Donald Trump no es Abraham Lincoln: su discurso en Gettysburg muestra que es un impostor

El candidato se presentó como el heredero del presidente que abolió la esclavitud. Sus colegas republicanos deberían renunciar a votar por él

Trump en Gettysburg. A su lado una guía y su jefe de campaña, Steve Bannon.
Trump en Gettysburg. A su lado una guía y su jefe de campaña, Steve Bannon.
Imagen AP/Evan Vucci

La oración fúnebre de Gettysburg apenas duró unos minutos y los historiadores no se ponen de acuerdo sobre el lugar donde fue pronunciada por Abraham Lincoln y sobre su texto original. Pero aquellas palabras dejaron una huella profunda en esta villa del sur de Pensilvania, cuya economía gira hoy en torno a quienes llegan aquí deseosos de explorar los detalles de la visita del presidente y el legado de una de las batallas más cruentas de la Guerra de Secesión.

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Este sábado fue Donald Trump quien visitó Gettysburg. Sus asesores habían prometido que relanzaría su campaña con nuevos detalles sobre sus primeros 100 días en la Casa Blanca. La campaña llegó a organizar una llamada con los periodistas que cubren al candidato y subrayó que no sería un discurso como los demás.

El objetivo era crear expectativas en torno a una campaña que se encuentra a la deriva desde finales de septiembre y a la que ninguno de los tres debates ha conseguido revivir. Trump hace escala cada día en dos o tres ciudades. Lee en el teleprompter el discurso que le escriben sus asesores e improvisa alguna frase de su cosecha contra los periodistas o contra las mujeres que lo acusan de agresión sexual.

Se suponía que este sábado el guión sería distinto y que el candidato adoptaría un tono más moderado, persuadido por el espíritu de Abraham Lincoln o por el ejemplo de otro presidente republicano, Dwight Eisenhower, que veraneó en Gettysburg durante años y que da nombre al lugar donde habló Trump.

Los oradores que precedieron al candidato potenciaron con sus palabras la idea de que se trataba de una ocasión especial. El teniente general Keith Kellogg dijo solemne: “Hoy estamos librando otra batalla y les pido que se unan a nuestra cruzada”. Rudolph Giuliani comparó a Trump con Lincoln y dijo que era el hombre llamado a terminar con la división que azota el país.

El entorno del candidato definió el discurso como un “contrato con el votante de Estados Unidos” evocando el célebre “Contrato con América” que anunció Newt Gingrich antes de ser elegido como 'speaker' de la Cámara de Representantes en 1994. Pero al contrario de Gingrich, Trump no presentó una sola propuesta nueva en el catálogo que anunció como la base de sus primeros 100 días en la Casa Blanca. La mayoría de esas ideas ya estaban plasmadas en el discurso que pronunció sobre el mismo asunto a finales de junio. Otras las ha ido anunciando durante la campaña o están su página web.

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Es muy revelador que el único detalle novedoso del discurso sea el anuncio de que Trump se compromete a construir el muro primero y pedir a México el dinero después. Es un detalle menor y sólo importaría si el candidato remontara la diferencia que lo separa de su adversaria. Pero es un ejemplo de la improvisación que rodea a la campaña, incapaz de exponer siquiera los detalles de su propuesta estrella de un modo consistente durante la carrera presidencial.

Video Reacciones del plan de gobierno de Donald Trump

Amenazas a mujeres y medios

Sin propuestas nuevas que mostrar, Trump dio un discurso muy similar al que pronuncia en cualquier otro evento. Su primera parte se caracterizó por las amenazas a las empresas propietarias de los medios y por los insultos a las mujeres que lo acusan de agresión sexual.

Trump citó a empresas como Amazon, Comcast y Time Warner y dijo que estaban acumulando demasiado poder. Unas palabras que suenan a venganza o amenaza en los labios un candidato presidencial. Unos minutos después, llamó “mentirosas” a las mujeres que lo acusan y dijo que se querellaría contra ellas cuando hubiera terminado la campaña electoral.

Fue un discurso anodino, pronunciado a puerta cerrada ante un puñado de invitados y sin ningún detalle capaz de revivir las opciones del candidato, que no puede cambiar su mensaje ni su imagen pública a dos semanas del final de la carrera presidencial.

Trump engañó de nuevo a los periodistas presentando como “un discurso importante” lo que no era sino un evento más. Lo peor fue el uso espurio de la imagen de Abraham Lincoln por un candidato que ha sembrado el odio como ningún otro en el último medio siglo y que ha cortejado el respaldo de personas próximas al Ku Klux Klan.

Así fue el discurso original

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Lincoln apenas pasó 24 horas en Gettysburg cuando pronunció su discurso más célebre. Llegó el 18 de noviembre de 1863 y se fue al día siguiente después de haber hablado en la consagración del cementerio militar de la ciudad.

El presidente se alojó en casa del abogado David Wills, hoy convertida en un museo. Quienes viajaron con Lincoln lo recordaban algo acata la que llegó Lincoln es un edificio histórico que el ayuntamiento ha convertido en museo. Alcanzó su apogeo justo antes de la I Guerra Mundial por el interés de aquellos que admiraban a Lincoln. Sin embargo, la explosión del uso del automóvil la fue arrinconando y vio partir su último tren el último día de 1942.

Imagen de la batalla de Gettysburg.
Imagen de la batalla de Gettysburg.
Imagen Timothy H. O'Sullivan/Library of Congress

La estación albergó la sede del telégrafo hasta el día de su cierre y fue hospital de campaña durante la batalla, que se cobró la vida de más dáe 23.000 personas. Hoy recibe menos visitantes que el cementerio donde Lincoln pronunció el discurso en el que arengó a sus conciudadanos a no dejar que el "Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo" perezca de la faz de la Tierra.

Un busto del presidente recuerda su discurso en un extremo del lugar, si bien Lincoln habló en otro punto como muestra la única fotografía que se tomó. Lo que sigue sorprendiendo a los expertos es el impacto del breve discurso del presidente, que esconde referencias a la Biblia y a la oración fúnebre de Pericles y que se recuerda mucho más que el del senador Edward Everett, que disertó durante dos horas antes que él.

Lincoln apenas pronunció 271 palabras aquella mañana fría de noviembre de 1863. Pero su discurso es aún un ejemplo de oratoria y una fuente de inspiración para millones de demócratas en todo el mundo, que luchan por un Gobierno capaz de emular los ideales del presidente que murió asesinado por un energúmeno en el Teatro Ford en Washington, DC.

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Nadie recordará este discurso de Trump dentro de unos meses, pero sus palabras en Gettysburg sonaron como una profanación. Alguien que se niega a aceptar la derrota que se avecina, que ha explotado los prejuicios raciales, que esquivó la Guerra de Vietnam con excusas que no se sostienen y que fue procesado por discriminar a los afroamericanos no puede invocar el ejemplo del presidente que dio la vida por abolir la esclavitud.

Líderes conservadores como Mitt Romney o Ben Sasse advierten desde hace meses que Trump no es un republicano sino un oportunista sin escrúpulos. Su presencia en Gettysburg debería empujar a los republicanos que todavía lo apoyan a denunciarlo públicamente como un impostor.