¿Una copita de vino al día puede ser demasiado?

Todos hemos escuchado la historia de algún centenario que asegura que llegó a esa longeva edad gracias a, entre otras cosas, su copita diaria de licor. ¿Es cierto? ¿Es bueno o malo un trago al día? Las dudas se acumulan con respecto a los supuestos beneficios del alcohol, al tiempo que se asientan otros vínculos muy incómodos para los que apreciamos el vino en la cena: aquellos que lo relacionan con siete tipos de cáncer.
El alcohol representa riesgos para la salud desde la primera gota. No hace falta emborracharse. Estudio tras estudio muestra que no hay un consumo considerado como seguro. “La importancia del consumo de alcohol como un factor que contribuye al problema del cáncer es a menudo subestimada”, señala el último estudio sobre el tema. Elaborado por la Sociedad Americana de Oncología (ASCO, por sus siglas en inglés), una organización que representa a muchos de los principales especialistas en cáncer de Estados Unidos, el informe alerta sobre las relaciones entre alcohol y cáncer, y reclama iniciativas públicas para reducir el consumo de alcohol, desde más impuestos a restricciones en los anuncios dirigidos a menores (en línea con la reciente prohibición de anunciar alcohol en el metro de Nueva York).
¿Cuánto es “poco”?
El estudio de ASCO indica que beber alcohol aumenta el riesgo de cáncer, aunque sea moderado. ¿Pero de qué estamos hablando, concretamente? De una bebida estándar diaria para las mujeres y hasta dos para los hombres. Esto equivaldría a un vaso pequeño de vino o una lata de cerveza. El Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo tiene una web para ayudar a personas con adicción que incluye un cuestionario con preguntas como estas: ¿cada cuánto bebe? ¿Experimenta ansiedad o una fuerte necesidad por la bebida? ¿Ha tenido que beber el doble de alcohol para obtener el efecto que desea? ¿Acaba involucrado en situaciones peligrosas o tiene conductas que ponen su vida en riesgo? Dos respuestas afirmativas indican riesgo de padecer alcoholismo.
¿Es nueva esta asociación entre alcohol y cáncer?
La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, que forma parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), calificó el consumo de bebidas alcohólicas como carcinógenas ya en 1987. La OMS las incluyó en 2012 en el Grupo 1 de elementos carcinógenos. Desde entonces, más y más investigaciones se han centrado en ese vínculo. Hace sólo unas semanas, un equipo del Laboratorio de Biología Molecular del Consejo de Investigación Médica del Reino Unido mostró cómo el alcohol daña el ADN en células madre de ratones. Es decir, el alcohol conduce a un daño genético permanente. Este hallazgo ayuda a comprender cómo el consumo de alcohol aumenta el riesgo de desarrollar siete tipos de cáncer: mama, intestino, hígado, boca, garganta, esófago y laringe.
¿Son las mujeres más vulnerables?
Sí. Entre otras cosas, el alcohol aumenta el peligro de recaídas de cáncer de mama. En comparación con las mujeres que no beben, las mujeres que consumen tres bebidas alcohólicas por semana tienen un riesgo de un 15% más alto de padecer cáncer de mama. El riesgo de padecer cáncer de mama aumenta otro 10% por cada trago adicional que las mujeres toman de forma regular cada día, según los expertos.
En este sentido, los investigadores de ASCO reclaman que se acabe con el “lavado rosa”, la práctica comercial usada por algunas compañías que venden alcohol de incluir en sus productos un lacito rosa para incrementar sus ventas. Los investigadores se oponen a esta práctica “dadas las consistentes pruebas que muestran los vínculos entre el consumo de alcohol y el incremento de cáncer de pecho”.
¿A quién afecta esto?
Aunque las mujeres son más vulnerables, afecta a toda la población, incluyendo las minorías. Más de 20 millones de americanos abusan de alguna sustancia, y entre ellos, más del 80 por ciento abusa del alcohol. La cuestión es que, ante el abrumador aumento de casos de cáncer, dejamos de fumar y somos mucho más cuidadosos con el protector solar, por ejemplo. Pero a menudo infravaloramos el peligro del licor, que está detrás del 5.5% de los tumores.
¿Y las embarazadas?
El síndrome del alcohol fetal y otros problemas relacionados con el consumo de alcohol durante el embarazo son tan comunes como el autismo, de acuerdo con un nuevo estudio que revela que el número de niños que podría sufrir daños neurológicos por esta razón es mucho más elevado de lo que se había estimado inicialmente. Estos niños pueden sufrir problemas físicos, cognitivos o de comportamiento que podrían afectar a su desarrollo y capacidad de aprendizaje. Los autores del estudio creen que el síndrome del alcohol fetal podría afectar a entre un 1,1 y un 5% de todos los niños, un porcentaje cinco veces superior al estimado con anterioridad. Un 1,5% de los niños están diagnosticados con autismo.
¿Una copita es buena para el corazón?
Cuando uno de esos centenarios dice que el secreto para llegar a viejo es tomar una copa de vino cada día, queremos creerlo. Y todavía más a nuestro médico. Pero este mantra está más cuestionado que nunca.
El diario The New York Times advertía hace unos meses de un estudio del Instituto Nacional de la Salud que pretende probar si es cierto o no que una bebida al día ayuda a prevenir los ataques al corazón. Todo estaría bien si no fuera porque, como denunciaba el diario, cinco grandes compañías relacionadas con el alcohol (Anheuser-Bush, Heineken, Deiageo, Pernod Ricard y Carlsberg) estaban implicadas mediante una fundación que destina dinero a la institución. ¿Podría ser que los estudios que se refieren a los beneficios del alcohol para la salud cardiovascular estén influidos por la industria, y no sean más que una distracción sobre los problemas reales que causa el licor? Son cuantiosas las investigaciones que ponen sobre las cuerdas las supuestas ventajas de la copita al día.
¿Te resultan abrumadoras tantas advertencias?
No eres el único. Quienes no estén dispuestos a renunciar a ese placer diario, pueden aliviar su culpa pensando que algunos médicos, como Laurent Chambaud, director de Estudios Avanzados en Salud Pública de la Universidad de la Sorbona (París), consideran abrumadoras tantas advertencias sobre lo que perjudica a la salud. “ Las reglas decretadas por las autoridades sanitarias, a veces contradictorias, terminan por paralizar a los individuos”, dice Chambaud. “Diseñan en nuestras cabezas una cartografía infernal que representa mil peligros que nos acechan a cada instante. Es el momento de imaginar una prevención a medida para cada uno, pero también de reconocer todos los factores que conforman colectivamente nuestro comportamiento. Para reencontrar el placer de vivir saludablemente y de un bienestar colectivo”.