Del salón a la calle: el barbero que retomó la vieja tradición de cortar el pelo forzado por la pandemia

Hasta hace unos meses, Fernando Caballero formaba parte de una plantilla de peluqueros en una popular barbería de la ciudad. Ahora, gracias a su creatividad y entusiasmo, se reinventa volviendo a las formas originales de su antigüo oficio para sobrevivir.

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Hubo un tiempo en el que algunos hombres, cual juglares, recorrían pueblos y ciudades con un maletín a cuestas. La gente salía a su paso para invitarlos a pasar a patios, pórticos o estancias. Ahí, aquellos maestros de la tijera esculpían las cabelleras de niños, damas y caballeros. Hoy, empujado por la pandemia de covid-19, aquel oficio alguna vez nómada, parece estar siendo forzado a volver.

A bordo de su bicicleta gris, Fernando Caballero, 'Fercho', como lo conocen sus clientes y amigos, recorre el Eje 1, una de las amplias vías que corta de oriente de poniente la Ciudad de México. De prisa, el barbero se encamina a otro servicio a domicilio en el barrio de Santa María la Ribera, uno de los más emblemáticos del centro de la ciudad.

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Fernando carga en su espalda el maletín de su oficio convertido en una voluminosa mochila negra. Lleva tijera, navaja y peine, herramientas esenciales para desempeñar su trabajo, también la rasuradora eléctrica, alcohol, secadora, una bata y toalla.

Fernando Caballero, el peluquero que recorre la Ciudad de México en bicicleta.
Fernando Caballero, el peluquero que recorre la Ciudad de México en bicicleta.
Imagen Cortesía Fernando Caballero.

Hasta hace un año, la agenda de este peculiar peluquero de brazos, cuello y rostro tatuado con imágenes alusivas a su oficio, estaba a reventar.

En la barbería exclusiva para caballeros en la que trabajaba como empleado, y que hoy ha cerrado sus puertas víctima del segundo confinamiento que ordenó desde diciembre pasado el gobierno de la ciudad, era complicado hallar una cita con él. De lunes a sábado, los clientes pasaban por su sillón desde el que escuchaba paciente sus confidencias al subir, bajar y reclinarse.

Durante 11 años, Fernando vivó los tiempos de bonanza que dejó el auge de las llamadas barberías temáticas en la capital y en otras ciudades de México. Lugares de trato amable y propinas generosas para los empleados.

Todo cambió

Sin embargo, con la llegada del coronavirus en marzo del año pasado todo cambió. Como él mismo concluye al estacionar su bicicleta frente al edificio donde lo esperan: “con el covid se comenzaron a limitar, primero, las relaciones humanas, esa confianza de cliente a barbero, cliente-estilista que es tan importante”.

“Con los clientes tal era la confianza que nos saludábamos de mano y abrazo, pero eso se rompió”, asegura. “El trabajo que nosotros hacemos es de mucho contacto con las personas, entras en una parte íntima de la gente que, aunque estén pagando, te lo permite. El covid, desafortunadamente, vino a romper esa relación”.

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Caballero reflexiona que, durante el primer confinamiento, y con la llegada del llamado home office, la gente comenzó a desatender su aspecto físico.

“La gente ya no tiene dónde mostrar nuestros servicios de belleza, ya no van a la oficina, ya no van a fiestas, no van a reuniones, incluso ya no salen a la calle. Comienza a haber apatía por la imagen en muchos y dicen: si antes me cortaba cada quince días ahora me corto cada dos meses”, asegura.

En junio, al concluir el primer encierro que dictaron las autoridades de la ciudad de marzo a mayo para intentar contener la pandemia, los clientes que volvieron llegaron con el cabello muy largo. “Ahí sí nos pegó en el trabajo. Al final nosotros trabajamos con esa imagen. Ibas a la oficina y te presentabas bien recortado, tenías qué presumir, te sentías bien contigo mismo”, recuerda.

El peluquero Fernando Caballero durante un corte de cabello en una casa de la Ciudad de México.
El peluquero Fernando Caballero durante un corte de cabello en una casa de la Ciudad de México.
Imagen Cortesía Fernando Caballero.

Reinventarse

A finales de 2020, con decenas de miles de contagiados de covid-19 en la Ciudad de México y con el segundo confinamiento ordenado por el gobierno, el propietario de la barbería donde laboraba les anunció a los cuatro peluqueros que cerraría el negocio.

A partir de entonces, la barbería se sumó a los 37,000 negocios que la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo calcula que han cerrado en la ciudad. Caballero se sumó, además, a los casi dos millones de personas que según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, han perdido su empleo durante en México a causa de la pandemia.

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“Fue entonces cuando me puse a ver qué podía hacer. Yo no andaba en bicicleta; comencé hace como seis meses para hacer ejercicio, por salud”, cuenta mientras desenrolla una alforja sobre una mesa sus instrumentos y los limpia con una solución antiséptica en el patio del edificio.

“Los peluqueros a domicilio en México antes del covid lo hacían en auto o en moto. Yo decidí hacerlo en bici porque el transporte en la ciudad casi siempre va saturado. He tenido dos accidentes hasta ahora, pero me vuelvo a subir para trabajar y hacer las rutas con mis clientes que ya me conocían”, narra.

'Fercho' dice que hasta ahora, gracias a sus redes sociales, hace citas y ha entrado a casas de todo tipo en diferentes zonas a las que asiste. Sin embargo, asegura que hay lugares como La Lagunilla o Tepito, dos de los barrios más peligrosos de la urbe, a los que no se ha atrevido a entrar, aunque le han solicitado dos veces servicios.

Francisco Martínez, cliente del peluquero, toma finalmente su lugar en la silla que él mismo dispuso para que Fernando comience a trabajar cubierto por su mascarilla.

El peluquero dice, entre tijeretazos y mechones de cabello que comienzan a volar, que el gasto sí sale yendo de casa en casa, pero no está negado a volver a una peluquería en algún momento cuando pase "todo esto"; aunque, por ahora, dice divertido, “esta vez, las ganancias son para mí”.

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