Trump aprovecha una ley bipartidista y la crisis del coronavirus para hacer campaña

El Congreso aprobó la ley de estímulo económico del coronavirus de modo bipartidista (por unanimidad en el Senado). Pero el presidente dejó el tono unitario de los últimos días para pedir a los republicanos que retomen la Cámara de Representantes en noviembre.

Video Para frenar la propagación, Donald Trump extiende las medidas de distanciamiento social por el coronavirus

El presidente Donald Trump empezó la semana con espíritu combativo y tres días después de haber firmado el mayor paquete de ayuda económica de la historia para paliar las consecuencia de la crisis del coronavirus arremetió contra la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, pese a que gracias a ella el proyecto enfrentó menos obstáculos de los que algunos habrían querido ponerle (muchos de ellos congresistas republicanos).

“Nancy Pelosi y los demócratas postergaron la Ley de Estímulo/ Ayuda a los Trabajadores por más de una semana, tratando de añadir verdadera ‘basura’ a la ley. Incluye algunas cosas malas, que no tienen que ver con aquellos afectados por el virus. ¡Los republicanos necesitan sus votos (de los demócratas) hasta que GANEMOS DE NUEVO LA CÁMARA EN 2020!”, escribió el presidente en su cuenta Twitter la mañana del lunes.

La semana pasada, aunque manteniendo su estilo agresivo, el presidente había asumido un tono más bipartidista, incluso mientras los demócratas exigían que se le añadieran algunas previsiones a la ley, conocida como Ley de Seguridad Económica, Ayuda y Alivio del Coronavirus (CARES, por su acrónimo en inglés) y pospusieron por varios días su aprobación final.

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La generosidad de ese espíritu no fue suficiente como para que el presidente invitara el viernes a los líderes demócratas que hicieron posible el visto bueno parlamentario, pese a que se trató al final de un esfuerzo bipartidista aprobado por unanimidad en el Senado y con la mínima oposición en la Cámara de Representantes.

El presidente sancionó el mayor paquete de estímulo económico de la historia, de $2,2 billones, acompañado solo por miembros de su gabinete y líderes republicanos del Congreso, y no rodeado de una representación amplia de las fuerzas políticas nacionales como habría sido de esperar en una coyuntura de emergencia como esta.

Complacido con su popularidad

Aunque Trump ha querido proyectar que es el líder nacional que aglutina a la sociedad estadounidense en lo que ha calificado como un “tiempo de guerra”, no ha abandonado el hábito de atacar a quienes lo critican por sus acciones de gobierno.

El domingo, Trump se ufanó del éxito de sus ruedas de prensa diarias retuiteando datos publicados por un periodista de The New York Times en el que se destacaba la alta audiencia que está obteniendo la rueda de prensa diaria del equipo de respuesta del coronavirus que desde hace dos semanas encabeza el presidente desde la Casa Blanca.

De acuerdo con datos de la empresa Nielsen, que hace la medición de las audiencias de medios, que son citados por el diario neoyorquino, esas ruedas de prensa atraen un promedio de 8.5 millones diarios “aproximadamente la audiencia del final de temporada de ‘The Bachelor’. Esa audiencia es la suma de las televisoras por cable que la transmiten en vivo (CNN, Fox News y MSNBC)

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Al mismo tiempo, el presidente destaca la “desaprobación” que asegura que tienen los medios tradicionales de comunicación en su cobertura de la crisis, cosa que no debería alegrar a una persona en la alta posición de liderazgo como él, considerando que son los medios los que tienen la función de dar información al público que en muchas ocasiones puede ser crucial para la salud de la audiencia.


Muchos han asegurado que el presidente está usando esas ruedas de prensa como sustituto de los eventos masivos de campaña que suele tener y que el coronavirus ha dejado en suspenso.

Es difícil cuestionar que el jefe de Estado se dirija a la población en tiempos de calamidad, pero la manera cómo el presidente las maneja es lo que hace a muchos asegurar que se trata de un evento político porque en ellas Trump se dedica a calificar de ‘fake news’ todo lo que va contra la narrativa oficial, que peca de optimista y hasta peligrosamente desinformada en ocasiones.

Ya desde antes que el coronavirus se convirtiera en pandemia y que alcanzara a EEUU (cosa que Trump descartaba sin fundamento científico alguno) el presidente se puso en el centro de la crisis, atrayendo críticas de quienes señalaban la poca preparación del país a un problema que amenazaba con llegar.


Como consecuencia, el presidente ha agredido a los periodistas que destacan las inconsistencias e improvisación de la respuesta oficial y a los políticos (sobre todo gobernadores y alcaldes) que han ido contra su inicialmente optimista visión de cómo EEUU esquivaría el problema que surgió en China y tomó por sorpresa a Europa.

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La semana pasada aseguró que los medios de comunicación están aprovechando la crisis de salud para dañar las perspectivas de su reelección.

“Los medios tontos son la fuerza dominante en tratar de hacerme mantener cerrado el país lo tanto como sea posible en la esperanza de que vaya en detrimento de mi éxito electoral. La gente real quiere regresar al trabajo lo antes posible. ¡Seremos más fuertes que antes!”.

Eso lo decía cuando proponía que para la Semana Santa se reabriera el país, cuyas actividades económicas están paralizadas por el coronavirus, a pesar del consejo contrario de los expertos de salud, quienes estiman que no se ha llegado al punto de control de la pandemia.

De hecho, el domingo el presidente tuvo que aceptar la opinión experta y extender hasta fines de abril las llamadas medidas de distanciamiento social, que mantienen cerrados infinidad de tiendas, restaurantes, gimnasios, parques, playas y todo sitio donde se concentre el público.

El efecto de esas medidas es la parálisis de la economía, producto de un frenazo obligatorio y que nadie deseaba, cuyas consecuencias se intenta paliar con la ley de estímulo y los subsidios para los contribuyentes, pagos a los desempleados y diversos financiamientos para pequeñas y grandes empresas.

El gran temor del presidente y la esperanza de muchos de sus detractores es que esa baja en la economía termine siéndole achacada a él, en buena medida por el retraso con el que según sus críticos la Casa Blanca respondió a la crisis.