Un inmigrante se enamoró de la dueña de la fábrica donde trabajaba y no dejó que la barrera del idioma se convirtiera en un obstáculo
Después de pasar varios meses en un centro de detención de inmigración, Marco Bonilla logró su libertad gracias a que un primo le pagó un abogado para ayudarlo a solicitar asilo político en EEUU. Comenzó a trabajar en una fábrica donde con la ayuda de su primo que sí hablaba inglés logró contarle a la propietaria su historia. Allí fue donde cupido lo flechó.
Un inmigrante se enamoró de la dueña de la fábrica donde trabajaba y no dejó que la barrera del idioma se convirtiera en un obstáculo
Después de pasar varios meses en un centro de detención de inmigración, Marco Bonilla logró su libertad gracias a que un primo le pagó un abogado para ayudarlo a solicitar asilo político en EEUU. Comenzó a trabajar en una fábrica donde con la ayuda de su primo que sí hablaba inglés logró contarle a la propietaria su historia. Allí fue donde cupido lo flechó.