Existen franquicias que cuentan historias fascinantes y difíciles de dejar de ir. Sin embargo, se llega a un punto en que aquello que nos encantaba simplemente comienza a perder rumbo y nadie parece detener el desastre. Estas franquicias cinematográficas son un ejemplo de que es momento de hacer un alto.

Bastante atrás parecen haber quedado los días en que Arnold Schwarzenegger era gobernador de California; hoy, parecen simplemente un lejano recuerdo perdido en nuestra memoria, mientras que Arnold trata de recuperar su sitio de privilegio como actor de élite.

El universo del cine ha sabido tener muchísimas heroínas magníficas que nos demostraron que no solo los hombres pueden ser guerreros letales. Desde Ellen Ripley (Sigourney Weaver) en Alien, hasta Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) en The Hunger Games, podríamos hacer una podríamos hacer una lista de gloriosas heroínas, pero existe una que destaca por encima de varias.

Terminator es una parte innegable de nuestra cultura popular, pero tampoco existen dudas de que la calidad de las últimas 3 películas han sido bastante malas, sobre todo las últimas dos. Pero como ya sabemos desde hace un tiempo, afortunadamente James Cameron tomará nuevamente el control de la franquicia para intentar salvarla luego de una década de malos resultados.

Deadpool, una de las más elogiadas y exitosas películas de superhéroes, y definitivamente una de las más divertidas e irreverentes, fue la primera película como director de Tim Miller, que hasta entonces había trabajado como artista de efectos especiales.

Los guiones cinematográficos han evolucionado mucho desde el nacimiento del cine; pero un factor que todavía se sigue respetando mucho es el formato básico de «los tres actos». Este formato sigue siendo utilizado por la simple razón de que es la manera más sencilla y básica de narrar una historia, casi intuitiva para la mayoría de las personas al ser «lineal» (principio, nudo y desenlace), y por ende la que los espectadores comprenden más fácilmente.