La pasmosa victoria electoral de Trump puso de relieve, entre otras cosas, las solapadas divisiones clasistas y regionales en la política norteamericana. Casi una década atrás, Bill Bishop señaló el ‘ Big Sort’ que separa al país en términos de ingreso, educación y del lugar en que vivimos. Pero, como mostraron las pasadas elecciones, esa segregación se ha hecho aún mayor al tiempo que la clase media del país se ha recortado y la nación se ha escindido en áreas de concentrada riqueza y regiones, cada vez más, en condiciones de franca desventaja.
El declive de la clase media estadounidense en mapas
El medio económico de Estados Unidos se ha reducido en todo el país. La distinción que es preciso hacer es: ¿por cuánto?


Asombra la constante erosión de la que una vez fue una considerable clase media. De hecho, cuantificando el problema, puede decirse que esta decreció en 203 de las 209 ciudades durante el período entre 2000 y 2014, según un detallado estudio del Centro de Investigaciones Pew. A nivel de país, 172 de 229 metrópolis vieron un aumento, durante la pasada década y media, en el número de hogares ricos y de aquellos cuyos ingresos se corresponden con la franja superior. 160 urbes, en cambio, verificaron un incremento en la cantidad de hogares de bajos ingresos; y cerca de la mitad, unas 108, experimentaron ambas cosas.
El declive de la clase media en Estados Unidos es el factor clave en la creciente fractura entre ricos y pobres. Así, el número de familias norteamericanas viviendo en barrios de clase media cayó desde casi dos tercios (65%) en 1970, hasta un 40% en 2012, según la reciente investigación de Sean Reardon y Kendra Bischoff. A la misma vez, la cantidad de familias americanas viviendo en barrios, ya sea del todo pobres, o del todo pudientes, creció más del doble, reflejando un ascenso de cerca de un 15%, hasta aproximadamente un 34%.
Para llevarse una mejor idea de la geografía del encogimiento de la clase media, mi colega Charlotta Mellander y yo revisamos minuciosamente datos del Centro Pew, los cuales describen, entre 2000 y 2014, la transformación de la estructura de la clase media norteamericana en 229 ciudades.
Para los propósitos de este análisis, la “clase media” se define como aquellos hogares cuyos ingresos son de dos tercios a dos veces superiores al ingreso medio de un hogar, ajustado al tamaño del núcleo familiar. Para ser considerada clase media, digamos, una persona necesita ganar entre 24,000 y 72,000 dólares; dos personas, entre 34,000 y 102,001 dólares; un hogar de tres personas, entre 41,641 y 124,925 dólares; uno de cuatro, entre 48,083 y 144,251 dólares, y, uno de 5, entre 54,000 y 161,000 dólares. Entre los hogares de bajos ingresos se incluyen aquellos cuyas ganancias son inferiores a las dos terceras partes del ingreso medio. Por su parte, la clase superior, o la clase cuyos ingresos ocupan el rango superior, se constituye de hogares cuya entrada económica es mayor al doble del ingreso medio.
Estas estadísticas son también una función de las diferencias en el costo de vida de las áreas metropolitanas. Taylor Blake, del Instituto de Prosperidad Martin (MPI por sus siglas en inglés), diseñó los mapas: el azul más claro indica pérdidas; mientras que el púrpura, aumentos o ganancias.
El primer mapa muestra el simple cambio en la concentración de la clase media en Estados Unidos. Aunque parece hecho a retazos, el mapa se ajusta a categorías económicas pertinentes. Las mayores pérdidas pueden notarse en zonas de la Costa Este, el Medio Oeste, y las regiones de las montañas Rocallosas; mientras las mayores ganancias son en California, en la Costa Oeste, partes de Texas y Florida, y algunas zonas de la Costa Este y el Medio Oeste.
Pero lo que realmente llama la atención es que cada una de las ciudades consideradas grandes (de más de un millón de personas) acusó un declive de su clase media. De hecho, menos de un 10% de todas las urbes verificaron algún tipo de incremento en ese segmento poblacional, siendo este incremento, en cada caso, en torno al uno por ciento.
Las diez ciudades principales con el mayor decrecimiento de su clase media son una mezcla de los llamados centros del conocimiento, como Boston y Washington DC; ciudades del Cinturón del Sol, como Orlando y Charlotte; y también del Cinturón del Óxido, como Milwaukee. Ahora bien, metrópolis pequeñas como Niles-Benton Harbor, Maine; Goldsboro, North Carolina; Springfield, Illinois; y Midland, Texas; y ciudades universitarias como Burlington, Vermont; Champaign-Urbana, Illinois; y New Haven, Connecticut, vieron reducirse, notablemente, a su clase media.
