📸 Los migrantes centroamericanos que son devueltos de EEUU y abandonados en México
Decenas de personas están siendo llevadas en autobuses desde Texas a terminales en ciudades de México, como Monterrey. La agencia AP constató que en la última semana en esa ciudad fueron casi 450 personas y casi la mitad de ellos eran menores de edad. Cuando llegan no saben qué hacer o a dónde refugiarse, pues los albergues de la zona están copados. Son abandonados a su suerte.
La imagen es del 18 de julio de 2019. En ella, un niño migrante está sentado en el suelo junto a su padre, poco después de que
las autoridades migratorias mexicanas los llevaran desde la fronteriza ciudad de Nuevo Laredo a Monterrey, ambas en México. La agencia AP constató que
al menos unos 450 centroamericanos que buscaban un beneficio migratorio —casi la mitad menores de edad— fueron abandonados a su suerte del lado mexicano a mitad de la calle en una semana. Venían de Laredo, en Texas, donde habían estado detenidos en centros para
inmigrantes antes de ser devueltos a México con una fecha de corte para que un juez evaluara sus peticiones.
Marco Ugarte/AP
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Muchos de los que son trasladados en estos autobuses
pensaron que llegarían a un albergue, en el que vivirían mientras buscaban trabajo y encontraban una escuela para sus hijos. Pero no. Fueron abandonados en Monterrey, una ciudad de cuatro millones de habitantes donde los refugios están copados, y las terminales quedan justo en zonas llenas de bares y cabarets con carteles en los que se lee "se buscan bailarinas".
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En esta foto están Antonio Herrera, un expolicía de Honduras y su hija de 7 años. Iban a bordo del autobús que los trasladaría a Monterrey. Los críticos aseguran que México se ha convertido en el patio trasero del gobierno de Donald Trump para expulsar migrantes que llegan a Estados Unidos. Desde enero,
México ha recibido a unos 20,000 solicitantes de asilo. Sin embargo, no se conocía de traslados de este tipo sino a partir de este mes, cuando comenzaron las devoluciones por Tamaulipas, un violento estado del noreste mexicano al que el propio Departamento de Estado ha recomendado no viajar por la presencia del crimen organizado.
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A diferencia de otros solicitantes de asilo que se registraron en listas y esperan su turno en ciudades mexicanas fronterizas, estos centroamericanos trasladados a Monterrey habían llegado a Estados Unidos de forma irregular, cruzando el río Bravo de forma ilegal, habían pasado varios días detenidos allí y fueron devueltos a territorio mexicano con una fecha de audiencia. Algunos comentaron que funcionarios estadounidenses les dijeron que las únicas dos opciones que tenían eran firmar el papel para solicitar asilo o quedarse en el centro de detención.
“No sé por qué me dieron este documento, si yo no pedí eso”, dijo Antonio Herrera, quien pidió la deportación voluntaria porque su hija no se encontraba bien.
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Esta imagen muestra a un padre sentado en la acera con su hija luego de bajarse del autobús que los llevó a Monterrey a mitad de la noche. Las autoridades migratorias no explicaron a la AP qué ocurre exactamente en esa ciudad mexicana. Al solicitar comentarios al gobierno, el Instituto Nacional de Migración (INM) envió un mensaje de dos párrafos en el que señaló que colabora con las autoridades consulares y en los tres niveles de gobierno para atender a los retornados, y
trabaja para “mejorar las condiciones en las que las personas migrantes aguardan sus procesos en territorio nacional”.
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La semana pasada, Maximiliano Reyes, subsecretario de Relaciones Exteriores, reconoció que los migrantes estaban siendo trasladados desde Nuevo Laredo y dijo que era por su seguridad, aunque no ofreció más detalles ni dio explicaciones sobre por qué eran abandonados a su suerte al llegar a Monterrey.
"Esta claro que es muy importante sacar a la gente de las ciudades fronterizas que son muy peligrosas", dijo de su parte a la AP Maureen Meyer, experta en migración de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA).
“Pero al meterlos en un autobús y llevarlos a otro lugar sin explicares qué les espera, sin tener nada preparado para recibirles y ayudarles, el gobierno mexicano les está exponiendo a mayores riesgos”, agregó.
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Un migrante carga su maleta de regreso a México luego de haber aplicado para un asilo en Estados Unidos.
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Mientras unos pedían consejo a los conductores sobre dónde ir o cómo regresar a sus países,
otros buscaban desesperadamente a alguien que les permitiera hacer una llamada a algún familiar para que les enviara dinero o a coyotes para intentar volver a cruzar. En la imagen una niña con su padre y un oficial de inmigración de México.
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El pasado 18 de julio, policías de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) realizaron un simulacro de actuación en el puente internacional de Las Américas, que conecta Laredo, Texas, con Nuevo Laredo, México.
Estados Unidos busca mecanismos para frenar a la ola de inmigrantes centroamericanos que quieren cruzar al país para pedir beneficios migratorios. Esta es uno de ellos y el otro es la presión sobre el gobierno mexicano para que detenga a los inmigrantes antes de que puedan llegar a la frontera sur. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos denunció esta semana que
las políticas de los dos países son “contrarias” a los derechos de los migrantes reconocidos por la legislación internacional.
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Una madre y su niño escuchan al oficial de inmigración mexicano, que va nombrando a las personas que se montarán en el autobús con destino a Monterrey. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador no mencionó a estos migrantes el lunes al hacer balance de los
primeros 45 días de un acuerdo con Estados Unidos, un periodo en el que se han multiplicado las detenciones y deportaciones de extranjeros en territorio mexicano. Según la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos,
el flujo de migrantes se redujo en un 36% y ambos países parecían satisfechos: el secretario de Estado,
Mike Pompeo, elogió los esfuerzos mexicanos y el canciller, Marcelo Ebrard, insistió esta semana que México mantiene intacto su compromiso con los derechos humanos.