El célebre lago del occidente de Venezuela fue el epicentro de la industria petrolera de un país que hasta finales del siglo XX fue considerado uno de los más prósperos del mundo, pero ahora produce apenas una quinta parte de lo producía hace dos décadas. La crisis convirtió al lago de Maracaibo en un lodazal de donde emana crudo de oleoductos y plataformas resquebrajadas, y el hidrocarburo cubre los pescados y mariscos que recogen los pescadores, que deben limpiarlos y fregarlos antes de poder venderlos para la exportación. "Esto es como el fin del mundo", dice un pescador.