Retroceso del estatus económico
El siguiente mapa está basado en una medición más amplia que analiza el cambio general en la cantidad de personas yendo a las clases superiores y bajas. Específicamente, este cálculo del cambio neto mide, entre 2000 y 2014, la variación porcentual en el número de adultos cuyos ingresos pertenecían a la franja superior, menos el cambio en la cantidad de aquellos que percibían bajos ingresos. Examinando el país como un todo, el número de adultos de las clases superiores creció desde un 17% en 2000, hasta un 20% en 2014; mientras que la proporción de clase baja aumentó desde un 28% hasta un 29%. Estos índices varían sustancialmente al interior de las ciudades.
Al nivel de las ciudades, las mayores ganancias netas pueden observarse a lo largo del denominado Acela Corridor, en la Costa Este, y en California y el Pacífico Noroeste en la Costa Oeste, conjuntamente con partes de Texas y otras pequeñas áreas del país; al tiempo que las mayores pérdidas netas se localizan en el Medio Oeste y el Sur.
Fue nada menos que Detroit la ciudad que experimentó la mayor pérdida de estatus económico dentro de las grandes urbes, seguida por Atlanta, Charlotte, Raleigh, y Orlando. Las Vegas, Milwaukee, Kansas City, Indianápolis, y Cleveland completan la lista. De hecho, estas diez áreas metropolitanas están ubicadas, o bien en el Cinturón del sol, o bien en el Cinturón del óxido. Pero ciudades más pequeñas, principalmente en Michigan (Jackson, Monroe, Muskegon), Ohio (Springfield, Mansfield), Indiana (Michigan City, Fort Wayne), y North Carolina (Goldsboro, Hickory, Rocky Mount, Winston-Salem, Burlington, Greensboro), sufrieron las mayores pérdidas en cuanto a estatus económico.
Asimismo, la gran ciudad que experimentó la mayor ganancia en términos de estatus económico fue Nueva Orleans, una consecuencia de la pérdida de los residentes de bajos ingresos a la sazón del Huracán Katrina. Este grupo también incluye áreas urbanas basadas en recursos, como es el caso de Houston y Oklahoma City; centros del conocimiento como Boston y DC, y ciudades industriales en vías de recuperación como Pittsburgh, Providence y Baltimore. Ahora bien, las áreas urbanas que vieron las mayores ganancias fueron, por lo general, pueblos petroleros pequeños en Texas (Odessa, Midland, Amarillo, San Ángelo y Corpus Christi) y Luisiana (Lafayette, Baton Rouges), así como Barnstable, Massachusetts; y Albany, Nueva York. Como destaca el Centro de Investigaciones Pew, estas no son necesariamente ciudades con muchas personas cuyos ingresos se inscriban en el estrato superior. Sus grandes ganancias se deben, fundamentalmente, al hecho de que aumentaron su porción de clase superior desde bases relativamente bajas.
Ciudades con las mayores y las menores clases medias
¿Qué ciudades presentan el mayor y el menor índice de clase media en general? El siguiente mapa ilustra ese indicador.
Las grandes ciudades donde la clase media es la más pequeña son, como regla, una combinación de las llamadas ciudades ‘superestrella’, los centros tecnológicos, las economías de recursos y otros lugares muy pobres. Los Ángeles tiene la menor porción de clase media en general, seguida de San Francisco, Nueva York, y San José. Houston, Miami, Boston, Sacramento, Nueva Orleans, y Hartford completan las diez primeras. Ahora, los lugares con las clases medias menos significativas son principalmente urbes pequeñas, como Monroe, Luisiana; Midland, Brownsville, McAllen, Laredo, y El Paso, Texas; Bakersfield, Fresno, Visalia, y El Centro, California; así como ciudades o pueblos universitarios como Auburn, Alabama; Champaign, Illinois; y Morgantown, West Virginia.
