Poco después de recuperarse de un golpe en la cabeza que lo tuvo en coma por tres días, el estadounidense Reuben Nsemoh empezó a hablar con fluidez español, un idioma que ha estudiado poco y dice haber olvidado.
No se puede aprender a hablar un idioma extranjero tras un golpe, pero sí puede parecerlo
Desde 1947, se han documentado al menos 140 casos de personas que, tras un golpe o derrame, empiezan a hablar con acento extranjero, aunque nunca hayan estudiado la lengua.


Se cree que el joven desarrolló el síndrome del acento extranjero, el cual, en efecto, tiene como consecuencia que parezca que los afectados hablen idiomas que previamente desconocían. Sin embargo, los pacientes realmente no hablan otras lenguas ni aprendan nuevas palabras repentinamente.
Lo que sucede en realidad es que el síndrome afecta una o varias áreas del cerebro que controlan la manera en que se organizan las oraciones y la entonación, haciendo que suenen como si fueran hablantes nativos de ese otro idioma. Algunos afectados adquieren más de un acento a la vez. A otros solo les cambia el ritmo en que dicen las palabras.
Este síndrome puede ser causado por una lesión en la parte del cerebro que controla el habla, un derrame cerebral o enfermedades que dañan el tejido cerebral como la esclerosis múltiple. "Desde un punto de vista neurológico el síndrome se asocia a daños en la corteza motora. Esta es el área responsable de la planificación y ejecución del lenguaje. Recientemente, existe una creciente evidencia de que los daños en el cerebelo también pueden jugar un papel importante", dijo a Univision Noticias el doctor Jo Verhoeven, especialista en linguística y fonética.
Repercusiones psicológicas
Hasta ahora, la principal consecuencia del síndrome son psicológicos, debido a la disociación que se genera. “Las personas se sienten como si no fueran ellas mismas las que hablan”, dijo a Univision Noticias el doctor Nicholas Miller, que publicó en 2014 el libro 'Foreign Accent Syndromes: The stories people have to tell' ('El síndrome del acento extranjero: Historias que las personas tienen que contar').
“Los principales problemas asociados al síndrome, según reportan los afectados, son los efectos que tiene sobre las interacciones con los demás. También en cómo cambia el concepto que tienen de sí mismos en relación a la comunicación - se sienten como si no fueran ellos los que hablan”, comentó Miller, quien se ha especializado en envejecimiento y lenguaje en el Newcastle University Institute for Ageing en Inglaterra.
"Te vas a dormir, despiertas y ya no te pareces a la persona que realmente eres y no hay nada que puedas hacer al respecto", concuerda Sheila Blumstein, de la Brown University de Rhode Island. "Eso tiene un efecto muy profundo en los pacientes".
El desenlace de estos episodios varía: hay personas que recuperan el habla normal de manera paulatina o a través de terapia del lenguaje. Otras no vuelven a hablar nunca normalmente, porque pierden la habilidad de controlar los complejos movimientos de la lengua de la manera en que lo hacían anteriormente.
La evidencia: más de un centenar casos desde 1947
Ha habido cerca de 140 casos documentados desde que el síndrome fue registrado por primera vez en 1947. El más conocido fue el de una mujer noruega que fue golpeada con una metralleta en la Segunda Guerra Mundial y que desarrolló un acento alemán, por el cual fue condenada al ostracismo. Otros casos incluyeron el de la mujer británica que desarrolló un acento chino debido a una migraña y otra británica que tuvo un derrame y empezó a hablar como francesa.

Solo en el centro de investigación Mayo Clinic, en Minnesota, el neurólogo Arnold E. Aronson había conseguido 13 casos tratados antes de 1990. El grupo de Facebook Foreign accent syndrome, tiene en la actualidad 44 miembros.
“Es cierto que muy pocos de los casos han sido realmente examinados o han pasado por un proceso de revisión de pares científicos. Por otro lado nosotros mismos hemos visto más de una docena de casos. (...) Aunque hay publicaciones científicas que dicen que en la actualidad hay menos de cincuenta casos creemos que esta condición es mucho más común de lo que antes se pensó”, escribe el doctor Jack Ryans en el libro de coautoría con Miller.






