El presidente Biden y su gobierno encaran el difícil reto de restablecer una política migratoria en la que no creen: la de los Protocolos de Protección al Migrante, MPP por sus siglas en inglés. El eufemismo designa a la práctica mejor conocida como “Quédate en México”, la cual ostensiblemente tiene más desventajas que ventajas. Pero es favorita de republicanos radicales como los gobernadores de Texas y Missouri, quienes han logrado imponerla con la venia incluso de la Corte Suprema de Estados Unidos.
La política de “Quédate en México” regresa; y con ella sus problemas
"Mediante el programa “Quédate en México”, los migrantes devueltos pueden comenzar a tramitar sus solicitudes de asilo del otro lado de la frontera. Pero el trámite demora. Una consecuencia es el aumento exponencial de la lista de espera de solicitantes de asilo".


A los radicales les gusta cómo suena la política: “Quédate en México”. Creen que eso le envía un mensaje al vecino del sur de que deberá hacerse cargo, indefinidamente, de cientos de miles de migrantes de diversos países a los que da acceso al territorio mexicano para que eventualmente intenten cruzar hacia Estados Unidos. La consideran el complemento de otra política excluyente de migrantes que los enardece: la del muro “grande y hermoso” con México. De hecho, trabajan sin descanso por rehabilitar las dos medidas que puso en marcha el gobierno de Donald Trump con resultados cuestionables y que el gobierno de Biden suspendió al llegar al poder. Cuentan, además, con el aval importante de jueces conservadores designados por Trump.
Pero “Quédate en México” ha sido y probablemente seguirá siendo un desastre sin paliativo. No importa que ahora, impelido por decisiones judiciales, el gobierno de Biden sugiera que la reinstaurará y aplicará “de buena fe”. La medida devuelve a México a hombres, mujeres y niños que de manera invariable quedan a la merced de contrabandistas humanos y de drogas, secuestradores y otros delincuentes. Y es permanente motivo de discordia con el gobierno de México. Trump pretendió zanjar esa discordia a las malas, amenazando con imponer tarifas a los productos mexicanos que ingresan a Estados Unidos.
Mediante el programa “Quédate en México”, los migrantes devueltos pueden comenzar a tramitar sus solicitudes de asilo del otro lado de la frontera. Pero el trámite demora. Una consecuencia es el aumento exponencial de la lista de espera de solicitantes de asilo. La semana pasada, un sindicato presentó una demanda judicial a favor de esos solicitantes. En ella documenta las deficiencias del proceso que ha agravado el MPP. Desde que se implementó, abogados de inmigración se habían quejado de que no pueden representar adecuadamente a los migrantes regresados a México.
Los fallos judiciales difícilmente dejarán otra alternativa por ahora que restablecer el programa. Pero tanto el gobierno del presidente Biden como el de México tienen la obligación de hacerlo de la forma menos traumática posible para los migrantes. Las decisiones judiciales reconocen que, por ser un estado soberano, México deberá aceptar el programa. Eso le otorga al gobierno mexicano la facultad de influir de forma constructiva, exigiendo, por ejemplo, un plazo razonable para que Estados Unidos tramite a los solicitantes de asilo que permanezcan en su territorio. Los excesos del MPP han sido tales que algunos migrantes han pasado más de dos años a la espera de que se atiendan sus casos. México también debería comprometerse a proteger y darles un trato humanitario a los migrantes devueltos. Y Estados Unidos a ayudar en esos propósitos con recursos y supervisión adecuados.
El presidente Biden personalmente repudia el MPP. “Erradicar las prácticas de Quédate en México”, dice, “(de migrantes) que se sientan a la orilla del Río Grande en condiciones turbias, sin comida suficiente – no daré disculpas por eso”. Y agrega: “Tampoco las daré por terminar programas que no existían antes de que Trump fuera presidente, las cuales han tenido un impacto increíblemente negativo sobre la ley y también sobre la dignidad humana”.
Con tales palabras, Biden selló su compromiso con las personas a las que se les aplicó antes y a las que en el futuro se les aplique la política de Quédate en México. El presidente y su gobierno tienen ahora la obligación de explicarle al público como la usarán de tal forma que, en efecto, se respete la dignidad humana de los destinatarios de la política.
Biden debería inspirarse en sus propios sentimientos para buscar una alternativa razonable a Quédate en México. Una alternativa así requiere la cooperación con México en el trato compasivo a los migrantes; la ampliación de la cuota de refugiados que acepta Estados Unidos, la cual el presidente aumentó a 125,000 hace unos días, pero que debería ser más alta; y el suministro de recursos y personal suficientes para diferenciar entre quienes tienen motivos legalmente justificables para recibir asilo y quienes no los tienen.
En suma, lo que Estados Unidos necesita, y lo que merecen los migrantes devueltos a México, es la reforma migratoria que sigue resultando elusiva porque los republicanos y algunos demócratas del Congreso se niegan a considerarla. En su defecto, es responsabilidad del gobierno el buscar una opción que pueda justificar legal y moralmente ante todos los estadounidenses.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.