Contrariamente, las ciudades con los mayores índices de clases medias resultan ser una mezcla de áreas del Cinturón del Óxido y del Cinturón del Sol. Salt Lake City presenta la mayor clase media entre todas las grandes ciudades, seguida de Rochester, Nueva York; Virginia Beach, Las Vegas, Kansas City, Indianápolis, Minneapolis-St. Paul, Pittsburgh, Richmond, y Louisville. Pero los lugares más nutridos de clase media, en conjunto, son todos centros urbanos pequeños, industriales y de clase obrera, fundamentalmente en Wisconsin (Wausau, Janesville, Sheboygan, Eau Claire), Indiana (Elkhart-Goshen, Fort Wayne), Pennsylvania (Lebanon, East Stroudsburg), Ohio (Youngstown, Canton), y Utah (Ogden, Provo).
¿Pero qué puede explicar el declive de la clase media?
¿Por qué algunas ciudades tienen mayores o menores clases medias? ¿Qué factores fundamentales motivan este fenómeno?
Para entenderlo, Mellander desarrolló un análisis correlacional básico entre, por un lado, la porción de clase media, así como del tamaño de las clases altas y bajas y, por otro, las características principales económico-sociales y demográficas de las urbes. Como siempre, correlaciones de este tipo no implican causalidad; simplemente señalan vínculos entre variables.
Podemos empezar por los factores asociados con la geografía de la clase media. La porción de clase media en la población está asociada a la clase trabajadora (0.37), a la parte de la población que es blanca (0.34) y, por seguir dando ejemplos, al conservadurismo político (medido a partir de los votantes de Romney en 2012, 0.39). Estas son, a su vez, cifras de lugares económicamente en retroceso.
Por otro lado, la porción de clase media se relaciona negativamente con la densidad (-0.22), el nivel universitario (-0.14), la clase creativa (-0.20), las políticas de izquierda (una correlación de -0.19 respecto de los votantes de Obama en 2012), y la diversidad (con correlaciones de -0.46 respecto de los inmigrantes, -0.47 de los latinos, y -0.37 de la comunidad gay) –todas cifras clave de lugares más pujantes, económicamente hablando.
En suma, una gran parte de nuestro dilema económico nacional pasa por que la clase media es mayor en los lugares que decaen; y menor, allí donde hay crecimiento.
Esto es especialmente perturbador cuando pensamos que una importante clase media permanece como baluarte contra la rampante desigualdad económica. Pero continuemos. La cuota de clase media está negativamente asociada con la desigualdad en los ingresos (-0.64), la disparidad de salarios (-0.38), la discriminación económica (-0.43), y con tener un mayor índice de clase baja entre la población (-0.62) .
Y lo que es peor, las ciudades que tenían una mayor clase media en 2000 son las que en 2014 experimentaron los mayores retrocesos de este mismo segmento de población. Encontramos, además, una negativa y estadísticamente elocuente correlación (-0.48) entre la porción de clase media en 2000, y el cambio en el tamaño de la propia clase media corroborado tras 14 años.
Una mirada a los factores que pesan sobre las otras dos clases –la alta y la baja– puede ayudarnos a entender de modo más fácil la geografía del declive de la clase media y la división, cada vez más profunda, entre los lugares de ricos y pobres en Estados Unidos.
Las ciudades con mayor presencia de la clase baja son las más pequeñas (con una correlación de -0.19 respecto del tamaño de la población) y tienen mayores poblaciones de latinos (0.45) y de inmigrantes en general (0.33). A su vez, tienen bajos índices de graduados (-0.45), de clase creativa (-0.34), de industria de alta tecnología (-0.35) y de bienestar (-0.43). Por otro lado, también acusan mayores niveles de desigualdad en los ingresos (0.29).
En cambio, las ciudades con mayor presencia de clase alta son más grandes (0.37) y más densamente pobladas (0.31); se basan más en el conocimiento, con correlaciones positivas respecto del índice de graduados (0.70), la industria de alta tecnología (0.56) y la clase creativa (0.60). Como es lógico, padecen los mayores costos en el sector de la vivienda (0.49), una inmensa disparidad salarial (0.48), y mayores cuotas de discriminación (0.36).
Nuestro análisis también cuantifica los claros límites entre las clases altas y bajas en Estados Unidos: en las ciudades, la correlación entre las capas de ingreso superior e inferior de la población es un enorme -0.72. En otras palabras, las áreas urbanas se polarizan, crecientemente, en una u otra.
Por último –y no menos importante– es el hecho de que, a día de hoy, la desigualdad económica se traduce también en desigualdad espacial. Ricos y pobres ocupan, cada vez más, distintos espacios y mundos. Entender esto, y, por tanto, desarrollar soluciones para reconstruir una clase media en desaparición, pudiera ser, con poco margen de dudas, el problema que define nuestro tiempo.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.









