Wisconsin y la ofensiva contra el derecho al voto

Estados Unidos es la única democracia desarrollada que desalienta el derecho al voto. Y la tendencia se ha vuelto tan marcada que amenaza ese principio fundamental del sistema democrático. Cuando faltan poco más de 10 meses para las elecciones generales, algunos estados gobernados por republicanos están intensificando las maniobras para alejar de las urnas a millones de personas, en su inmensa mayoría miembros de minorías étnicas, jóvenes, ancianos y pobres. El caso del estado columpio ( swing state) de Wisconsin clama al cielo.

A petición de los republicanos, un juez conservador ordenó la semana pasada purgar de las listas electorales a 234,000 votantes de Wisconsin, a menos que estos puedan verificar que residen en ese estado en un mes. ¡Un mes!

Una cantidad desproporcionada de los purgados viven en Milwaukee y Madison, ciudades que suelen votar por candidatos demócratas. En 2016, el presidente Trump se anotó una victoria crucial en Wisconsin por un margen de 23,000 votos. Pero en noviembre de 2018 el demócrata Tony Evers sorprendió a los expertos al coronarse gobernador por menos de 30,000 votos. Esto preocupa a los republicanos, quienes han acelerado su ofensiva contra votantes de minorías desde la legislatura y otros cargos públicos estatales que controlan.

Wisconsin no es la excepción. El Centro Brennan de la Universidad de Nueva York, organización no partidista que promueve el derecho al voto, advierte que “durante los últimos 20 años, los estados han colocado barreras en las urnas electorales”. Esas barreras incluyen leyes que exigen identificación con fotos a la hora de votar – exigencia que a menudo no pueden cumplir jóvenes y ancianos - reducen los días de votación anticipada, restringen la inscripción de votantes y purgan las listas electorales.

Esta peligrosa campaña antidemocrática se acentuó hace seis años, cuando la Corte Suprema, dominada también por republicanos, diezmó la histórica Ley de Derecho al Voto de 1963, al eliminar la vigilancia que hacía el gobierno federal de los estados tradicionalmente racistas y discriminatorios.

Antes de esa aciaga decisión, que algunos comentaristas criticamos en su momento, agencias del gobierno debían aprobar cualquier medida electoral que adoptasen estados como Alabama, Mississippi, Georgia, Luisiana, Kentucky, Tennessee, la Florida, Texas, Virginia y Wisconsin, los cuales durante la mayor parte de nuestra historia habían prohibido o entorpecido el voto de las mujeres y las minorías étnicas. El fallo judicial ha perjudicado a estadounidenses de todo tipo, pero principalmente a los afroamericanos, hispanos y asiáticos.

Las medidas de supresión de votantes retrasan de forma alarmante el reloj de la democracia. Junto al “ gerrymandering” (rediseño oportunista de distritos electorales) y la injerencia extranjera en nuestras elecciones, son ejemplos lamentables de los extremos a los que están dispuestos a llegar muchos republicanos que, al parecer, creen que ya no pueden ganar elecciones nacionales si no es a través de manipulaciones y trampas.

Desde su perspectiva miope, es más fácil recurrir a esas argucias que desarrollar una plataforma política que atraiga a una mayoría de estadounidenses en condiciones de votar. Como consecuencia, Estados Unidos va perdiendo el liderazgo político y moral entre las democracias occidentales y abandonando su condición de modelo a seguir entre las democracias emergentes y aquellas naciones que aún sueñan con democratizarse.

Activistas cívicos y demócratas libran arduas batallas judiciales para frenar la ofensiva republicana contra el derecho al voto. En Wisconsin, por ejemplo, apelaron con urgencia la decisión del juez conservador, antes de que el estado ejecute la purga de electores. También están luchando contra leyes de supresión de votantes en los estados sureños, desde Texas hasta la Florida.

Pero los recursos legales, aunque importantes, suelen ser lentos y no garantizan resultados positivos. Se necesitan, además, esfuerzos concretos para educar a la ciudadanía sobre su derecho al voto y los requisitos específicos que ha de cumplir para ejercerlo, incluyendo aquellos requisitos que los republicanos han colocado como obstáculos en el camino de muchos ciudadanos.

En 1965, Martin Luther King encabezó la a marcha de Selma a Montgomery, Alabama, para demandar el derecho al voto de los afroamericanos. King denunciaba entonces que en Selma, los afroamericanos eran la mayoría, pero solo se le había permitido inscribirse para votar al dos por ciento. En 2016, las leyes de supresión de votantes contribuyeron a reducir en siete por ciento el número de votantes de ese grupo étnico en el país.

Franklin D. Roosevelt solía decir que “nadie puede privar al pueblo estadounidense del derecho al voto salvo el propio pueblo estadounidense si no vota”. Era una expresión demasiado optimista. Los republicanos extremistas están haciendo todo lo que pueden para privar a amplios sectores de nuestra población de ese derecho fundamental de la democracia. Lamentablemente, podrían salirse con la suya si no se les frena con firmeza y a tiempo.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es). Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.