“¿Dónde está el comando central?”: encuesta muestra rechazo a pasividad de la Casa Blanca ante el coronavirus

Expertos en salud pública han advertido que la respuesta federal ha sido lenta, fragmentada y errática. Los ciudadanos comunes se dan cuenta, revela una encuesta sobre el manejo de la pandemia del coronavirus.

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Ahora que EEUU se acerca a los cinco millones de casos y más de 161 mil muertes en el país a causa de la pandemia del coronavirus, los ciudadanos reprochan la falta de una agresiva y coordinada estrategia a nivel federal, revela una encuesta que ilustra, en gran parte, un sentimiento generalizado de desamparo de la población con respecto a la respuesta (o falta de ella) de la Casa Blanca ante la emergencia sanitaria.

66% de los 1,115 adultos de distintas tendencias políticas que respondieron la encuesta consideran que la respuesta de EEUU ante la pandemia fue peor que la de otros países.

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“En la medida en que caen en cuenta de la realidad de cuán grave es la situación, buscan una acción verdaderamente profunda, amplia y poderosa”, dice a NPR Mallory Newall, de la encuestadora Ipsos que -junto a NPR- llevó a cabo el sondeo en cuestión.

Casi 60% apoyaría una orden nacional actual que obligara a las personas a permanecer en casa por dos semanas, algo que Trump ha descartado. “Un cierre permanente no es una opción viable para avanzar (…) y haría más daño que bien”, dijo en rueda de prensa esta semana.

59% de los encuestados apoya una orden de permanecer en casa y el cierre de negocios no esenciales por dos semanas, revela la encuesta de Ipsos y NPR.
59% de los encuestados apoya una orden de permanecer en casa y el cierre de negocios no esenciales por dos semanas, revela la encuesta de Ipsos y NPR.
Imagen Ipsos


Dos tercios de los encuestados desean una única estrategia nacional para mitigar la propagación del virus y 60% incluso apoyaría un plan nacional que determine cuándo pueden abrir los negocios y las escuelas.

“Tenemos un líder que no está aportando liderazgo en este país para nada”, opina Laura Braslow, republicana residente de Pensilvania que participó en el sondeo. “Creo que un abordaje nacional sería mucho mejor”, indicó otro entrevistado, Kevin Reno, un republicano que reside en Texas.

El alto costo de esperar

La inexistencia de una respuesta bien coordinada ha sido una constante desde el comienzo de la pandemia cuando el presidente menospreció inicialmente la gravedad de la amenaza, se hizo eco de teorías sin sustento y tratamientos controversiales y hasta ha cuestionado medidas importantes de mitigación como el uso de máscaras.

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El retraso de una estrategia bien delimitada hizo perder tiempo valioso que hubiera ayudado a frenar la propagación del virus cuando ésta todavía era controlable. La escasez inicial de pruebas diagnósticas y equipos de protección, de rastreo de casos y de otras medidas cruciales de mitigación como un mensaje de salud pública coherente y consistente fueron la tormenta perfecta para la multiplicación exponencial de los casos.


Seis meses después, sigue habiendo problemas con las pruebas diagnósticas que -aunque más disponibles- presentan retrasos en la entrega de resultados que pueden tardar hasta semanas en llegar lo que anula gran parte de su utilidad.

Justo esta semana, ante la ausencia de un plan nacional para solventar el problema, un grupo bipartidista de seis gobernadores se alió con la Fundación Rockefeller para crear la primera estrategia coordinada de testing en el país que busca la adquisición de 3 millones de pruebas, reporta CNN.

Por las características del sistema federal de gobierno estadounidense, la decisión sobre cuándo y cómo reabrir también queda a criterio de cada gobernador, aun cuando los rebrotes de Texas, Arizona y Florida comprueban que muchos estados lo hicieron prematuramente.

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También son las autoridades locales las que deben decidir si ordenar el uso generalizado de máscaras, una poderosa arma para frenar la trasmisión del virus. Lo mismo aplica para el controversial regreso a clases, con el que también ha habido mensajes contradictorios entre la Casa Blanca, los expertos de salud pública y las autoridades locales.

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDCs, por sus siglas en inglés), la agencia nacional encargada históricamente de coordinar todas las respuestas y estrategias de salud pública, quedaron desde el comienzo limitados en su campo de acción y prácticamente silenciados.

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Sus ruedas de prensa fueron restringidas desde muy temprano en la pandemia, dando paso a los erráticos briefings de la Casa Blanca. Sus manuales de reapertura son sometidos también a revisión de la presidencia antes de poder ser publicados, asegura un artículo de StatNews.

Otros países lo hicieron mejor

Países como Nueva Zelanda, Taiwán y Corea del Sur demostraron que es posible contener el virus y lo lograron “porque sus líderes gubernamentales tomaron acciones tempranas y decisivas”, advierte Scott Dowell, experto en enfermedades infecciosas de la Fundación Gates, en declaraciones a la revista Nature.

Ahora que, según estimaciones de la Fundación Kaiser, 36 estados que concentran el 76% de la población estadounidense son hotspots del coronavirus, la necesidad de una respuesta central se hace evidente.

De nada valen las recomendaciones y lineamientos de las agencias sanitarias, si no vienen acompañados por fondos federales que permitan a las comunidades tomar las medidas necesarias.

“¿Dónde está el comando central? Siento que estamos en un avión donde el piloto simplemente se puso de pie y caminó hacia la parte de atrás del avión”, dice a Político, Mary Travis Bassett, experta de la Escuela de Salud Pública de Harvard.

La misma sensación que, a juzgar por los resultados de la encuesta, comparten muchos estadounidenses en su clamor por medidas más agresivas para frenar la pandemia.