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Annihilation, la película que terminó en Netflix por ser «demasiado inteligente»

Publicado 15 Mar 2018 – 03:51 PM EDT | Actualizado 19 Mar 2018 – 01:51 PM EDT
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Annihilation es la segunda película de Alex Garland, que había debutado como director con Ex Machina en 2015.

Aquella película era un fascinante y preciso thriller independiente sobre inteligencia artificial y algunas inquietudes habituales en torno a ésta, abordadas de forma novedosa, que convirtió a Garland en un nombre destacado a tener en cuenta en el cine de ciencia ficción.

O mejor dicho, como un nuevo director a tener en cuenta: como guionista ya tenía un interesante prontuario, con películas como 28 Days Later y Sunshine, ambas de Danny Boyle, y Dredd, de Pete Travis (aunque su protagonista Karl Urban acaba de decir que el verdadero director de la película fue Garland y no Travis).

Así que gran parte de la expectativa ante Annihilation era ver si Alex Garland confirmaba su lugar destacado en el cine de ciencia ficción actual y estaba a la altura de sus antecedentes, ahora con una película con un presupuesto más abultado y para un gran estudio hollywoodense, Paramount.

Como ya han comprobado otros directores emergentes, dar el gran salto al sistema de estudios de Hollywood puede ser muy beneficioso (especialmente en términos de presupuesto, publicidad y notoriedad) pero también tener desventajas.

Una película demasiado intelectual

Paramount Pictures había conseguido los derechos de la exitosa novela Annihilation, la primera de una trilogía del autor estadounidense Jeff VanderMeer, una obra que combina horror gótico con ciencia ficción distópica, y contrataron a Alex Garland para escribir y dirigir la adaptación.

Parecía un buen proyecto para el director que en Ex Machina, una película que fue comparada temáticamente con Frankenstein, ya había explorado esa misma combinación.

La trama gira en torno a cinco mujeres (una bióloga, una geóloga, una física, una psicóloga y una paramédica) que organizan una expedición hacia una misteriosa zona a la que han denominado «el resplandor», en la que ocurren toda clase de extraños fenómenos y mutaciones. Es una misión prácticamente suicida: varias expediciones militares previas han incursionando en la zona, pero ninguna regresó.

A excepción del sargento Kane (Oscar Isaac), que reapareció inexplicablemente en su casa un año después de su ingreso en «el resplandor» y ahora está en coma. Kane es el esposo de la bióloga, Natalie Portman, y la razón por la que ella decide adentrarse en la zona.

Cuando Garland terminó la película, Paramount realizó una proyección de prueba y, aparentemente, no fue del todo bien recibida entre el público.

David Ellison, uno de los financistas de Paramount, consideró que esto se debía a que la película era «demasiado intelectual y complicada», y exigió algunos cambios para hacerla «más atractiva para el gran público».

Afortunadamente, el productor Scott Rudin respaldó la visión de Alex Garland y defendió la película de los cambios, pero esto generó tensiones y enfrentamientos en Paramount.

Como resultado de esto, Paramount renunció a distribuir la película en salas de todo el mundo, y se quedó únicamente con la distribución para cines de los Estados Unidos y China.

Un acuerdo con  Netflix, determinó que Annihilation fuera lanzada en este servicio de streaming para el resto del mundo.

Un gran negocio para Netflix, ya que no ha tenido suerte con sus más ambiciosos blockbusters de ciencia ficción, al menos en términos de recepción de la crítica ( Bright, The Cloverfield Paradox, Mute).

Dada la ambición de la película y el gran esplendor visual de esta historia de ciencia ficción, el estreno mundial en Netflix volvió a poner sobre la mesa el debate de películas en salas cinematográficas vs. películas en casa.

El director Alex Garland dio su opinión:

«La hicimos para la gran pantalla. No tengo problemas con la pantalla pequeña en absoluto. La mejor ficción de género que he visto en mucho tiempo es The Handmaid’s Tale, así que sé que el potencial en ese contexto es increíble, pero si haces algo así, ya lo haces para ese formato y lo piensas en esos términos. Mira, Annihilation será proyectada en cines de Estados Unidos, lo que me alegra mucho. Una de las grandes ventajas de Netflix es que inmediatamente está disponible para mucha gente y no tienes que pasar por esa situación de esperar el fin de semana a ver cuánta gente va al cine y, si no va, dos semanas después la película desaparece de las salas. Así que tiene sus pro y sus contras, pero desde mi punto de vista y de todos los que hicimos esta película, estaba hecha para ser vista en la gran pantalla»

El público no es estúpido

Los cambios sugeridos por David Ellison, según los reportes, pretendían hacer más sencillo y agradable el personaje de Natalie Portman, y cambiar el final.

Sin conocer en detalle esos presuntos cambios, se puede sospechar hacia dónde apuntaban, y también saber que hubieran resultado en una peor película.

El personaje de Natalie Portman toma en determinado momento una decisión que podría decirse cuestionable en términos éticos, y que amenaza con poner en peligro a sus compañeras de expedición (aunque todas ya sabían los peligros a los que se exponían por simplemente aceptar la misión). Pero esta decisión es inseparable de la historia que narra la película y la motivación que el propio personaje tiene para involucrarse en la misión casi suicida.

Se relaciona directamente con su historia personal, su matrimonio y hasta su desempeño profesional. Y más aún, es gracias a esta decisión que el final es mucho más impactante y significativo.

El final, en efecto, es complicado (además de tener unas secuencias visualmente espectaculares).

Cambiarlo hubiera sido traicionar todo lo que había construido la película, no solamente a través de los grandes temas que va planteando —la naturaleza humana, el envejecimiento, la creación de vida—, sino también a través de pequeños detalles, pistas visuales (un vaso con agua que deforma la mano de quien lo toma) y diálogos que sugieren otros conceptos recurrentes como la dualidad, la reproducción, la distorsión y la mutación, que cobran sentido en el final o tienen su desenlace.

Se trata, sí, de temas complejos, pero en realidad son tratados de manera sencilla y directa, no para disertar sobre ellos sino para enmarcar y dar forma a un argumento que es en esencia sobre un matrimonio en crisis y sobre el amor (¿el amor se pierde o se transforma?), con una experiencia desconcertante y transformadora («el resplandor») en medio de todo. 

Es un final ambiguo; en cierto modo trágico, pero también romántico y esperanzador.

Aunque totalmente diferente, recuerda a Arrival (Denis Villeneuve, 2016), una película distribuida por Paramount que recaudó más de 200 millones en cines de todo el mundo (y fue nominada a ocho Premios Oscar).

Complicado no es lo mismo que confuso.

La construcción temática y narrativa de la película conducen a un desenlace con una fuerza emocional, visual y sensorial inmediata, que no exige una decodificación ni ningún ejercicio intelectual sofisticado para apreciarlo.

Al terminarla, no obstante, uno puede rumiar sobre lo que ha visto y las implicaciones del final; esto difícilmente sea una desventaja para «el gran público», que puede renunciar a tal ejercicio si así lo desea.

Después de todo, el cine es un entretenimiento. No es extraño y ni siquiera especialmente malo que mucha gente se dé por satisfecha simplemente por haber disfrutado (o no) de una película durante dos horas, sin necesidad de luego reflexionar sobre ella. 

Lo que sí parece impensable es que los propios responsables de hacer que las películas lleguen al público crean que el hecho de que tenga determinado vuelo o sea pasible de interpretación sea un inconveniente.

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