La música es mucho más que entretenimiento, nos puede emocionar hasta darnos piel de gallina, tiene el poder de transportarnos a momentos muy especiales de la vida y también puede decir mucho de quiénes somos. Muchas personas, en especial los adolescentes, se identifican en parte por los artistas que siguen y no están del todo errados por hacerlo.

Admitámoslo, todos tenemos un lado oscuro que dejamos ser cuando nadie nos ve. Pero lo bueno es que algunos hemos tenido estos placeres que simplemente nos encanta tener (y, al final, ya no te sentirás tan mal).

Las personas orgullosas saben muy bien que lo son, pero a pocos les agrada confesarlo. Se caracterizan por jamás dar el brazo a torcer y por recordar siempre una reconocida frase: «Primero yo, segundo yo y tercero yo». Para tu alivio, la próxima vez que te tilden de orgulloso, podrías perfectamente echarle la culpa a los astros (siempre y cuando tu signo coincida con algunos de estos).

Soy de la teoría de que todos nosotros venimos a esta vida con un propósito, que al llegar tenemos claro, pero las convenciones sociales nos ayudan a olvidarlo. Hasta que llega un momento en que no sabemos quiénes somos ni a dónde vamos.

Pensé que jamás iba a caer en las redes de Netflix, que nunca me convertiría en una «serieadicta», mucho menos que iba a pasar noches pensando cómo seguir adelante luego de terminar la última temporada de la serie de turno. Pero sucedió, una noche de la que poco recuerdo la fecha, prendí el televisor, conecté Netflix e inicié la relación más estable que he tenido en años.

Hay muchos estereotipos sobre los dueños de mascotas. Dicen que los amantes de los animales somos algo antisociales porque está la impresión de que preferimos la compañía de nuestros pequeños de cuatro patas antes que la de los humanos. También hay quienes tienen el prejuicio de que los dueños de gatos son mujeres solteronas u hombres extraños. Pero, ¿hay algo de realidad en estos dichos?