Los medios necesitan pensar bien cómo retratan a los autores de tiroteos masivos

Cuando ocurren los tiroteos masivos, los medios se apuran a publicar detalles del pasado del sospechoso. ¿Pero podría esto ser más dañino que beneficioso?

Las representaciones en los medios de los asesinos en serie pueden hacer más daño que bien.
Las representaciones en los medios de los asesinos en serie pueden hacer más daño que bien.
Imagen iStock

La historia de apertura en la página principal de The New York Times describía la última masacre en una escuela estadounidense: "17 asesinados en una escuela de Florida; puede haber más víctimas".

PUBLICIDAD

Read this article in English on The Conversation

Una historia en la ‘barra lateral’ o historia secundaria, también en la página principal, llevaba este titular: "Esto es lo que sabemos sobre el sospechoso".

En esa misma óptica, el Washington Post publicó una historia con el titular, "Sospechoso del tiroteo en Florida Nikolas Cruz: Armas, depresión y una vida problemática".

Las historias hablan de un niño problemático a quien le gustaban las armas, amenazaba a sus compañeros de clase y era cruel con los animales. También muestran fotos del sospechoso: un primer plano extremo en el Post, y en el Times una captura de pantalla de su cuenta de Instagram donde aparece portando un arma.

No hay duda de que a los humanos nos causan mucha curiosidad las personas que cometen crímenes. Nuestra tradición literaria, desde los mitos y cuentos del mundo antiguo, Shakespeare, Dostoievski, y hasta al último drama policial en Netflix, indica que siempre nos ha fascinado la ‘mente criminal’, que, después de todo, no es tan diferente a nuestras propias mentes.

Pero, como ex reportero y editor que estudia los medios y enseña ética periodística, hago la pregunta: ¿Puede ser dañino avivar esta fascinación?

Obsesión con la perversión

¿Quién de nosotros, después de todo, no ha fantaseado con infligir daño físico a un enemigo o tomar lo que no nos pertenece? Al menos dos consideraciones nos frenan: la ley y la costumbre. La amenaza de un castigo y los mandamientos morales contra los crímenes contra las personas y las propiedades son razones tan convincentes para no apartarse del buen camino que nos maravillan aquéllos que se desvían.

PUBLICIDAD

Por lo tanto, es comprensible el impulso periodístico de aprender lo que podamos sobre un asesino en serie entrevistando a sus conocidos y analizando sus cuentas en las redes sociales. La pregunta que surge con cada tiroteo en masa es si estos perfiles ilustrados instantáneos de los asesinos hacen más daño que bien.

¿Podría toda esa atención inspirar a otra persona igualmente trastornada a cometer un crimen idéntico? ¿Podrían las fotos en particular, especialmente las que incluyen armamento, ensalzar aún más al asesino como una figura digna de emulación?

"La atención es la atención, y ésta es la mejor atención", dijo el director de una escuela secundaria en West Paducah, Kentucky, al New York Times después de los tiroteos en su escuela en 1997 y en una escuela en Springfield, Oregon, seis meses después. "Quiero decir, que pongan tu foto en la portada de Time y Newsweek. Eso es como irse en un destello de gloria".

La evidencia anecdótica más convincente del efecto de imitación (los copycats) puede haber venido del joven de 26 años que mató a 10 estudiantes en Umpqua Community College en Oregon en 2015.

¿Incentivo para asesinar?

En una publicación de su blog sobre el periodista de televisión que mató a dos de sus antiguos colegas en Virginia a principios de ese año, el joven escribió: "He notado que muchas personas como él están solas y son desconocidas, pero cuando derraman un poco de sangre, todo el mundo se entera de quiénes son. Un hombre a quien nadie conocía, ahora todos lo conocen. Su rostro estaba en todas las pantallas, su nombre surgía de los labios de todos en el planeta, y todo eso en un día. Parece que mientras más personas mates, más atención recibes".

PUBLICIDAD

En un artículo para The Atlantic en 2012, la socióloga Zeynep Tufekci argumentó que los medios de comunicación deberían reducir la cobertura de los tiroteos de la misma manera en que moduló su cobertura de los suicidios cuando se temía que ese tipo de muertes se habían vuelto "contagiosas" en los años 80.

Entre las recomendaciones de Tufekci: Evite especificar las armas elegidas por el asesino, evite citar sus escritos o declaraciones, demore la publicación del nombre del sospechoso y, para no agravar el trauma de las víctimas y sus seres queridos, resístase al impulso de entrevistar a víctimas y seres queridos.

Un argumento adicional, en mi opinión, contra el perfil rápido es que ayuda a aquéllos que se resisten a cualquier intento de control de armas al enfocarse en el incidente como la expresión principal de un problema de salud mental en lugar de un problema de disponibilidad de armas.

Perfiles de asesinos

Cuando se trata de tiroteos masivos, los defensores de informar sobre los antecedentes del sospechoso señalan que la evidencia de un efecto de ‘imitación’ es escasa: Aunque parece que vamos de una tragedia en otra, de hecho, hay muy pocas de ellas, y la mente humana es demasiado desconocida como para poder establecer una conexión causal clara desde la cobertura de noticias de cualquier crimen con que se cometan crímenes posteriores.

De hecho, los defensores argumentan que esa cobertura podría evitar una matanza futura. El perfil abarca un conjunto de señales de advertencia a las que deberíamos prestar atención si alguna vez nos enfrentamos con indicios similares de una propensión a la violencia y la crueldad.

PUBLICIDAD

Tufekci reconoció el interés del público en los tiroteos masivos y que tales incidentes probablemente tengan más de una causa. "Pero es importante reconocer", escribió, "que la cobertura noticiosa sensacional es, cada vez más, parte de la combinación de eventos que contribuye a estas masacres".

Desde los tiroteos de Columbine en 1999, los profesionales de la salud mental han estado exhortando a los periodistas a que se enfoquen menos en los perpetradores y más en las víctimas. A juzgar por la cobertura de la masacre en Marjory Stoneman Douglas High School, muchos aún no le prestan atención a ese consejo.

*Russell Frank es profesor asociado en Comunicación de la Universidad del Estado de Pensilvania

Nota del editor: Este artículo contiene elementos de un artículo de The Conversaction titulado "The Umpqua, Oregon shootings: portrait of the killer as a young man", que se publicó el 3 de octubre de 2015.