El próximo 31 de octubre medio mundo desempolvará sus mejores disfraces, los fantasmas saldrán de sus tumbas y los niños golpearán las puertas de sus vecindarios pidiendo caramelos. Se acerca Halloween, la fiesta más famosa del otoño en Occidente y excusa perfecta para dar rienda suelta a todas esas locuras que incitan al miedo y, en ocasiones, también a la risa.
La fiesta que la Biblia no aceptó: curiosidades sobre el origen de Halloween

La fiesta que La Biblia no aceptó
Aunque La Biblia no hable claramente de la fiesta de Halloween, sí nos regala ciertos versículos en los que se hace evidente la oposición del libro más leído del mundo a "servir de médium espiritista o consultar a los muertos", tal y como rezaba Deuteronomio 18:10-12.
El origen pagano de Halloween cabe encontrarlo en la cultura celta, la cual ya celebraba una fiesta en honor a los muertos llamada Samhain desde hace 2 mil años, concretamente el día 31 de octubre, último día de su calendario. La creencia de que fantasmas y demonios sacudían los poblados druidas impulsaba a las diferentes tribus a depositar regalos u ofrendas con tal de simpatizar con los muertos, una tradición que mutaría siglos atrás en el famoso " truco o trato" que todos conocemos.
El origen de la palabra Halloween procede del vocablo escocés All Hallows' Even (Víspera de Todos los Santos), coincidiendo con la víspera del 1 de noviembre en el que Occidente acude a los cementerios para honrar a sus familiares fallecidos.
El concepto de Halloween como fiesta fue exportado por los inmigrantes irlandeses a su llegada masiva a Estados Unidos durante la década de 1840, momento a partir del cual comenzaron a pulular esas historias de fantasmas y calabazas huecas. En concreto, este último elemento surge a partir de la vieja historia de Jack O'Lantern o Jack el Tacaño, un irlandés que se topó con el diablo una noche en la que trataba de agarrar una manzana de un árbol sirviéndose de una calabaza como candil. La leyenda también hace referencia a las calabazas a modo de portavelas que las brujas utilizaban en sus casas.
A partir de entonces, la cultura popular absorvió una fiesta que incitaba a aglutinar todos los clichés del terror en una sola fecha. Los niños optaron por recorrer las casas buscando caramelos, las casas encantadas abrieron sus puertas a los curiosos, las fiestas de disfraces se convirtieron en obligadas y las películas de terror en el complemento ideal a la noche del 31, especialmente tras unos años 70 en los que proliferaban cintas como Halloween, protagonizada por el psicópata Michael Myers.
Hoy día, una fiesta de Halloween que parecía exclusiva de los estadounidenses e irlandeses comienza a influenciar a esos otros países de Occidentes en los que celebrar una fiesta de disfraces o proponer "truco o trato" a los vecinos se está convirtiendo en un obligado anual.
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