Hace siete años cumplió su sueño. Cogió todos sus ahorros y compró una vivienda para él y su familia. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, y con solo dos horas para poder “salvar” sus pertenencias, tuvieron que salir casi corriendo de la vivienda, dejándolo todo atrás.
La calle donde vivían junto a otras 10 familias se derrumbaba poco a poco. Un hoyo gigante se iba formando mientras la tierra se deslizaba y se tragaba todo lo que quedaba a su paso.
Ahora, sin residencia donde pernoctar, continúan pagando una casa que no viven y la cual no tienen idea de qué pasará. "Solo esperamos que se resuelva y que el banco nos deje volver a comprar otra casa".












