Viaje a la zona cero del terremoto de Ecuador en un convoy de ayuda humanitaria

Univision Noticias viajó de Quito a Pedernales, la ciudad más afectada por el terremoto de magnitud 7.8 que azotó a Ecuador, en una caravana de vehículos cargada de alimentos, ropa y agua.

Un voluntario distribuye alimentos en Pedernales.
Un voluntario distribuye alimentos en Pedernales.
Imagen José Jácome / EFE

Transportistas voluntarios, familias, grupos de amigos o policías metropolitanos. No tienen nada que ver entre sí pero en la noche del lunes se reunieron en Quito para viajar hacia la zona de Pedernales, en la costa, en un convoy con ayuda a los más afectados por el fuerte terremoto que devastó esta área del noroeste de Ecuador.

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Poco tiempo después del sismo de 7.8 grados en la escala abierta de Richter, muchos ciudadanos se volcaron a apoyar a los damnificados de esta zona, conocida por ser uno de los balnearios más famosos de la nación y la más golpeada por el terremoto que ya ha dejado más de 500 muertos y de 2,500 heridos.

En Quito, la capital, se apresuraron a convertir el antiguo aeropuerto que ya ha sido engullido por el crecimiento de la ciudad en el principal centro de acopio. Policías, integrantes del Centro de Operaciones de Emergencias y muchos voluntarios acudieron al llamado de ayuda de las instituciones.

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“Es un momento muy duro para el país y creo que era mi deber estar aquí tratando de ayudar de alguna manera”, apunta María Sosa, una estudiante de Trabajo Social, mientras recibía y clasificaba los tipos de grano donados.

Hasta el antiguo aeródromo han ido llegando toneladas de ayuda en forma de pasta, arroz, galletas, papel higiénico, atún, ropa, medicinas, zapatos, platos, vasos, mantas, sábanas y un sinfín de cosas más que los voluntarios cargan y descargan incansablemente entre vivas a Ecuador y Quito y aplausos de entusiasmo cada vez que uno de los camiones del convoy está listo para partir.


Un ejército de alrededor de 300 personas trabajando como hormigas para que los convoyes hacia la zona cero del terremoto salgan lo más pronto posible. Hasta el grupo de motociclistas ‘Los Ángeles del Infierno’ se presentó el lunes por la noche en el conocido como parque Bicentenario para poner sus brazos a disposición.

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Mujeres mayores, otras más jóvenes cargando bebés, grupos de adolescentes y otros de amigos no tan jóvenes. Todos se arremangan para preparar las bolsas con distintas vituallas o doblar la ropa. “No aceptamos zapatos de tacón ni ropa interior”, informa el encargado de esta sección a grito pelado.

Mientras algunos voluntarios se encargan de movilizar los pesados bidones de agua o los colchones, el ruido del celofán montando y cerrando cajas es el hilo musical de la antigua zona de embarque del aeropuerto.

Cerca de las 10.00 de la noche parte el convoy de ayuda que tendrá como primera parada Pedernales y en el que viaja medio centenar de agentes del Grupo de Reacción de la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT) de Quito que tiene previsto pasar 6 días sobre el terreno, 25 camiones y varios vehículos particulares. “Decenas de toneladas de esperanza en camino”, afirma el capitán dela AMT, Jorge Ramírez.

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La ayuda viaja con escolta policial para disuadir de posibles robos, como ya ha sucedido con algunos envíos. Al salir de la capital y durante media hora más recibe aplausos por parte de los viandantes que lo reconocen, que también aprovechan para retratar la caravana con sus celulares.

El camino de bajada desde los más de 2.500 metros de Quito (más de 8,200 pies) hasta el nivel del mar en el que se encuentra Pedernales es largo y enrevesado. Tras el terremoto, las aproximadas 4 ó 5 horas que se tarda habitualmente en completar ese trayecto pueden alargarse al doble. El buen humor cunde entre los integrantes de las AMT que pasan el viaje gastando bromas, cantando y entre quejas por las continuas paradas del convoy por algún integrante que se ha quedado rezagado o porque, alrededor de las 3.00 am, hay que regresar unos kilómetros a repostar ya que, informan desde la vanguardia, “ese es el último lugar con combustible en la vía”.

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Uno de los obligados a repostar es Marcelo Robles, transportista veterano que ha puesto a disposición su camión. “Es mi forma de ayudar a la gente hermana de Manabí”, la provincia más afectada por el terremoto, sostiene. Viaja con su esposa, Teresa, quien no para de jugar con el celular y de mirarlo de reojo, afirmando cada una de sus frases.

Por su parte, Andrés Jurado, que viaja en su camioneta particular cargado hasta arriba, aprovecha la seguridad del convoy para llevar alimentos a la zona donde tiene familiares. “Unos tíos y unos primos, al parecer no perdieron la casa, pero si están escasos de alimentos”, defiende.

Según estimaciones del Gobierno entre el 70% y el 80 % de los edificios de Pedernales están destruidos. Y eso es lo que ven los integrantes del convoy cuando entran en esta ciudad de más de 5,000 habitantes sobre las 8,00 am: edificios semicaídos, calles cortadas y escavadoras trabajando en casas completamente destruidas.

Parte del convoy continúa rumbo a otras localidades afectadas. Los camiones que se qeudan en Pedernales son recibidos por el alcalde, Néstor Alcíbar, quien informa que solo desde Quito han llegado desde el sábado 30,000 litros de agua, cuatro toneladas de ropa y la misma cantidad de alimentos no perecederos.

Según explica, uno de los principales problemas con los alimentos es que las tiendas de la ciudad están cerradas desde el sábado y la falta de electricidad no facilita las cosas. Están preparando “raciones básicas” que, dice, esperan entregar lo antes posible.

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En las puertas del estadio de Pedernales, a dos manzanas de donde se encentra el alcalde y donde se ha instalado el centro logístico de la zona, varios lugareños no opinan igual. “A mí y a mis hijas se nos ha caído la casa y desde el sábado no nos llega nada, nada, nada”, defiende visiblemente malencarada Santa Inés Quiñones, que dice venir de Beches, un pueblito a una hora en coche de Pedernales. Una veintena de personas detrás de ella la jalea y afirma vivir la misma situación.