¿Cómo puede el espacio influir en temas como la raza y la desigualdad? Los cartógrafos estadounidenses han tratado de responder a esta interrogante desde, como mínimo, 1895, cuando un grupo de mujeres reformistas en Chicago publicaron la compilación Hull-House Maps and Papers. Durante la llamada Edad Dorada que duró hasta fines del siglo XIX, la desigualdad era alarmante. Las condiciones de vivienda y de trabajo que atravesaba el enjambre de nuevos inmigrantes eran extremas.
¿Pueden estos mapas contribuir a una mayor equidad racial?
Este completo conjunto de mapas revela información sobre temas como el desempleo, la riqueza y la educación entre latinos y el resto de los grupos étnicos.


Confiando en que los datos catalizarían el progreso, los reformadores de Chicago sondearon meticulosamente las etnias y los salarios de los trabajadores industriales que vivían en un barrio de apartamentos del vecindario del Near West Side y luego plasmaron sus hallazgos en colores vivos sobre un conjunto de mapas en blanco. El resultado fue una revolucionaria muestra visual de la pobreza como producto del contexto espacial del individuo, antes que de la naturaleza misma de cada quien, una creencia bien extendida entonces (y también ahora).
Mapa de las nacionalidades en el Near West Side de Chicago, y tomado de la Hull-House Maps and Papers (Public Domain).
Transcurridos 120 años o más, vivimos en una era que algunos han dado en llamar la segunda Edad Dorada. Pero la desigualdad de ingresos es peor ahora que entonces. Y los cartógrafos aún no encuentran la mejor manera de modelar las disparidades en todos los órdenes –calidad de los empleos y las escuelas, la situación medioambiental, el acceso al transporte, por poner solo algunos ejemplos– para motivar el cambio político. El Atlas de Equidad Nacional, desarrollado por la organización PolicyLink y el Programa para la Equidad Medioambiental y Regional de la Universidad del Sur de California (PERE, por sus siglas en inglés), podría ser hoy día la mejor y más completa herramienta gráfica requerida para entender la igualdad económica en Estados Unidos.
Iniciado en 2014, el proyecto provee datos relativos a “los cambios demográficos, la inclusión racial, y los beneficios económicos de la igualdad para las principales 100 ciudades, las 150 regiones más grandes, los 50 estados y todo Estados Unidos”, establece el propio Atlas. Durante la última semana, este fue actualizado para incluir mapas a nivel de vecindario que grafican indicadores relacionados con la igualdad de oportunidades educativa y de empleo: raza/etnia, personas de color, desempleo y la “juventud desvinculada” (jóvenes entre los 16 y los 19 años que no estudian ni trabajan). Si los denominados grupos minoritarios están llamados a ser la mayoría de la población de Estados Unidos para 2044, entonces “su bienestar económico y social determinará el éxito y la prosperidad del país”, reconoce el Atlas.
Uno puede comenzar por dar un vistazo macro al país, y así enterarse del comportamiento nacional de estos indicadores; pero luego puede hacer clic en diferentes opciones notando cómo estas, a su vez, cambian según los diferentes niveles espaciales. Por ejemplo, aquí es donde reside la juventud desvinculada de Estados Unidos, condado por condado (revise de dónde vienen los datos):
Mapa de la juventud desvinculada por condados en EEUU (National Equity Atlas).
Es posible incluso ajustar un botón en el Atlas para ver cómo lo que estás viendo se compara con áreas densamente pobladas por residentes no blancos. Impacta verificar el hecho de que la raza y la falta de oportunidades, entre los jóvenes, van de la mano. Cuando uno busca 50% de las “comunidades de color”, un número de condados muy afectados del llamado Cinturón del Óxido desaparece; no así las comunidades minoritarias del Cinturón del Sol, de muy rápido crecimiento.
Mapa de la juventud desvinculada por condado con al menos 50% de comunidades de color (National Equity Atlas).
Un patrón similar siguen los índices de desempleo:
Mapa del desempleo por condado (National Equity Atlas).
Extender la búsqueda a las personas de color revela que muchos aspectos conflictivos ligados al desempleo son consistentes con mayores poblaciones minoritarias.
Mapa de desempleo por condado en personas de color (comunidades con al menos un 50% de personas con color) (National Equity Atlas).
Escrutando hasta el nivel barrial, estos paralelismos son aún más obvios. Así como lo fue durante la primera Edad Dorada, Chicago se reitera como una de las más segregadas ciudades de Estados Unidos, y lo es no solo a raíz de sus indicadores raciales, sino también en términos de sus proporciones de gente joven con escasas oportunidades de éxito financiero. Eche un vistazo a la juventud desvinculada que, en general, puebla Chicago:
Juventud desvinculada por áreas en Chicago (National Equity Atlas).
Aquí constatamos que la juventud que no estudia ni trabaja está muy relacionada con aquellas comunidades donde la gente de color constituye, al menos, la mitad de la población. Salvo por unas pocas áreas del lado norte de la ciudad, el mapa rara vez cambia:
Juventud desvinculada por áreas, donde las comunidades de color son al menos un 50% de la población (National Equity Atlas).
Uno puede, asimismo, examinar más detalladamente cómo estos mapas se transforman cuando uno considera una raza o etnia en particular. Así luce el patrón de desempleo en Chicago:
Desempleo por áreas en Chicago (National Equity Atlas).
Y he aquí el comportamiento de los indicadores para áreas con relativamente altos porcentajes de latinos, quienes, históricamente, han representado gran parte del crecimiento poblacional de Chicago:
Desempleo por áreas en Chicago, en áreas donde al menos un 50% son latinos (National Equity Atlas).
Uno puede desglosar todo esto en gráficos estadísticos y descubrir que los residentes de ascendencia guatemalteca, por ejemplo, son incluso más propensos a afrontar el desempleo.
Esta es solo la punta del iceberg. Aunque hasta ahora solo un par de indicadores pueden ser explorados a nivel de ciudad, hay mucho aún en lo que indagar en otros marcos espaciales, incluyendo las medidas de exposición a la contaminación, el cambio demográfico, la porción de inmigrantes en el crecimiento poblacional, y el acceso a la propiedad de vehículos y viviendas.
¿Qué podría resultar del uso de estos mapas? La esperanza es que quienes defienden la equidad, así como los funcionarios públicos electos, lleguen a utilizar los datos para crear políticas, mejorar regulaciones, y abrir más oportunidades económicas y educativas.
“Pasar de la inequidad al crecimiento demanda hechos que orienten las políticas”, declaró Manuel Pastor, director del PERE. Hasta hoy, defensores de la fuerza de trabajo en California han empleado los datos del Atlas para organizar comunidades y buscar la vía de aumentar el salario mínimo del estado. Líderes del condado de Fairfax, Virginia, donde la población de gente de color creció, repentinamente, en un 42% entre 2000 y 2010, se asociaron con el equipo desarrollador del Atlas apoyando el compromiso del condado en pos de la equidad racial “como el eje impulsor del crecimiento y la vitalidad económico regionales”.
En Nueva York, los grupos defensores de la justicia en el sector del transporte emplearon datos similares a los que provee el Atlas a fin de presionar a las agencias de transporte público para que consideraran otras rutas de autobús; mientras que la juventud de Chicago utilizó estadísticas parecidas en apoyo de un histórico proyecto de ley encaminado a mitigar las normas disciplinarias que, al interior de las escuelas públicas, suelen estar racialmente prejuiciadas.
Sin embargo, no es necesario perseguir cambio político alguno para apreciar el valor y el alcance de estos mapas. Explora aquí la poderosa herramienta.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.









