La vida de un hijo no es fácil, en ninguna de sus etapas: primero porque eres pequeño para hacer cosas y después porque no lo eres lo suficientemente chico como para seguir con los mimos, apapachos y permisos de un niño, pero tampoco tan grande como para hacer lo que se te da la regalada gana (como todos lo deseamos en la adolescencia).
Frases que odiabas que tu mamá te dijera, pero ahora se las dices a tus hijos (nunca creíste repetirlas)
"Nunca digas nunca", seguramente también te dijo tu mamá. Las clásicas frase que escuchaste de niño y que, ahora, estás repitiendo (¿sin querer?).
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El referi en esa lucha de encuentro con la adultez (y todo lo terrorífico que viene con ella) es nada más y nada menos que MAMÁ, quien con su experiencia (o no) hace lo mejor que puede para formar a una persona feliz, plena… 'persona de bien', que le llaman.

Hasta aquí, todo bien con el lado emotivo. Sin embargo, en medio de todos esos aprendizajes hay algo que a nadie le gusta escuchar cuando eres niño o adolescente: las típicas frases de mamá. Esas palabras que te desesperaban y te hacían enojar, porque no querías que te dijeran cómo vivir tu vida. Lo más gracioso de todo es que, ahora que eres mamá (o papá) ¡tú también las dices!
Cuando ya eres adultos y tienes hijos, te das cuenta que poco a poco te vas convirtiendo en tu madre. Cada día te pareces más a ella y usas sus mismas palabras para educar a tus pequeños.
Aquí va una recopilación de las frases que te decía tu querida madre y odiabas escucharlas, epro ahora las repites.
“Y si lo encuentro, ¿qué te hago?”
Probableente te frustraba escucharla, porque te hacía creer que no podías ver lo evidente. Aunque, para ser honestos, también te daba esperanza, pues cualquier cosa que estuvieras buscando en realidad no estaba perdida, solo estaba lo suficientemente escondida como para que los ojos de tu mamá (y no los tuyos) lo vieran.
“No se dice qué, se dice mande”
Pobre de ti si cuando tu mamá te llamaba le respondían "¿Qué?", ¡era una tremenda falta de respeto. Tenías que decir "Mande" y, además, con un tono de voz que dejara claro que estabas a sus órdenes.
Y por si fuera poco, debías usar esa misma respuesta cuando otros adultos te hablaran, ya fueran tus abuelos, tíos o profesores.

“Ahorita que lleguemos a la casa vas a ver”
La frase clásica para amenazarte. Si se te ocurría hacer alguna travesura en público o tu profesor te acusaba por portarte mal en la calle, tu mamá por supuesto se enojaba... sin embargo, guardaba la calma y no te daba tus nalgadas ahí mismo.
Con un tono bastante molesto, pero disimulando, te decía alguna frase que dejaba muy claro que te daría tu merecido llegando a la casa. Eso provocaba que todo el camino estuvieras nervioso, pensando en el castigo que te esperaba.
“¡Haz lo que tú quieras!”
¡Uy, mucho cuidado con estas palabras! Se trata de una frase permisiva que más bien es una advertencia. Su traducción es algo así como: "Ni se te ocurra hacer algo diferente a lo que ya te dije, porque te va a ir muy mal".

“¿Crees que soy tu sirvienta?”
Las mamás están dispuestas a hacer cualquier sacrificio por sus hijos, pero tampoco hay que abusar. Las labores del hogar ya son bastante pesadas como para que encima tú andes por ahí dejando tu ropa sucia tirada, no recogiendo el plato en donde comiste, etc. Por supuesto que a la quinta vez de pedirte que la ayudaras con algo, su paciencia desaparecía... y lo mismo le pasa a todas las mamás.
"Porque soy madre" / "Porque lo digo yo, que soy tu madre"
Cuando eras adolescente nada te molestaba más que esta frase. ¡Eso no era un argumento válido!... ¿o sí? Al escucharla, solo podías pensar que no te estaban dando una explicación válida y tampoco había oportunidad de refutarla, ¡no era justo! Pero la realidad es que esa desesperante frase está cargada de amor y preocupación: una madre sabe lo que es mejor para sus hijos y eso es suficiente para decirte si puedes o no hacer algo.









