pasamos gran parte de la vida viviendo en otro momento, en el pasado o en el futuro. Así es que nunca logramos realmente aprovechar el momento y las experiencias que vivimos nos pasan tan rápido como llegaron.
El momento presente es el más importante, porque es el que dicta como recordarás el pasado y cómo será el futuro. Debes dejar de preocuparte por otra cosa que no sea el aquí y el ahora.
Intenta detenerte de a momentos y mirar a tu alrededor, respirar el aire, observar a las personas y a la naturaleza que te rodea. Practica la conciencia activa varias veces al día.
Vive la vida, no solo la veas pasar.








